Día 29: Mi último día en el país.
Estos días estoy descansando como no lo hacía anteriormente, levantándome
tarde, desayunando un yogurth bien tranquilo, y yendo a comer pasado el
mediodía sin que nadie me apure. Hoy ni siquiera salí de shopping, solo caminé
lo justo y necesario para conseguir lo que necesitaba. Demasiado bien me siento
con todo lo que viví. Como pasó todo. Tan rápido y tan lento. Miles y miles de
kilómetros recorridos, en taxis, tuk tuk, trenes, buses, bicicleta, moto,
elefante, sky train, botes, lanchas, balsas de caña de bambu, saeng thaew, bien
variado. Y todo viviéndolo como el último momento de mi vida. Disfrutando de la
libertad, y por otros momentos de mucha adrenalina y temor también. Temor a lo
que creía desconocido, al prejuicio sobre esas personas que no conocía y que me
demostraron que no son iguales a nosotros, que son incluso mejores, que jamás
te pondrán cara mala si algo les molesta. Que no saben lo que es el robo en la
calle, que no insultan si te atraviesas con tu vehículo, al contrario, tocan
bocina para indicar que quien está al lado tiene el permiso para pasar, que
siempre está sonriendo. Y bien lo dice el slogan del país, Tailandia: el país
de las sonrisas. Todo el mundo vive con una en la cara, les puede faltar comida
y casa, pero la gente y su filosofía de vida hace que nunca estén mal, o por lo
menos no lo aparenten. Tienen muchos problemas, pero no ostentan y hasta los
más pobres tienen una casa digna y se la rebusca de la mejor manera para
alimentar a la familia día a día. Comparten religiones, conviven en el mismo
sitio y no se ve una sola discusión o falta de respeto por el prójimo. Viven la
vida como es, única. Saben que es una sola y hay que aprovecharla. Aunque para
ellos la vida no es una sola ya que la mayoría budista sabe que luego se
reencarnará, la disfrutan a mil por hora y son felices por sobre todo. Muchos
de los occidentales venimos acá para vivir de fiesta en lugar de conocer
realmente a la gente que habita este suelo, que es lo más enriquecedor de este
lugar, el estilo de vida. Cuando estamos en nuestras casas nos hacemos
problemas por cualquier nimiedad y cosas más graves ocurren por estos lados.
Catástrofes naturales, guerras civiles entre diferentes facciones políticas o
religiosas, y nosotros estamos mal porque no aprobamos una materia, no tenemos
el último teléfono celular, la computadora más nueva o no estamos en la última
moda con la ropa. Acá se vive con lo que se tiene, y así como hay gente que
tiene para vivir bien todos los días, hay gente que no, pero no baja los brazos
y lo sigue haciendo. Personalmente me llevo los mejores recuerdos de este país
que me acobijó un mes, uno de los mejores de mi vida. Muchos amigos que espero volver a ver alguna vez en la vida, por eso HASTA SIEMPRE
TAILANDIA.
SAWASDEE!!!
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