jueves, 2 de agosto de 2012

Maravillado en Cataratas

Después de varios meses sin escribir, y de haber visitado gracias a mi trabajo las Cataratas del Iguazú por cinco veces desde mi regreso de Tailandia me siento a contarles un poco las variadas experiencias que conseguí en este destino increíble.

Desde un principio, cuando me dijeron que tenía que viajar a Iguazú a coordinar los grupos me puse muy contento, lo tomé como una oportunidad única que no podía desaprovechar para seguir progresando en mi laburo, y así fue como lo encaré, con todo el ánimo y las ganas necesarias para tratar de que mis pasajeros disfruten de uno de los paisajes más hermosos que tiene nuestro planeta.

Fueron cinco visitas con personas de toda la Argentina y también algunas pasajeras de México. Travesías que sirvieron principalmente para aprender mucho de los errores que uno va cometiendo por la falta de experiencia. El hecho de llevar tantas personas de diferentes edades y con diferentes gustos y ritmos hace que cada viaje sea muy diferente el uno de otro.

Lo bueno es que me estoy haciendo de muchos conocidos en cada uno de los lugares que visito. Sin más que decir les dejo algunas fotos para que disfruten del hermoso paisaje.




viernes, 11 de mayo de 2012

Sawasdee Tailandia!


Día 29: Mi último día en el país. Estos días estoy descansando como no lo hacía anteriormente, levantándome tarde, desayunando un yogurth bien tranquilo, y yendo a comer pasado el mediodía sin que nadie me apure. Hoy ni siquiera salí de shopping, solo caminé lo justo y necesario para conseguir lo que necesitaba. Demasiado bien me siento con todo lo que viví. Como pasó todo. Tan rápido y tan lento. Miles y miles de kilómetros recorridos, en taxis, tuk tuk, trenes, buses, bicicleta, moto, elefante, sky train, botes, lanchas, balsas de caña de bambu, saeng thaew, bien variado. Y todo viviéndolo como el último momento de mi vida. Disfrutando de la libertad, y por otros momentos de mucha adrenalina y temor también. Temor a lo que creía desconocido, al prejuicio sobre esas personas que no conocía y que me demostraron que no son iguales a nosotros, que son incluso mejores, que jamás te pondrán cara mala si algo les molesta. Que no saben lo que es el robo en la calle, que no insultan si te atraviesas con tu vehículo, al contrario, tocan bocina para indicar que quien está al lado tiene el permiso para pasar, que siempre está sonriendo. Y bien lo dice el slogan del país, Tailandia: el país de las sonrisas. Todo el mundo vive con una en la cara, les puede faltar comida y casa, pero la gente y su filosofía de vida hace que nunca estén mal, o por lo menos no lo aparenten. Tienen muchos problemas, pero no ostentan y hasta los más pobres tienen una casa digna y se la rebusca de la mejor manera para alimentar a la familia día a día. Comparten religiones, conviven en el mismo sitio y no se ve una sola discusión o falta de respeto por el prójimo. Viven la vida como es, única. Saben que es una sola y hay que aprovecharla. Aunque para ellos la vida no es una sola ya que la mayoría budista sabe que luego se reencarnará, la disfrutan a mil por hora y son felices por sobre todo. Muchos de los occidentales venimos acá para vivir de fiesta en lugar de conocer realmente a la gente que habita este suelo, que es lo más enriquecedor de este lugar, el estilo de vida. Cuando estamos en nuestras casas nos hacemos problemas por cualquier nimiedad y cosas más graves ocurren por estos lados. Catástrofes naturales, guerras civiles entre diferentes facciones políticas o religiosas, y nosotros estamos mal porque no aprobamos una materia, no tenemos el último teléfono celular, la computadora más nueva o no estamos en la última moda con la ropa. Acá se vive con lo que se tiene, y así como hay gente que tiene para vivir bien todos los días, hay gente que no, pero no baja los brazos y lo sigue haciendo. Personalmente me llevo los mejores recuerdos de este país que me acobijó un mes, uno de los mejores de mi vida. Muchos amigos que espero volver a ver alguna vez en la vida, por eso HASTA SIEMPRE TAILANDIA.

SAWASDEE!!!











De shopping por BKK


Día 27: Después de dormir solo cuatro horas, que se disfrutaron a full si tengo en cuenta lo mal que descansé en el bus, me cambié y me fui a tomar el bote que me llevaría hasta Pratunam, el paraíso de las compras. Porque eso es lo que es esta ciudad, el paraíso de todo aquel que quiera conseguir lo que tenga en la cabeza. Todo es posible. Cuando llegué al sitio, tras recorrer el canal y ver el lado pobre de la ciudad que vive junto al canal me di cuenta que levantarme no era necesario, llegué cerca de las 8.00 hs y hasta las 10.00 hs los principales shoppings no abrían. Por eso me fui para el sitio del mercado. Desayuno rápido en Mc Donald’s y a conocer un poco la movida y la oferta. Al principio no todo estaba abierto pero en lo poco que vi pude ver que los precios no diferían mucho de lo que me ofrecían en Khao San. Solo las artesanías estaban bastante más baratas que en otros sitios. Un monedero que salía 100B en el centro aquí te salía 30B. Así como esas muchas cosas. Pero primero quería comprar otras cosas para mi hermanita y sobrinita. Por eso, como me había indicado Gustavo, me fui para el Pantip Plaza, pero faltaban 20 minutos para que abra así que terminé en el Platinum Plaza. Todos edificios monstruosos donde cada uno podría perder un día buscando entre las ofertas y otras no tantas de estas tiendas. Luego de pasear por los siete pisos entre los cuales había cuatro para mujeres, uno para hombre, otro para niños y souvenirs y el último para comer. Siempre para las mujeres mucho más, es que también se relaciona que busca la combinación posible en todo lo que viste, y este lugar puede ser el paraíso de las compras para cualquiera. Cuando se hizo la hora y después de comprar un regalito para mi sobrinita que me está esperando para nacer, la Pili, me fui al Pantip para buscar los regalos de las cotorritas diría papi. Eso si que podría ser una pérdida de cabeza para la mayoría de mis amigos. Portátiles, cámaras de fotos, discos externos y miles de artefactos para comprar. Busqué mucho hasta que me decidí por el regalo y lo llevé. Ahora debía volver a la amansadora tarea de comprar con regateo a los puestos de ropa y eso, pero cuando terminé me di cuenta de que podía haber sido mucho peor. Salí cargado de bolsas, pero gracias a una señora que me dio una más grande pude meter la mayoría y se complicaba menos. Luego me fui al Central World (Mundo Central) y bien puesto tiene el nombre. Una cuadra entera parece, pero con más de 50 m de alto. Miles de negocios de todos los rubros, siempre predominando para mujeres pero aquí muchísimo más variado. 7 u 8 pisos también más un estacionamiento subterráneo de grandes dimensiones. Cuando pensaba que no iba a encontrar nada interesante, vi la Kinokuniya Book Store o tienda de libros, con miles de tomos de comics japoneses y revistas especializadas. Ahí no más no pude con mi genio y me compré algunas cosas. Más tarde fui a un lugar especializado para comprar más regalos. Ya cansado de caminar me fui a tomar el bote para pegar la vuelta. De camino pude comprar ananá a precios razonables (10B). Ya me había quemado casi $1000 y todavía necesitaba comprar más regalos y un bolso para llevarlo, así que cambié más dinero y salí de compras de nuevo. Cansado de acarrear bolsas y de regatear precios complicados me volví para acomodar todo dentro de un bolsito que me terminó quedando medio chico. Al rato me salí para llamar por teléfono a la familia. Hablé con mis abuelos Chiquito y la Nona Tona que se me largó a llorar de lo emocionada que estaba, casi me muero. Y después llamé a casa y pude charlar con los cinco, me faltó la Pili no más, que espero me espere para salir de la panza. Más tranquilo y contento salí a comer para probar la comida del KFC (Kentucky Fried Chicken) una cadena americana onda Mc Donald’s pero con carne de pollo. Muy bueno estuvo, y además conseguí mi gorrito de la tribu del norte de Tailandia. Feliz y lleno me vine a la pieza con aire acondicionado a chatear y dormir un rato. Por cierto, no sé por qué pero soy el único occidental, todos los demás japonenes, coreanos, chino e Indonesia.
Día 28: Hoy la mañana está siendo súper tranquila. Más cuando me di cuenta que realmente no me quedaba un día en la capital, si no dos. El calor que se siente en el cemento es terrible es por eso que parece que hoy solo será pieza con aire, compu con música y algún librito para leer. Todo lo anterior lo había escrito esta mañana (10/05/12). Cuando estaba en la PC analizando con mi papá las cosas que podía hacer me dije, hay lugares increíbles que no fui a ver ni tampoco anduve en sky train, y eso no me lo iba a perdonar. Así que me cambié y salí de nuevo para Pratunam. Tomé el bote como el día anterior, recorrí las estaciones necesarias, y cuando me bajé pasé por el lado del Central World y comencé a ver esas rutas “aéreas” que se levantaban por el cielo y cruzaban la ciudad de un lado a otro esquivando los colosos edificios de cemento. Hacía 5 minutos me había bajado de un bote que tiene un siglo casi, para tener que subirme a un sky train (tren del cielo) que solo tiene 5 años de edad. Y todo pagando lo mismo que el bote. Pregunté donde quedaba la estación, saqué mi boleto y me subi. Es como ir en un subterráneo de Buenos Aires, pero la gente te respeta para bajar y subir, y con el aire acondicionado te congelás. Llegué a mi estación Asok, donde podría ir a conocer el Terminal 21, un shopping que asemeja a una estación aérea donde cada piso es una ciudad del mundo y como tales están totalmente ambientadas en todo. Una locura. El primer piso era el caribe luego Roma, Paris, Tokyo, Londres, Estambul, San Francisco, Pier 21 y por último Hollywood, donde están todas las exhibiciones de películas en los cines. Sinceramente era un lujo ver el laburo que había puesto en ese lugar, a la larga uno terminaba perdiéndose entre tanto pasillo y demás, pero es que todo lo que había valía la pena conocerlo. Hasta los baños estaban ambientados dependiendo la ciudad, los trajes de la seguridad, todo. Era increíble. Cuando ya me cansé de caminar bastante, me volví a tomar el tren aéreo para ir al Central World a comprar algunas cosas. Tras perderme dos o tres veces, ya que el edificio está dividido en cuatro shoppings interconectados lo que hace que todo sea complicadísimo, llegué donde quería, compré y me fui al mercado de Pratunam a comprar los últimos regalitos. Me tomé el bote de nuevo, compré mi ananá en la Th Ratchadamnoen y me vine de nuevo al cuarto para estar con aire y esconderme del calor de Bangkok. Salí obviamente para comer, y como los últimos días vivo en los negocios de comida rápida, así que si había bajado unos kilos, estoy trabajando para subirlos de nuevo. Ya en la pieza listo para noniar.







miércoles, 9 de mayo de 2012

Regresando a la capital!


Día 25: El día comenzó a full en la playa. No más levantarme me fui para ahí a nadar un rato. El agua estaba increíble porque a pesar de hacer calor no se había calentado tanto. Al rato salí para acostarme un rato en la arena y tomar un poco de sol, pero a la media hora el mismo estaba fuertísimo así que lo mejor fue ir a darme una ducha y buscar algo para desayunar, aunque era casi el mediodía. Me compré un zumo y unas obleas. Cuando iba camino a la pieza de nuevo, me cruzó Gus que iba a comprar algunas cosas también así que lo acompañé y luego fuimos a su casa a hablar un poco. El resto de la peña había ido al pueblo de Thong Sala a hacer compras. Al rato me devolvió a mi alojamiento y estuve un rato en la PC hasta que me agarró hambre y fui a comprar una hamburguesa para comer. Al regreso me fui a leer un poco a la hamaca ya que había viento pero no tanto, es por eso que pensé que sería mejor aún leer tirado en la arena. Agarré mi toallón y me tiré un rato hasta que los párpados empezaron a pesar más que mis ojos y me quedé dormido. Habré estado casi hora y media tirado ahí, cubriéndome de la arena que levantaba el viento solo con mi libro, y un perro al lado custodiándome. Realmente me di cuenta que era hermoso eso, el suelo se acomoda a la forma de tu cuerpo mientras tu descansas sin que lo que ocurra alrededor importe demasiado. Cuando me volví de mi siesta estaba hablando con la familia hasta que me llamó Alberto para venir a la playa, así que hasta ahí fuimos de nuevo. Hablamos mucho y hasta mirábamos estrellas y planetas con un programa del celular de él. Increíble. Habíamos quedado en comer, así que me fui a cambiar y esperamos que Gus nos diera el OK para ir al restó de buffet libre, pero dijo que estaba complicado así que nos fuimos los dos no más. Cuando llegamos nos pusieron la parrilla en la mesa y podíamos tomar toda la comida que queramos para comer. Carne de pollo, cerdo, panceta, langostinos, calamares, bolas de carne, verduras y salsas de todo tipo, huevos de gallina y codorniz, todo una delicia. Nos pusimos a cocinar la carne y al lado se formaba una sopa con el caldo que caía más las verduras que estaba genial. Cuando comíamos llamó Gustavo para decir que estaba yendo para ese sitio, así que los tres empezamos a comer de todo, acompañado por unas Chang, infaltables. No salió caro, cada uno 200B con la bebida. Al regreso Alberto vino a la cabaña y estuvimos escuchando música thai y viendo videos de Yayo y su cuarteto obrero, se pasó. Al rato él se fue y yo me fui a dormir.


Día 26: Mi último día en la isla iba a comenzar de la mejor manera. Bien temprano sonó la alarma del reloj, más precisamente a las 6.00 hs, todo para ver al equipo de mis amores, Colón de Santa Fé. Nada podía comenzar mejor que con un gol del charrúa Alcoba a los 2 minutos de juego. Que hermoso, se venía venir otra victoria, y claro, si no estoy en Santa Fe ganamos seguro. Si llegamos a perder después de que llegue me rajan a patadas de la ciudad. Por suerte terminamos ganando 2 a 0 aunque podría haber sido por más. Faltaba poco ya para irme, seguí mirando un poco de deporte por internet y hablando con la familia. Más tarde fui a desayunar algo y cuando volví Alberto me llamó para arreglar a que hora me llevaba al puerto a tomar mi bote. A la hora que habíamos acordado, él aún no aparecía y de Gus no había tenido noticias así que me tomé un taxi por 100B al puerto. A los chicos no los ví. Cuando llegué había cientos de extranjeros como yo, debíamos entregar el ticket y nos ponían un pequeño sticker en el pecho para identificar el destino. Mi destino era Bangkok, pero otros también iban a Koh Tao, Koh Samui, Krabi y otras tantas islas. Llegó nuestro barco al rato de estar ahí y comenzó la travesía. Bebés llorando, minas borrachas que eran peor que los nenes, y otras cosas que hicieron que el tramo hasta el puerto haya sido medio insoportable. Por suerte el libro se podía leer cuando no me dormía. Llegamos y las mochilas estaban todas desparramadas y pasamos un buen rato para encontrarlas. Cuando bajamos ya con el equipaje tuvimos que caminar un rato hasta el lugar de donde íbamos a tomar el cole. Para comer, nos salía un sanguche de jamón y queso 60B, el agua chica 20B, las papas fritas Lays 40B, y para ser Tailandia es un afano. Cuando subimos al cole, la gente que subió última se tuvo que sentar en el suelo, o sea que una hora más viajando incómoda. Solo una hora porque nos llevaron hasta Surat donde teníamos que esperar otra hora y media para tomar otro bus. Más comida cara y ahora nos cobraban hasta el baño. Llegó la hora de subir y nos acomodamos. Apretados, como nunca viajé con cole lleno así que estaba en el fondo durmiendo un poco más arriba de un gringo. Solo paramos cerca de la medianoche para comer, si se podía pagar. El colmo que una bolsita de ananá salga 50B, una locura sabiendo lo que a ellos les sale. Pero bueno, estábamos ahí y era el único lugar hasta llegar a Bangkok. Le llegada fue cerca de las 4.00 am y por suerte nos dejaron a un paso de Khao San Rd. Por suerte el dormitorio donde me quedaba antes no descansa así que a esa hora conseguí cama. A dormir.


domingo, 6 de mayo de 2012

Ko Phangan - Se terminó!


Día 22: Noche complicada para dormir. La baja tensión de luz hizo que durante la madrugada varias veces se corte la energía y se complicaba sin el ventilador, encima eran las 10.00 hs y la misma seguía cortada. La mejor opción fue despertarse y lavarse la cara con la mejor agua, la del mar. Un rato de nado y un poco de sol para arrancar el día de una manera muy relajada, como todos los días para no salir de la rutina. Como los chicos no me habían llamado y yo no tenía ganas de molestar me fui a “desayunar” pollo asado con arroz (45B) y cuando salía e iba para 7-11 y me los encontré a Beto con Nano, así que me fui con ellos hasta la casa de Gus, donde ellos paran. Mi amigo “curraba”, como ellos le llaman al trabajo y a lo que nosotros si le llamaríamos curro, mucho trabajo tenía así que estuve poco rato y decidí que lo mejor era agarrar mi moto e ir a alguna playa de la cercanía. Para salir liviano esta vez no llevé mi mochila, solo en toallón en el guarda equipaje y las cosas de valor en una bolsita. Me decidí finalmente por Haad Salad. Luego de subidas y bajadas, y de recorrer unos 4 km más o menos, bajé a la playa, tomé algunas fotos para los que quieren verlas, dejé mis cosas y me fui al agua, siempre teniendo cuidado de los corales ya que mis pies tienen más heridas que Frankstein. Todo venía bárbaro y se empezaron a escuchar ruidos, pensé que eran los motores de algunos botes, pero terrible tormentón se estaba viniendo. Como pude junté mis cosas, busqué la moto y preparé la vuelta. Acá se viene tormenta y correte, porque las palmeras se mueven para todos lados, parece que se van a caer, el viento levanta tierra y el agua hace la ruta patinosa. Llegado al alojamiento y con un viento hermoso que soplaba decidí darle una oportunidad a una novela que había cambiado en Pai por una guía, trata sobre la historia de Ramses y Moisés en Egipto, así que tirado en la hamaca me leí varios capítulos. Más tarde saqué mi computadora afuera para tener mejor señal y aprovechar el vientito y me puse a mirar videos sobre las cuestiones políticas que llevaron al fin de la ex República Federal de Yugoslavia. Muy interesante, me colgué varias horas a veces interrumpiendo para poder hablar un poco con la familia y amigos, y para ir a buscar algo de comer. Día demasiado tranquilo.
Día 23: Temprano ya tenía todo pensado para este día, al menos por la mañana. El plan fue tomar la moto e ir hasta el pueblo más grande de la isla, Thong Sala. Ahí la idea era buscar diferentes precios de musculosas con colores bien llamativos. Pregunté bastante, recorrí varios lugares y luego de regatear un poco conseguí algo por unos 150B. Ahora lo que necesitaba era encontrar alguna peluquería que no me mate para raparme los pocos pelos que me quedan arriba. Una me quiso cobrar 200B, y pagar más de $30 ni mamado. Saliendo del pueblo encontré una viejita que por 100B me rapó, me pasó la navaja debajo del cuello y encima te hacía como masajes en la cabeza. Muy bueno, así que ya estaba listo para la FullMoon Party de esta noche en la playa este de Had Rin. Con mi nuevo estilo a lo Chevantón, me fui a visitar a mis amigos a la casa de Gus, el cual estaba fuera hablando por teléfono. Lo esperé y a los minutos llegó el resto de la peña. Habían ido a comprar para hacer unas auténticas tortillas españolas y me invitaban a comer con ellos. Lo que extrañaba una buena tortilla. Antes me decidí en ir a devolver la moto para no seguir usándola, prefería caminar si era necesario, para poder hacer algo de ejercicio al menos. Nano me acompañó para luego traerme de nuevo a la casa. Pagué a quien me la rentó unos 540B por tres días de uso y dos botellas de gasolina. Cuando busqué a Nano que había ido a buscar pitis (cigarrillos) para Alberto, vi que estaba mirando un negocio con ropa de segunda mano, o usada, y había remeras comunes por 35B (unos $5 argentinos). Entre ellas una blanca original del Real Madrid de entrenamiento con el dorsal de Beckham que no dejé pasar a pesar de no tener la más mínima simpatía. De regreso en la casa, escuchamos un poco de música mientras la peña cocinaba y Gus estaba al teléfono por temas del curro. El olor que venía de la comida imaginaba una gran tortillas, o dos en este caso. Además Nano se mandó dos ensaladas de lechugas, tomate, pepinillos, y mayonesa con queso y atún. Con lo último para mi lo arruinó, pero con dos tortillas gigantes se pasó. Comimos eso hasta reventar y al rato comencé a caminar de regreso. Había hecho bien en dejar la moto, tenía que bajar lo que comí. Cuando llegué el cansancio después de la comida fue más fuerte y viendo que el día estaba nublado me quedé en el bungaló descansando para ir a la fiesta. Este era a la vez un día muy especial ya que mi hermanita Avril cumplía años y yo no estaba ahí para saludarla, por eso fui a llamarla por teléfono. Escucharla fue algo hermoso y me agarró ganas de volverme como sea, pero faltando tan poco solo debía aguantar un poco más. Hable también con mis padres y después con mi abuela Mary. Como extraño a toda mi familia y amigos. Ya cerca de partir para la playa, llamó Gustavo para decirme que me pasaba a buscar, fuimos al 7-11 y compre un par de Chang. En la casa la peña estaba mirando algunos videos por internet y al rato con Nano nos fuimos a tomar un saengthaew, el taxi del pueblo. Alberto estaba tirado durmiendo y dijo que al rato iría en moto. Nos salió 100B cada uno hasta la playa, camino largo y apretado en la cabina con el conductor porque en la parte de atrás había más de diez personas. Cuando llegamos vimos que todo comenzaba a ser una locura. Remeras de todos los colores, gente pintada, y mucho alcohol. Lo que generalmente son los buckets, pequeños baldecitos donde se pone una petaca de Song Saem, el ron tailandés, coca o alguna otra gaseosa y Red Bull. Compramos uno a media con Nano y encaramos para la fiesta. La entrada a la fiesta salía 100B lo que no estaba tan mal. Dentro de la fiesta, en la playa, abundaban los bares que vendían más alcohol y los escenarios donde la gente bailaba sin parar. En la “pista” había hasta un sector para que aquellos que no se mantenían en pie puedan dormir, la “Sleep Zone”. Cada tanto paraban de bailar para ir al baño natural, ahí no más en el mar. Fiesta, baile, música, color, y alrededor de 5000 personas bailando en la arena. La vuelta fue tranquila, lo que me acuerdo. Subimos a un taxi por 200B cada uno, no conseguimos mejor precio y parados fuera de la camioneta veníamos. Cuando hubo que bajar pegamos un grito y ya. A dormir.


Día 24: Desparramado en la cama no entendía nada. El efecto del ron se sentía. En mi celular tenía llamadas perdidas de Gus y un mensaje. Había venido a la playa, dejado las cosas afuera y ni me había enterado. Más tarde me llamó para que vayamos a la playa de Ko Ma para hacer snorkel, así que cuando estuvo listo me pasó a buscar con su moto. El camino era largo y empinado, pero luego de 15 minutos en moto llegamos a ese paraíso natural perdido en el norte de la isla. Mientras Alberto y Nano comían, con Gustavo nos fuimos a hacer snorkel. Miles de peces de colores varios y formas, uno más lindo que el otro la verdad. Y las formas de las rocas debajo del mar también son muy hermosas. Ya cansado un poco, y con hambre me fui a comer a un bar que estaba cerquita y tenía buenos precios. Un plato de macaroni con salsa y queso por unos 70B y luego una ensalada de frutas por 50B. charla a la orilla del mar, tirado en la arena, y más tarde cuando los que estaban en el agua salieron me volví al bungaló para descansar un poco. Tarde tranquila en la compu. Cuando me agarró hambre me fui y compre un panqueque con banana y nutela, y atrás me comí dos hamburguesas de pollo. Un animal. De nuevo en la pieza me relajé en la hamaca y traté de ver un poco de tele por internet, o leer los diarios para estar más o menos al tanto de las noticias de mi país. Solo salí de nuevo para comer por la noche un riquísimo Massaman curry, el último de mis días en Ko Phangan, y creo el mejor plato tailandés que comí en mi viaje. Hablé un poco con mi amigo del restó y me vine a descansar y ver futbol por internet.

sábado, 5 de mayo de 2012

Ko Phangan: y se va la segunda!

Hoy antes de poner cualquier cosa sobre este paraíso, quiero dedicarle el posteo a mi amor que está cumpliendo añitos allá en Argentina. TE AMO CON TODO EL CORAZON AVRIL. NO VEO LAS HORAS DE VERTE Y PODER ABRAZARTE Y PELLISCARTE ESE CULITO QUE ES MIO NO MAS!

Ahora si, va la continuación de mis días.



Día 20: Nuevamente descansé súper bien en mi bungalow y luego de buscar algo para el desayuno me vine a nadar un rato a la playa más cercana. Estuve ahí buen rato, descansando y engordando la vista por tanta belleza, siendo casi de pura exclusividad para mí ya que si había tres personas en toda la playa creo que es mucho. Muchos quedaban en sus hamacas paraguayas escuchando música o hablando entre ellos, yo disfrutaba de lo que la naturaleza me regalaba en ese momento. Un clima genial, con un sol suave y una brisa que refrescaba cuando empezaba a picar. Así estuve buen rato tomando sol hasta que encontré la hamaca paraguaya de la playa libre y fue ahí donde me dirigí con mis cosas. Puse un poco de música, Tan Biónica es una buena compañía en cualquier sitio, y me relaje completamente casi hasta el punto de dormirme. Pasado el rato, debía sacarme toda la arena así que marché a tomar una ducha fresca y chatear un poco con quien esté conectado a las 3 am de Argentina, y mi padre me estaba esperando, tuve suerte. Hablamos un poco, mientras leía diarios y miraba algún video, cuando me sonó el móvil, era Gustavo que decía que si no hacía nada vaya para la casa que estaba con su amigo. Terminé lo mio, fui al restaurante de mi amigo el tailandés y alquilé una moto Honda muy bonita (150B por día, más la botella de gasolina 40B), llené el tanque de gasolina, aprendí el mecanismo de ella y fui a la casa de mi amigo con mi nuevo vehículo. Cuando llegué, además de Alberto estaba Fernando, otro madrileño buena onda, miembro de la peña (grupo) española que vivía en Tailandia y se dedicaba al negocio de la ropa. Pues parecía que esto funcionaba muy bien ya que todos hablaban de los planes que tenían con los diferentes mercados y han podido quedarse viviendo años en este continente. Estuvo muy bueno estar todos juntos ya que hablamos de muchas cosas como política internacional, destinos, etnias, negocios, etc. Realmente el cambio de opinión con personas de otro lugar del mundo y sus puntos de vista son apreciables para conocer aun más las culturas. Al rato decidimos ir para la playa que está cerca de mi alojamiento nuevamente, pero fuimos a un sector donde había más rocas y corales. No me cansé de cortarme los pies, terminé bastante lastimado ya que el filo que hay en ese sector es bastante. Con Gus y Nanin (Fernando) buscamos de nuevo el objetivo de días anteriores, tratar de subir al faro y hacia ahí nos dirigimos. Nadamos bastante y esta vez me cansé muchos menos, pero cuando quise subir apoye mi pieza donde creo que había un erizo o algo que me pinchó mucho. Más dolores para mis pies, coleccionaba lastimaduras. Igualmente me puse unos zapatos que había llevado Nano y probé pero solo llegué a trepar algo sin llegar a la cima. Al menos fue un avance, más delante seguiré intentándolo. Volvimos y para esquivar las rocas debimos rodearlas llegando casi al sitio donde queda mi habitación. Me puse a hablar con Beto y me bajó la presión, había comido poco y mucho ejercicio, necesitaba otra ducha y algo energético para tomar. Fui al 7Eleven, y cual fue mi sorpresa y  el hombre del puesto de frutas que estaba al lado me llamó y me dio las llaves que había perdido el día anterior, un maestro. Así es la gente aquí, no toca nada que no sea suyo, puedo dejar la moto en cualquier lugar con la plata y el casco puesto  y a la vista que si vuelvo al rato lo encontraré aún ahí. Volví, y Beto y Nano seguían en la playa. Hablamos más aún y cuando tocamos el tema de la comida en los diferentes lugares del mundo se nos abrió el apetito instantáneamente, así que partimos para probar las delicias de nuestro amigo y su restó de comida hecha con amor, como decimos aquí cuando vemos que la gente trabaja con empeño. Además notamos que es una familia muy humilde que se dedica a eso y cuando estamos ahí se preocupan totalmente por todo, si la comida está rica, caliente, pet (picante) o mai pet (no picante). Nos gusta mucho. Pedimos tres curries, el famoso masaman, uno de leche de coco con gambas o langostinos y verduras, y yo uno de curry de limón con pollos y verduras, todo siempre con arroz. Estaba bien picante, casi me muero, la dueña y su familia se reía pensando que estaba caliente, pero le dije que estaba “pet”, ella decía que “mai pet” sino que “hot” (caliente) no más, pero mi cara cada vez ardía más. Era muy chistoso, la peña probó el plato y me dijeron que eso no era nada. Se notaba que venían viviendo hacía dos años en el país comiendo de todo. Terminé una parte, como pude y cuando estuvimos listos pagamos y nos fuimos. Yo para el 7E a comprar un agua y unos dulces y ellos para tomar una ducha. Como todas las noches hay tormenta de rayos aquí, pensé que solo sería eso, la lluvia nunca aparece generalmente, pero esta vez fue la excepción. Así que si tenía planeado algo se esfumó. Encima sin internet justo cuando estaba hablando con mis seres queridos, familia y amigos. También intenté llamar por teléfono, pero parece no tenía el crédito suficiente para hacerlo. Un poco aburrido ya a dormir.


Día 21: Cerca de las 11.00 hs arrancamos con la peña hablando de todo un poco en la casa de Gus, que de paso me dio unos regalitos que me mandó Mary, la profe de thai para mí. Les cuento que las clases las abandoné, es que pensando que en algunos días me vuelvo y el uso que le voy a dar no va a ser tanto preferí disfrutar el tiempo y el dinero de otra forma. Por eso tras la charla, decidimos hacer un desayuno/almuerzo en un puesto, o garito según los españoles, que visitamos bastante. Se especializa en cosas a la parrilla (pollo y pescado) además de las típicas comidas thai. Mis amigos, de buen estómago y acostumbrados a la vida de aquí, se pidieron dos pescados, tres platos de pollo, y tres ensaladas picantes. Yo solo el pollo. Y por últimos buscamos sticky rice (arroz pegajoso) para todos. Está bueno porque se moldea con la mano y acompaña la comida haciendo lugar del pan, bastante aceptable. Terminamos bastante llenos y tomamos las motos para ir pegarnos un baño en alguna de las tantas playas que podemos elegir en toda la isla. Esta vez fue el turno de Haad Yao, una playa tranquila a solo 30 m de la ruta y cómoda para luego pegar la vuelta. Apenas entrar, las temidas piedras y corales ya empezaron a cortarnos a todos, excepto a Nanin que tenía una zapas de plástico muy bueno para caminar sobre superficies mojadas o rocas, y sobre todo para no lastimarse. Como eso en Argentina no se consigue pensé en comprarme unas para mi y otras para vender, viendo que podría ser un buen negocio. Ahí entonces comenzamos a tocar diferentes posibilidades de trabajo de cada uno y demás. Cuando se hacía la hora de las clases de thai de la peña, yo me volví al bungaló ya que me iba a ir a jugar al futbol, o eso es lo que yo pensaba. Sucedió que estuve más de una hora buscando la cancha donde practicaba el equipo local, el Farang FC, y podían ir los extranjeros a jugar sin problemas. Tomé la ruta correcta buscando la escuela de Ko Phangan pero nunca la encontré, y los que me decían, en su pobre inglés, terminaron mareándome. Decisión final, volverme al hostel. En el camino paré para hacer algunas fotos y luego me vine a la playa que está cerca. Más tarde me entró hambre ya que solo había comido ese pollo y algunas masitas, así que me fui a comer algo de mi amigo el del restó. Pedí una especie de caldo de pollo con verduras cortadas (coliflor, zanahoria, choclitos y tomate) con un agua chica (80B por todo). Cuando terminé el perro motoquero quería que lo lleve a pasear en mi moto así que lo llevé unos metros para risa de los demás comensales, y luego me fui al bungaló para tirarme un rato con mi PC y luego descansar.

jueves, 3 de mayo de 2012

Ko Phangan


Día 17: Temprano arriba y sin desayunar para comenzar una travesía larga. Comencé yendo a tomar el bote cerca de las 8.00 hs a la costa este de Railay pero como la marea estaba muy baja caminamos unos 50 m por el barro hasta subirnos. Antes de llegar al otro puerto pasamos por la playa de Ao Nam Mao a buscar a una pareja de la India. Cuando bajamos subimos a una traffic que nos llevaría al centro de Krabi donde, para variar, esperaríamos una hora hasta que todos los que íbamos a la islas seríamos trasladados hasta Surat Thani. La espera terminó y luego de más de una hora de viaje llegamos a destino. Pero, por las dudas, teníamos que esperar una hora y media más para que nos busquen para llevarnos al puerto de Donsak. Mientras junto con un polaco que venía para Ko Pha Ngan como yo, salimos a buscar un kiosko para comprar tarjetas de recarga de mi número de teléfono en Tailandia y el un nuevo chip. Caminamos un rato hasta que encontré lo que quería, es que necesitaba llamar a mi amigo Gustavo, un español que vive en la isla e iba a buscarme en mi arribo. Llegó el bus, arriba y a mirar una peli, es que apenas la pusieron pensé que tenía más de 2 horas de viaje, y solo fue la mitad, o sea que luego me enteraré del final. Ya en el puerto nos dan los boletos y corremos hacia el muelle 3 para tomar el ferry que me llevaría hasta la isla, siempre con un calor terrible, nos sentamos en unos asientos aceptables y cómodos. Aún faltaban dos horas y media de viaje, y ya había perdido la cuenta de todos los cambios hechos entre la cantidad de transportes que había tomado. Comí solo comida chatarra, algunas papas con gaseosas mientras miraba peleas de muay thai y un programa estilo Talento Argentino en thai. Las cosas que uno hace en estos lugares con tal de llegar a donde uno quiere. Como anunciaba el folleto del ferry Raja, a las 16.30 hs locales tocamos puerto isleño, bajé entre la multitud, gran parte tailandesa, y me fui a un 7 Eleven a tomar un café helado y esperar que mi amigo me venga a buscar en su scooter. Se demoró un poco, ya que estaba tomando clases de idioma thai, algo que me interesó mucho debido a mi fascinación por los idiomas. Cuando llegó nos dimos un abrazo, ya que nos pareció muy loco que todo haya comenzado atrás como una relación cliente-vendedor de remeras de futbol. Entre tantas charlas tenidas me dijo que debía conocer Tailandia, y es por el que en gran parte estoy donde estoy hoy en día. Cargamos el equipaje en la motina (pequeña moto en vez de motito, como dicen los asturianos) y salimos en busca de mi alojamiento, ya que él se había alojado unas semanas antes. No sin perdernos en el camino, llegamos a destino. Me recomendó ese sitio porque yo le dije que buscaba tranquilidad y cuando estaba ahí no podía creerlo. Un bungalow de madera con dos hamacas paraguayas, una cama grande, ventilador, baño, wi fi en la habitación y, lo mejor, a solo 20 m del mar en una playa increíble, donde no viene casi nadie (200B diarios). Dejé mis cosas y Gustavo me llevó a conocer su casa, la cual está realmente muy buena. Hizo algunas cosas que debía hacer de su trabajo y nos fuimos a comer a un lugar tradicional cerca de la escuela de idioma thai, y justo cuando pasábamos por delante estaba Mary, la profe thai que me empieza a dar clases desde mañana y me pareció muy simpática. La comida que decir, exquisita sinceramente. Gus en su buen thai le pidió unos platos para que yo pruebe y la verdad que es lo mejor que probé en toda mi estadía hasta el momento. Los nombres de los platos no los sé, solo que era pollo con verduras fritas y en otro tazón curry rojo con leche de coco, pollo, papas y maní. Estaba “aloi” o muy bueno como decía nuestro anfitrión, es que el dueño me enseñó mis primeras palabras en thai. Fue cerca de hora y media que escuchaba como hablaban y me explicaban como a los nenes, señalando el objeto y diciendo la pronunciación, siempre en compañía de nuestro amigo el perrito motoquero, que ladra a las motos pero solo para subirse y pasear. Ya al final fuimos a comprar palillos y el “zumo de primavera”, una especie de yogurth que no sabemos de qué está hecho, pero que está bueno está. Me dejó en mi bungalow y luego de una ducha relajante con agua sucia aquí estoy dispuesto a dormir hasta que me levante el canto de algún pájaro.
Día 18: Último día del mes de abril y aún sigo aquí lejos en el sudeste asiático. Mañana relajada con un desayuno barato armado a base de café helado (24B) y medialunas con jamón y queso (16B) tomado en la playa. Cuando estaba por dormirme en la arena, me suena mi celular y era Gustavo, que si estaba en la playa lo esperase que iba para nadar un rato, y fue así que a los cinco minutos ya estaba ahí dispuesto a marchar al agua. Como se encontraba la marea baja, la costa se encontraba sucia por corales y caminamos más de 100 m para que el agua nos llegue a la cintura, obvio que siempre de color claro. Por suerte estaba bastante fría ya que se empezaba a sentir el calor a pesar de que en el cielo predominaban las nubes por sobre los rayos del sol, por lo que nadar estaba muy bueno. Decidimos ir hasta un faro que estaba a unos 200 m de la costa, así que de a poco empezamos a nadar, con la idea de subirnos por una cuerda, pero cuando llegamos la misma estaba cortada y nos fue imposible treparnos. Conformes igual por lo nadado nos volvimos y cuando hice de pie pude descansar un poco ya que estaba muerto de haber nadado. Siendo ya cerca de las 12.00 hs me fui a cambiar para ir a comer y luego a las clases de thai, así que con mi cuadernito nuevo y una lapicera ahí fui. Cuando llegué la profe Marry me presentó a Max, un ruso que vive con ella y luego comenzamos una introducción del idioma thai. Lo que me explicó al principio fue los 5 tipos de tonos que tiene esa lengua y como suena cada uno, y después de un rato pude decir todos los tonos lo que según ella no era poco ya que algunos tardan días de clases. Seguimos con algo de vocabulario y pronombres. Terminé armando frases y aprendiendo de a poco. Al final contraté 12 hs de estudio en 6 días de clases (2200B con descuento). Cuando salí me di cuenta que había perdido las llaves del bungalow y tuve que recorrer todo el camino hecho anteriormente para ver si las encontraba. No pasó nada pero me llamó Gustavo y me dijo que no me preocupe, que aquí la gente no se hace mucho drama. Mejor entonces volví para la recepción y cuando llegaba me asustaron unos gallos, me hicieron mirar al piso y ahí estaban tiradas mis llaves, cerca de mi alojamiento. Fue super. Ya ahí me volví un rato a la playa y me eché una siestita en la playa, hasta que las hormigas me despertaron. Con un poco de hambre me fui a comprar unas masitas, yogurth y agua. La tarde me la pasé escribiendo y estudiando un poco hasta que se hizo la hora de la cena. Ahí fui de nuevo de mi amigo que habla y me enseña algo thai también, es un grosso. Me preguntó como estaba y le pude responder, que es un gran avance. Luego me pedi un kai masaman curry con una naam lek o agua pequeña (todo 80B) que estaban de puta madre (según el español hablado por Gustavo). Ni bien terminé de comer vine para la habitación porque fuera refucila que parece que el cielo está por caer, y como el camino de acceso es todo de tierra prefiero resguardarme a tiempo.

Día 19: Levantándome más tarde que de costumbre, estaba en la cama cuando me llamó Gustavo para que vaya a desayunar con su amigo Alberto. La noche anterior me había acostado tarde, ya que me había quedado viciando al Angry Birds por Facebook y luego vi el derby inglés entre los Manchesters, City vs United, que bueno que los “ciudadanos” hayan ganado y estén por salir campeones. Valió la pena quedarse despierto. Volviendo a lo de antes, cuando llegué me encontré con mi amigo con Alberto, que en principio me pareció muy bueno, por suerte no me equivocaba ya que pudimos hablar mucho. Luego de que ellos desayunaran un revuelto de verduras fritas con maní y pollo asado, típico thai, nos subimos a las motos y nos fuimos a una de las playas que quedan al norte de donde estoy durmiendo, To Srithanu. Como siempre agua transparente pero super caliente, el sol estaba que pelaba. Ahí hablamos de todo con el español nuevo del grupo y hasta descubrí su fanatismo por el cordobés Yayo, el loco cantando “Te voy a romper el orto” en el medio de la playa de Haad Salada pensando que nadie entendía y las dos personas que había cerca eran argentinas, muy bueno estuvo. Tras esa situación chistosa, y de cortarnos los pies con los miles de corales que hay, nos fuimos los tres a ver una hamaca de madera que colgaba de un árbol, era una típica foto de revista de viajes, solo que mi cámara no la tenía conmigo, excusa para tener que volver a ese paraíso. Jugamos como nenes mientras la gente nos miraba, es que es difícil no sentirse uno cuando se encuentran estas cosas en un lugar de esas características. Ya cansados nos volvimos para cada uno hacer sus cosas, en mi caso me vine al bungalow a tirarme un rato. Más tarde me fui a comprar un yogurth y agua ya que no había comido nada, y esta vez sí, cuando volvía quise abrir y me faltaron las llaves, y nunca aparecieron. Caminé por los caminos que había tomado, estaba el mismo gallo y todo, pero no quiso que la encuentre, tal vez debía perderla. Cuando buscaba me encontré nuevamente con Gus y Beto en el restó de nuestro amigo, y obvio comiendo un delicioso Masaman Curry. Ahí les comenté y me dijeron que no me preocupe, que solo pague la multa (200B) y tome otra llave, y así lo hice. Me vino a buscar mi amigo para alquilar una moto a Merry, la profesora de thai, que por cierto ya no estudio más, pero ese es otro tema. La cosa fue que la moto no estaba porque el dueño justo la estaba usando. Igual fuimos al centro de la isla, Thong Sala para cambiar dólares y conocer un poco. No solo cambié dinero si no que también que probé cosas tradicionales en un mercadito muy lindo. Comencé con unas bolitas de pollo, estilo a las albóndigas, seguí por un batido de algo lila que no era nada que conozca con gelatinas al final y crema, chocolates y cereza de adorno encima. Y finalmente probé el fruto prohibido de Tailandia, prohibido para entrar en aeropuertos, hoteles y lugares cerrados. Es que el rey de todos los frutos según los tailandeses huele de una forma que mejor pasarle lejos, parece una especie de ananá gigante con muchos más pinches y un tronco grande arriba. Pero cuando lo abrimos encontramos una pulpa que se simila a un cerebro por decirlo de una manera. Lo vendían en paquetes y el mio costó unos 40B, nada casi para lo costoso que es esa fruta en otros sitios del país. Me dijeron que mejor compre poco porque es súper empalagoso. Nos apartamos un poco del mercado y Gustavo se dispuso a abrirlo despacio para luego cerrarlo y terminarlo en casa. Cuando lo corte parecía como tomar flan con la mano, se deshacía y su aroma era bastante peculiar, pero entonces que decir del sabor. Lo más parecido o conocido según mi parecer, fue que era similar a una especie de cebolla dorada que se pone dulce pero sin ser tan fuerte, y muy dulce. Todavía no logro definir si fue rico, pero si que fue único, porque el sabor y olor me acompaño durante rato largo. Está bueno, vale la pena probarlo ya que no se consigue en ningún lugar del mundo que no sea este país. En verdad, hay decenas de frutas de clima tropical que no sabría como  llamarles en Argentina. Una vez salidos de ahí nos fuimos a hacer compras a un supermercado cerca donde se llevaron de todo para la casa nueva que les dieron hoy. Un caserón hermoso, todo de madera, y cerca de donde vivo. Llegamos a la misma por un camino equivocado que erramos pero salimos más directo de pura casualidad. Ahí en la casa guardamos las cosas y luego Alberto salió un rato en su moto, lo que aprovechamos con mi amigo ya que no habíamos hablado tanto como queríamos, una charla bastante productiva. Luego me llevó a comprar algo de fiambre y pan, y de nuevo a mi bungalow. Contento por tener mi nueva moto para poder moverme más por la isla, me retiro al sobre. Será hasta mañana.

lunes, 30 de abril de 2012

Ko Phi Phi = Sueño cumplido


Día 16: Como hacía días no lo hacía, repetí un desayuno americano bien completo con huevos, salchichas, jamón, jugo de ananá, tostadas con manteca y mermelada, y un buen café. Con el estómago lleno me fui hasta el local de la excursión que había contratado donde me esperaba el vendedor para llevarme hasta el lado oeste de la playa para que me buscara el bote ligero de la empresa “Barracuda”. 9.20 hs como me dijeron el bote estaba ahí, y apenas subirme vi gente de muchos lugares; indios, tailandeses, franceses y otros países de Europa. Apenas comenzaron a rugir los dos motores Honda de 225 HF sentí que me esperaba una gran aventura. El paisaje no podía ser tan espectacular. Nuestra primera parada fue en la Bamboo Island. Siempre con un tiempo de media hora para apreciar cada uno de los atractivos, pero aprovechando al máximo dejé mis cosas en la arena y me tiré al agua a nadar. Tal fue mi sorpresa cuando se me acercaron cientos de peces de color azul y amarillo mientras yo nadaba. Muchos tenían snorkel y yo no, por eso pregunté a mi guía de turno cuando es que íbamos a realizar el snorkelling, pero para que mi preocupación se vaya me dijo que era la parada siguiente. Todos encima del bote nuevamente para navegar unos diez minutos y frenar en el medio del mar. Sinceramente pensé que había pasado algo con la embarcación, pero me di cuenta que no cuando empezaron a repartir los snorkels y chalecos salvavidas. La aventura esta vez sería en el medio del mar en la “Bahía de los Monos”. Al principio un poco nervioso me costó mirar bien, pero más tranquilo pude ver cosas increíbles. Peces de hasta cuatro colores pasando al lado mio, la vida submarina a flor de piel con hermosos corales que estaban a diez metros de profundidad pero que se apreciaban claramente gracias a la claridad del agua. Era de otro planeta lo visto, solo antes conocido por revistas o documentales. Pero debíamos continuar y por eso seguimos navegando hasta “Hin Klarng”, otro lugar para realizar snorkel de mar abierto donde la diversidad de peces era incluso más grande. Cada vez mi sorpresa era mayor. Debíamos continuar y cuando pregunté a la guía me dijo que iríamos a comer, pero al navegar empezamos a ver lugares sinceramente indescriptibles, con las típicas formaciones rocosas, en inglés llamadas limestones, y unas playas excepcionales. Por eso cuando dijeron que estábamos llegando a la Maya Bay, o Bahía Maya, me quedé mudo. Ese era el lugar por el cual yo había contratado la excursión, el lugar que quería visitar para cumplir el sueño de mi viejo y en parte también el mio. Para los que no lo saben, aquí fue donde se rodó la película “La Playa” de Leonardo Di Caprio. No pude evitar que los ojos se me llenaran de lágrimas sinceramente, me había costado mucho ver eso pero al fin estaba ahí, sentía que todo lo que venía después iba a ser innecesario, iba a estar completamente de más, mi objetivo ya estaba cumplido. Sin cansarme de sacar fotos y tirarme en la playa de una arena increíblemente blanca y coralina disfruté esa media hora. Estaba feliz de estar ahí pero debía regresar a la realidad. No sin dejar de ver paisajes espectaculares visitamos la Bahía Pileh para ver la laguna azul y el fondo lleno de corales encerrados por las rocas y luego fuimos a ver la Caverna de los Vikingos, un antiguo asentamiento de tiempos pasados en una cueva natural sobra una ladera de las rocas. Tomamos algunas fotos y continuamos nuestro camino hasta Ko Phi Phi Don, lugar en el cual íbamos a tomar nuestro almuerzo. Éste estaba bien, comida thai en estilo buffet; verduras, curries, arroz y otras cosas que no sé que eran. Pero me extrañó ver al nene francés comiendo patitas de pollo fritas hasta que vi una fuente llena y fue ahí donde ataqué. Eran riquísimas y terminé comiendo como los nenes, con la mano. Ya lleno, salí a conocer un poco la zona peatonal, o en verdad, la única que se puede caminar en la playa que estaba repleto de negocios con precios más altos que las otras playas o ciudades. Cuando estaba por ir a la lancha la guía me ofreció café gratis y tuve que aceptar. Igual no fue lo único que nos dieron, ya que además de todas las visitas, los equipos de snorkel gratis y el almuerzo, teníamos incluído el agua mineral, bandejas de frutas frescas (ananá y sandía) y tortas varias hechas por una panificadora de Krabi. Toda la excursión por un buen precio (1100B) regateado al vendedor porque también le compré mi pasaje hasta Ko Pha Ngan. Cuando volvíamos, muy cansados, venía sentado al final del bote, al igual que todo el viaje, y sentí agua en mi cara. Pensé que el salto de la lancha me había salpicado, pero era que había comenzado a llover, por lo que un buen tramo me moje un poco más aun. Ya al final del viaje, me llevaron a Railay y salí a caminar por la playa que estaba súper, y por suerte encontré a Rob que estaba bronceándose para sacarse la marca de la musculosa que tenía puesta el día anterior. Aproveché y me quede nadando un poco más con la gran vista hasta que decidí volver a pegarme una buena ducha, no sin antes parar a cambiar plata y a probar un panqueque con nutela, una especie de chocolate italiano mezclado con nueces trituradas, una delicia. Por la noche mientras cenábamos con Rob conocimos a dos chicas de Israel, Cher y su amiga que no recuerdo el nombre. Super simpáticas salimos a ver el show de fuego y escalada del lado oeste de la playa y tomamos unas cervezas. Luego fuimos a “The Last Bar” a seguir tomando y a jugar unos pooles con las chicas. 


domingo, 29 de abril de 2012

Viajando al sur!

Como perdí algunos días por los viajes entre ciudades publico algunos más para los que quieran leer. Besos y abrazos!!


Día 12: Lo que se llama un día de vacaciones tirado a la basura. Nos levantamos bien temprano con Paolo y preparamos las mochilas para salir a desayunar, dejamos las cosas en la habitación y salimos al bar que íbamos todos los días. Esperamos nuestro bus de línea luego y este llegó con un retraso de 20 minutos, que aquí en Tailandia, no es nada fuera de lo normal. El bus iba lleno y no había lugares casi. Gente que venía desde Chiang Mai e iba hasta Sapong y Mae Hong Son, como nosotros. Como pudimos nos ubicamos, Paolo en un asiento y yo en un balde en el pasillo bien al lado de la puerta trasera, que como iba abierta yo estaba atento a no volar por el camino en alguna de las cientas de curvas a lo largo de la ruta. Todo era divertido dentro de todo y estaba fresco con un paisaje muy bonito de la montaña. Descargamos gente en Sapong luego de un control policial en el cual solo piden documentación a los nativos de Tailandia y cuando estábamos en el tramo final se largó una lluvia torrencial. Al llegar a Mae Hong Son el agua caía incesantemente y decidimos bajarnos en la terminal, primero para estar al resguardo y segundo para poder averiguar el horario de salida de los colectivos a Bangkok para el día siguiente, ya que la idea era estar solo una noche en la ciudad. Siendo las 15.15 hs y viendo que todo estaba lleno para los días siguientes, que no estábamos cerca del centro y que llovía, pagamos una mini van (B150) y nos volvimos a Pai. Aquí más de lo mismo, pero siempre lindo como los días anteriores, una cena con frutas frescas (B40) para alimentarse bien y no de porquerías chatarras, un buen té de limón helado (B25) y una buena charla de amigos, paseo por la feria y de nuevo a dormir que mañana a las 7.00 hs tenemos la mini van a Chiang Mai.


Día 13: Como costó levantarse por favor. El anterior había sido un día movido pero con viajes perdidos. Este también terminaría siendo lo mismo desgraciadamente pero en fin es lo que hay que hacer para ir a descansar un poco a las islas y conocer las hermosas playas. Después de levantarnos, fuimos hasta la terminal de buses donde tomaríamos el transporte para llegar a Chiang Mai. Como siempre esas mini vans son tan pequeñas que agradecemos que los thais y los pasajeros gringos son flaquitos. Viajamos apretados, incómodos, con calor y encima debíamos bajar las 762 curvas del camino entre Pai y Chiang Mai. A los cabezazos de dormidos veníamos todos, pero para variar, algo me tenía que suceder. Al lado mio venía una pareja española que parecía hacía rato no se bañaban. Me parece bárbaro que no lo hagan si están solos, pero si viajan, por respeto a los demás podrían hacerlo. Hicimos una parada donde respiré aire puro y compré algunas obleas para comer ya que nada había desayunado. Cuando llegamos a Chiang Mai, Paolo compró el boleto para ir a Sukkhotai así que me despedí de él. Mientras yo tenía que buscar un lugar para cambiar dinero, ya que a pesar de haberlo intentado, las restricciones impuestas a nuestro dinero en el país no me lo permitieron. La solución fue pagar un tuk tuk ida y vuelta (B160) hasta el centro y cambiar algo de plata. Regresé y compré mi boleto para regresar a la capital luego de 10 días en el norte de Tailandia. Próximo objetivo: playas e islas. El viaje no fue malo. Tenía aire acondicionado al menos y la verdad que contra los 40ºC que hacían afuera estaba genial. Además dormí como un condenado cuando no parábamos a comprar y estirar las piernas. De noche llegamos a la estación norte de Bangkok y apenas bajé fui a buscar información sobre como viajar al sur. Me dijeron que los buses salían desde la estación cerca del centro, así que lo que decidí fue descansar una noche cerca de la Th Khao San y ver tarifas para ir hasta Krabi. Alquilé una cama en el “25 Dormitory” cerca de Th Rambuttri, zona de bares, comedores y negocios en el barrio de Bamglamphu y dejé mi equipaje. Antes de dormirme me fui a ver la movida nocturna, la cual es enorme y me comí un buen phad tai de huevo (B30). Lleno de extranjeros, entre las cuales encontré dos señoras de Rosario y escuche algunos más que hablaban de Argentina. Como se extraña cuando uno está lejos, a veces para valorar las cosas hay que tenerlas lejos parece, familia, amigos, ciudad, juntadas, etc. En fin, hay que seguir disfrutando.


Día 14: Para comenzar el día quería darme un pequeño gusto, por eso fui a llamar a mi familia. Nada mejor que poder escucharlos en más de dos semanas. Uno teniendo una computadora puede traspasar los límites de distancia, pero me hacía falta escucharlos más que escribirme con ellos. Es por eso que a pesar de no poder hablar con mi hermanita Avril, hablar con mis padres me dio toda la fuerza que se necesita para poder continuar por el sueño mio y el de ellos. Ya mucho mejor gracias a eso, decidí salir a afrontar el día pesadísimo que me esperaba con un calor insoportable (39ºC). Fui a comprar mi boleto a Krabi y lo más económico fue a 420B haciendo escala en Surat Thani en un negocio de una familia judía parecía por los carteles en hebreo. Desayune un yogurth con muesli y frutas frescas y me vine a hibernar a la habitación con aire. Luego pensándolo bien decidí que tenía que ir directo a Ko Phi Phi, pero cuando fui a cambiar el pasaje me dijeron que el precio de 600B publicado estaba mal y que salía 800B. Como no tenía ganas de quejarme a defensa del consumidor en Tailandia, decidí dejar todo como estaba y continuar igual. Aprovechando que estaba afuera, y que había juntado tal coraje, me lancé por las avenidas grandes ya que desde lejos divisaba el Monumento a la Democracia y quería tomar unas fotos. Una vez llegado y luego de haber pasado cientos de puestos de comida, billetes de lotería (otro aspecto que me llamó la atención de la capital) y de frutas y jugos, saqué mis fotos continué caminando en busca del Monte Dorado. Cuando llegué no entré ya que me llamó la atención otro templo similar al Wat Pho pero con otro edificio blanco y decoración marrón. Era imponente y la exhibición que en el había era interesante. Igualmente lo mejor fue poder subir una escalera caracol de 4 pisos para tener una increíble vista de la ciudad. Ya debajo compré las infaltables rodajas de ananá para no morir de calor y de camino por la Th Khao San regateé un poco para poder comprarme una musculosa amarilla con el logo de la cerveza Chang (100B). A esperar para tomar el bus luego de una refrescante ducha en el dormitorio, por el cual pagué 100B más para poder utilizar la pieza por la tarde. Cuando fui al lugar de encuentro para ir a buscar el transfer un chico me esperaba para llevarme hasta el otro lado de la calle, lo que si el camino era bastante particular. Pasamos por un pasillo largo abandonado, por un gimnasio donde los extranjeros practicaban muay thai (kickboxing tailandés) y por otros pasillos llenos de perros comiendo hasta que finalmente llegamos a destino. El bus recién salía a las 18.30 hs y  faltaba una hora completa, por eso fui a un 7 Eleven y compré un poco de café helado, unos bastones dulces de pan y un sándwich de jamón y queso por unos 60B. Ya mientras esperaba comenzaron a llegar gran cantidad de gringos que iban para el lado de las islas. Algunos a Ko Lanta, Ko Samui, Ko Phi Phi y otros como yo a Krabi, entre ellos un canadiense realmente simpático llamado Rob. Hablando un poco pegamos buena onda para estar unos días viajando juntos en las islas. El viaje se hizo largo y durante el mismo pusieron la película de Titanic. Después de una parada para baños y comida continuamos. Por suerte tenía dos asientos para mi solo por lo que pude descansar un poco y con el aire acondicionado del cole funcionando muy bien hasta tuve que taparme con las mantas de Doraemón que nos daban.



Día 15: Bien temprano llegamos a Surat Thani donde nos derivaron en diferentes vans por destino. Luego de un viaje estrepitoso por la velocidad en la que íbamos y el estado deplorable de la ruta llegamos al acceso de Krabi. Ahí llegaba nuestro ticket, por lo que ahora debíamos decidir donde ir. Con Rob habíamos visto varias opciones para alojarnos y la que más nos interesaba era la de parar en Railay, cerca de Krabi solo accediendo por botes largos a motor. Consultamos cuanto nos salía eso y nos dijeron que el trasnfer hasta el puerto y el cruce en bote eran 200B más, pero debíamos esperar una hora más sentados. Cuando pasó esa hora, un alemán que se nos había sumado fue a decirles que nos lleven, ya que acá tienen la costumbre de esperar que hayan suficientes personas para arrancar el viaje. Gracias a la insistencia nos llevaron hasta el puerto pero ahí también éramos solo siete personas para cruzar, una pareja canadiense más mi amigo, el alemán, una mamá thai con su nene y yo. Nuevamente pagamos 20B para no esperar más y finalmente nos cruzaron. Ir llegando a la península y ver todas las formaciones rocosas en la bahía era algo de película realmente, no pensaba que eso pudiera existir, y estar ahí fue verdaderamente shockeante. Ya debajo los tres comenzamos a buscar alojamiento del lado este de la isla y tras tres intentos fallidos encontramos algo con Rob en el medio de la jungla por así decirlo. Era un bungalow con dos colchones, ducha y baño propio, y fuera una hamaca paraguaya y sillas para descansar por un precio razonable para dos personas (400B). Igualmente comenzábamos a notar que nos encontrábamos en un sitio más turístico y por lo tanto con precios más altos que los lugares anteriores. Decidimos tomar la habitación rápido para dejar afuera al alemán que ya se estaba poniendo bastante pesado realmente. Ya duchado decidimos salir a comer algo ya que ni siquiera habíamos desayunado. Fue así que comenzamos a buscar precios y terminamos en el lado oeste de la isla que incluso era más caro en todo lo que es servicios. Volvimos a comer del lado este y luego preparamos las cosas para salir a pasear en kayak. Rentamos uno para los dos (300B) y nos lanzamos al mar de Andaman. Las aguas turquesas con el fondo maravilloso convertía todo en un sueño. Uno no dimensiona estar remando en esas aguas con playas de arenas coralinas mientras en las altas rocas los turistas practican escalada. Sinceramente eso parecía el paraíso, o mejor dicho, lo era. Fueron una hora o más, no lo sé, que estuvimos remando hasta alcanzar las playas de Ton Sai, donde se queda la mayoría de los mochileros. Mientras paseaba por la pequeña playa una familia de monos pasaba por el jardín para trepar por los árboles en ese lugar maravilloso. Ya de nuevo en el kayak decidimos ir para la cueva de Hat Phra Nang, pero cuando estábamos por llegar una tormenta enorme que solo terminó siendo algunas gotas de lluvia nos corrió a devolver el bote ya que el mar comenzaba a moverse demasiado y estaba realmente picante. Volvimos al bungalow luego de la travesía y bajamos a tomar un café helado (50B) con un panqueque enorme de chocolate (60B). ya sin lluvia, era un buen momento para caminar un poco y decidimos atravesar la península nuevamente para ver el atardecer que decían que valía la pena. El lado oeste continuaba genial mientras que el este, donde nosotros nos alojábamos había quedado seco por decirlo de una forma, porque la marea había bajado y los botes estaban varados en la tierra. Volviendo al lado oeste, la gente jugaba al futbol, tomaba fotos, caminaba y Rob decidió salir a caminar para llegar a la otra playa por el lado de la selva escalando un poco pero esta vez decidí quedarme en la arena disfrutando del viento fresco. Ya en cueros me tiré e hice una pequeña siesta teniendo como testigo ese paisaje y la gente que pasaba alrededor sin siquiera molestarse. Aquí el tiempo no parece pasar nunca y cuando me di cuenta estaba solo en esa playa con las rocas ahí, el mar turquesa y tarareando la canción “Loco” de Andrés Calamaro, y realmente a veces pienso como dice él, “soy un loco que se dio cuenta que el tiempo es muy poco”, porque no alcanzaría una vida para describir todo lo que sentía en ese momento. Cada día descubro más y me sorprendo aún más de todo lo que puedo vivir, gracias a mi familia principalmente, a mis amigos que también son mi soporte y a lo que laburo a diario para ahorrar cada peso, es por eso y por mucho más que disfruto todo esto. Tratando de sacar la mejor foto y tener la mejor postal para todos aquellos que no pueden estar donde hoy me toca estar a mí. Por la noche comimos en el restaurante del lugar donde estamos alojados, “Rapala Resort”, que se especializa en comida india y fue cuando probé mi primer plato indio recomendado por Rob. Era un “Butter Chicken” (85B), es decir una especie de pollo a la manteca en un curry rojo de muy buen sabor y un poco picante, y para acompañar un “Naan Malena” (40B) o pan indio parecido a un panqueque pero grueso y mas duro, no como un creppe. Me sorprendí porque no pensé que ese estilo de comida sea tan rico, siempre encerrado a la tradicional comida de los argentinos, carnes varias asadas, y platos derivados de la cocina italiana o de otros países europeos. Eso sí, Rob pidió uno que todavía me arde la boca de acordarme cuando probé un poquito. Después de la cena para relajarnos jugamos unos pools en un bar cercano y me vine a acostar porque me esperaba un día excelente.



jueves, 26 de abril de 2012

Pai en bicicleta


Día 10: Ya desde temprano se podía esperar un día de mucha acción, así que nada mejor que empezar con un buen desayuno americano, como los últimos días. De ahí salimos a rentar nuestras bicicletas (B70) y preguntamos como llegar a los diferentes atractivos cercanos en la zona. El hombre que nos alquiló nuestros vehículos todo terreno nos explicó todo acerca de como llegar y que caminos tomar, todo en un pobrísimo inglés. Eso es una característica primordial del habitante thai, tanto en el norte como en la ciudad, a pesar de no saber bien como decírtelo, van a hacer todo por lograrlo, para que todo salga bien y los turistas queden contentos. Al menos esa es la impresión que me está dejando esta experiencia. Una vez listos con nuestros equipos listos, hicimos una parada en la estación de gasolina para tomar unas fotos y cargar combustible, y continuamos nuestro camino. La ruta era puramente de montaña. Teníamos un tramo de subidas y bajadas, y así alternándose todo el tiempo. Las subidas eran tranquilas pero largas, así que cada descenso por más corto que era nos devolvía el aire para seguir nuestro viaje. Poco a poco los paisajes montañosos nos iban acompañando. El río sobre la derecha con un valle verde y lleno de árboles con frutas como mangos y papayas. Y al fondo, las cadenas montañosas que cambiaban su color con la distancia y por los rayos del sol. Los atractivos comenzaban a aparecer. Un campamento de elefantes se pudo divisar con un ejemplar encadenado, lo que no pudimos ver fue quienes eran los dueños o encargados de cuidar al animal, ya que a pesar de llamar nunca nadie nos atendió. En el próximo tuvimos mejor suerte. Además de que habían varias personas, cuatro elefantes estaban comiendo cañas de bambú. Tomamos varias fotos mientras los bichos se alimentaban pero no queríamos molestarlos por caso se enojen. Lo que también supimos por parte de los cuidadores es que todos los elefantes utilizados para los paseos, realmente son elefantas, todas hembras, tal vez porque los machos pueden ser un poco menos amigables. Pero lo que había visto en el mapa que nuestro rentador no me había marcado era el puente de la Segunda Guerra Mundial. Cuando llegué pensé que era el nuevo ya que había dos y no había visto el antiguo que estaba a un lado. Sinceramente me sentí con algo en el estómago al estar delante de lo que considero un monumento y más teniendo en cuenta que por ahí tal vez pasaron ejércitos asíaticos que luchaban. Es inevitable no trasladarse a ese momento histórico y sentirse parte de la misma, más sabiendo los que me conocen como me gusta la historia y en particular este hecho histórico que involucró a gran parte de las potencias mundiales. Mi amigo Paolo, quien además de ser un gran compañero de viaje es un fotógrafo aficionado me preguntó si no quería tomar fotos en diferentes posturas para jugar un poco con las perspectivas, los puntos de fuga y los colores. Por eso sin pensarlo comencé a ser un modelo por decirlo de alguna manera, lo que realmente me encantó ya que me sentí como un nene jugando a lo más le gusta. Es que no todos los días tenemos a un experto tomándote fotos en diferentes ángulos y en lugares tan importantes. Agradezco ahora que en ese momento el estaba pedaleando conmigo. Las imágenes quedaron excelentes, dignas de postales, a pesar de que mi cara no sea la más fotogénica, pero al menos me sentí muy realizado. Igualmente los que mejor la pasaron fueron los tres niños que jugaban en calzoncillos en el río. Muy simpáticos ellos nos saludaron cuando nos estábamos yendo para continuar. Siguiendo nuestra siguiente parada resultó ser un lugar conocido como Pai Canyon, miradores sobre el cañon por el cual corre el río Pai. Un lugar con unos paisajes y colores increíbles. Nuevamente a jugar un poco con la cámara y a caminar para ver cada detalle del parque. Al salir nos lavamos un poco la cara, ya que al ser cerca del mediodía el calor era bastante y la tierra tapaba un gran porcentaje de nuestro cuerpo, además de que se comenzaba a sentir el cansancio en nuestras piernas. Hacía rato que no realizaba ninguna actividad física donde se requiriera tanta resistencia. Por suerte cada tanto parábamos a comprar agua y aquí esto es realmente económico. Pegando la vuelta por donde habíamos accedido a Pai el día anterior encontramos varios puestos para parar y seguir tomando fotos, como un View Point o mirador todo colorido, una obra de arte realmente que nos dejaba ver una foto del valle de forma increíble. De a poco llegábamos a la ciudad, queríamos regresar a la habitación a tomar una buena ducha para salir a comer algo, pero antes decidimos hacer una parada en el mercado de frutas para comprar ananá fresca (B20). Eso es lo lindo de estos pueblos llenos de turistas. Muchos de los últimos no saben que fuera de las cuatro calles que rodean a los bares, puestos de artesanías y hostales bonitos, existen sitios donde el poblador sale a realizar sus compras, vende productos y lo mejor es que todo sale la mitad del precio que dentro del centro turístico. Sin contar que se puede establecer un contacto con la gente que está genial. Es una experiencia enriquecedora. Salimos a comer siendo las 14.00 hs ya, pero el hambre no tenía lugar debido al cansancio que había y el calor insoportable que hacía, así que mejor tomarse un licuado fresco de manzana y un buen te helado de te verde con jazmin, a pesar de que este último no estaba como esperaba. Caminamos buscando nuevos sitios en la localidad y seguimos encontrando locales de comida, frutas, mercados que aún no conocíamos hasta que decidimos descansar un poco. Cuando las nubes dejaron que podamos ver de nuevo el sol, con Paolo salimos a buscar nuevos lugares para sacar fotos, ya que el juego nos había gustado bastante, pero esta vez con una Canon profesional increíble según el, yo no entiendo nada. Nos metimos en un callejón que nos sacó al río con muchos puentes de cañas y comenzamos la sesión artística de nuevo. Resultó muy divertido y nos acompañaron dos perros que se encontraban en el lugar. De vuelta probamos la cena callejera, un choclo asado con azúcar que estaba muy bueno, pero lo mejor fue la simpatía de la pareja vendedora que pidió sacarse una foto con nosotros. Como no sabían inglés en lugar de los nombres de la comida tenían dibujado una gallina y un cerdo, pero muy chistosos. Después la mujer encantada se puso a posar en medio de la calle y nos pidió que le imprimiésemos una foto para el día siguiente. Antes de llegar compramos una cerveza “Leo” de litro y un panqueque con chocolate para instalarnos afuera a mirar un poco de futbol italiano, es que mi compañero “il tifossi Paolo” quería ver a su caro rossonero (A.C. Milan). Fue un empate y con un poco de enojo se fue a la cama a ver su computadora. Ya terminando el día, y después de 20 km pedaleados por la montaña me espera la cama para abrazarla.




Día 11: Nos faltaba algo por conocer en los alrededores de Pai, y eran las cascadas que estaban 6 km al norte de Pai, en un camino de ascenso que pensábamos realizar en bicicleta, es por eso que esta vez el desayuno estuvo un poco más tranquilo, un buen muffin de moras (B50) y un buen café doble al estilo turco (B40). Renovamos nuestras bicicletas, juntamos todo lo que necesitábamos y salimos a pedalear nuevamente para sorprendernos. Comenzamos la travesía con agua, como siempre y notamos que solo era ascenso, pendiente baja, de poco ángulo pero subida al fin. A lo largo del camino fuimos encontrando muchos lugares para parar a tomar fotos. El primero fue un templo muy bonito con un estanque delante con flores de loto de color rosa, así que mientras una mujer del lugar trabajaba el campo en compañía de su hijita, con Paolo hicimos algunas imágenes para luego meternos de lleno en esa población. Como siempre los niños y las mujeres muy simpáticos, trabajando con sus aves, o jugando con lo primero que tienen a mano. La gente a pesar de ser de pocos recursos son siempre muy limpios y felices con lo que tiene. Volviendo a la ruta continuamos con el ascenso buscando una villa china que figuraba en el mapa. La típica puerta oriental nos dio la bienvenida con mucho color. La gente era súper simpática al igual que la pequeña villa. Dentro de la misma había una especie de castillo con toda simbología oriental que asimilaba a un fuerte. No sé sinceramente que tenía que ver todo eso pero ahí estaba para llamar a los fárang (extranjeros), como nos dicen a los turistas. Luego de varias fotos solo quedaban 2 km de camino para llegar a la cascada pero todo seguía subiendo. Varias veces dejé de pedalear, pero cada vez que comenzaba a caminar aparecían gallinas, gallos y pollos de todos lados así que montaba de nuevo la bici y juntaba fuerzas de donde podía. La espera valió la pena. Había sido más de una hora de ascenso y unas cuantas botellas de agua dejadas atrás, pero el lugar valía la pena. Antes de ingresar al complejo, que era gratis, compramos dos salchichas o chorizos a la parrilla (B25) y huevos duros hechos a la parrilla también (B5 cada uno). Breve descanso y a ver lo que estábamos buscando. Niños jugando en las piletas naturales, con poca ropa, mientras que la gente mayor estila mojarse vestido, pudor o no, todos se divertían mucho. Los gringos llegaban en sus motos a broncearse un poco, los mismos que por la noche se los veía llenos de vendas y raspones caminando por la calle. Esto realmente me sorprendió, la cantidad de heridos que había en Pai. Si no conocen las calles y rutas, para que alquilan motos y salen a andar fuerte cuando no están acostumbrados a manejar por el lado opuesto y en lugares desconocidos. Pero claro, los B100 que vale alquilar por día los tienta, no piensan que se pueden arruinar todas las vacaciones. Volviendo a las cascadas, disfrutamos un poco del agua, del sol, mientras seguían llegando personas de diferentes lugares. Igualmente los únicos dos en bici fuimos nosotros, lo que sorprendió a todos los que nos veían. Lleno de gente y luego de unas horas gastadas ahí decidimos volver. Nos esperaba el regreso, lo que nos llevó tan solo 10 minutos, y si digo que pedaleamos 3 o 4 veces fue mucho. Una bajada genial que solo se interrumpía por las frenadas para doblar o esquivar los pozos, que por cierto eran muchos, aunque al menos los utilicé para acordarme de mi ciudad. Como todos los días en este lugar, pasamos a buscar nuestros ananás y luego de esto devolvimos la bici para regresar a la Noon Guest House y descansar después de una buena ducha. Un poco más tranquilos y relajados salimos en busca del café diario. De solo vernos la señora nos fue a preparar el pedido, es que todos los días íbamos una o dos veces, y es lo lindo de poder quedarse varias noches en un sitio, la gente local nos conocía y saludaba con muchísima simpatía. Los del café, los mozos de la cena, los del puesto de comida en la calle, la mujer del mercado, es hermoso llevarse un poco de cada uno de ellos cuando uno pasa tan rápido. En la noche como despedida decidimos que teníamos que comer algo nuestro, así que fuimos por una buena pasta con salsa (B80) con un café (B40) posterior y para sacarnos el gusto una caipirinha (B50) que estaba muy mala, pero lo que valía era despedirse de la ciudad.