Después de varios meses sin escribir, y de haber visitado gracias a mi trabajo las Cataratas del Iguazú por cinco veces desde mi regreso de Tailandia me siento a contarles un poco las variadas experiencias que conseguí en este destino increíble.
Desde un principio, cuando me dijeron que tenía que viajar a Iguazú a coordinar los grupos me puse muy contento, lo tomé como una oportunidad única que no podía desaprovechar para seguir progresando en mi laburo, y así fue como lo encaré, con todo el ánimo y las ganas necesarias para tratar de que mis pasajeros disfruten de uno de los paisajes más hermosos que tiene nuestro planeta.
Fueron cinco visitas con personas de toda la Argentina y también algunas pasajeras de México. Travesías que sirvieron principalmente para aprender mucho de los errores que uno va cometiendo por la falta de experiencia. El hecho de llevar tantas personas de diferentes edades y con diferentes gustos y ritmos hace que cada viaje sea muy diferente el uno de otro.
Lo bueno es que me estoy haciendo de muchos conocidos en cada uno de los lugares que visito. Sin más que decir les dejo algunas fotos para que disfruten del hermoso paisaje.
jueves, 2 de agosto de 2012
viernes, 11 de mayo de 2012
Sawasdee Tailandia!
Día 29: Mi último día en el país.
Estos días estoy descansando como no lo hacía anteriormente, levantándome
tarde, desayunando un yogurth bien tranquilo, y yendo a comer pasado el
mediodía sin que nadie me apure. Hoy ni siquiera salí de shopping, solo caminé
lo justo y necesario para conseguir lo que necesitaba. Demasiado bien me siento
con todo lo que viví. Como pasó todo. Tan rápido y tan lento. Miles y miles de
kilómetros recorridos, en taxis, tuk tuk, trenes, buses, bicicleta, moto,
elefante, sky train, botes, lanchas, balsas de caña de bambu, saeng thaew, bien
variado. Y todo viviéndolo como el último momento de mi vida. Disfrutando de la
libertad, y por otros momentos de mucha adrenalina y temor también. Temor a lo
que creía desconocido, al prejuicio sobre esas personas que no conocía y que me
demostraron que no son iguales a nosotros, que son incluso mejores, que jamás
te pondrán cara mala si algo les molesta. Que no saben lo que es el robo en la
calle, que no insultan si te atraviesas con tu vehículo, al contrario, tocan
bocina para indicar que quien está al lado tiene el permiso para pasar, que
siempre está sonriendo. Y bien lo dice el slogan del país, Tailandia: el país
de las sonrisas. Todo el mundo vive con una en la cara, les puede faltar comida
y casa, pero la gente y su filosofía de vida hace que nunca estén mal, o por lo
menos no lo aparenten. Tienen muchos problemas, pero no ostentan y hasta los
más pobres tienen una casa digna y se la rebusca de la mejor manera para
alimentar a la familia día a día. Comparten religiones, conviven en el mismo
sitio y no se ve una sola discusión o falta de respeto por el prójimo. Viven la
vida como es, única. Saben que es una sola y hay que aprovecharla. Aunque para
ellos la vida no es una sola ya que la mayoría budista sabe que luego se
reencarnará, la disfrutan a mil por hora y son felices por sobre todo. Muchos
de los occidentales venimos acá para vivir de fiesta en lugar de conocer
realmente a la gente que habita este suelo, que es lo más enriquecedor de este
lugar, el estilo de vida. Cuando estamos en nuestras casas nos hacemos
problemas por cualquier nimiedad y cosas más graves ocurren por estos lados.
Catástrofes naturales, guerras civiles entre diferentes facciones políticas o
religiosas, y nosotros estamos mal porque no aprobamos una materia, no tenemos
el último teléfono celular, la computadora más nueva o no estamos en la última
moda con la ropa. Acá se vive con lo que se tiene, y así como hay gente que
tiene para vivir bien todos los días, hay gente que no, pero no baja los brazos
y lo sigue haciendo. Personalmente me llevo los mejores recuerdos de este país
que me acobijó un mes, uno de los mejores de mi vida. Muchos amigos que espero volver a ver alguna vez en la vida, por eso HASTA SIEMPRE
TAILANDIA.
SAWASDEE!!!
De shopping por BKK
Día 27: Después de dormir solo
cuatro horas, que se disfrutaron a full si tengo en cuenta lo mal que descansé
en el bus, me cambié y me fui a tomar el bote que me llevaría hasta Pratunam,
el paraíso de las compras. Porque eso es lo que es esta ciudad, el paraíso de
todo aquel que quiera conseguir lo que tenga en la cabeza. Todo es posible. Cuando
llegué al sitio, tras recorrer el canal y ver el lado pobre de la ciudad que
vive junto al canal me di cuenta que levantarme no era necesario, llegué cerca
de las 8.00 hs y hasta las 10.00 hs los principales shoppings no abrían. Por
eso me fui para el sitio del mercado. Desayuno rápido en Mc Donald’s y a
conocer un poco la movida y la oferta. Al principio no todo estaba abierto pero
en lo poco que vi pude ver que los precios no diferían mucho de lo que me
ofrecían en Khao San. Solo las artesanías estaban bastante más baratas que en
otros sitios. Un monedero que salía 100B en el centro aquí te salía 30B. Así
como esas muchas cosas. Pero primero quería comprar otras cosas para mi
hermanita y sobrinita. Por eso, como me había indicado Gustavo, me fui para el
Pantip Plaza, pero faltaban 20 minutos para que abra así que terminé en el
Platinum Plaza. Todos edificios monstruosos donde cada uno podría perder un día
buscando entre las ofertas y otras no tantas de estas tiendas. Luego de pasear
por los siete pisos entre los cuales había cuatro para mujeres, uno para
hombre, otro para niños y souvenirs y el último para comer. Siempre para las
mujeres mucho más, es que también se relaciona que busca la combinación posible
en todo lo que viste, y este lugar puede ser el paraíso de las compras para
cualquiera. Cuando se hizo la hora y después de comprar un regalito para mi
sobrinita que me está esperando para nacer, la Pili, me fui al Pantip para
buscar los regalos de las cotorritas diría papi. Eso si que podría ser una
pérdida de cabeza para la mayoría de mis amigos. Portátiles, cámaras de fotos,
discos externos y miles de artefactos para comprar. Busqué mucho hasta que me
decidí por el regalo y lo llevé. Ahora debía volver a la amansadora tarea de
comprar con regateo a los puestos de ropa y eso, pero cuando terminé me di
cuenta de que podía haber sido mucho peor. Salí cargado de bolsas, pero gracias
a una señora que me dio una más grande pude meter la mayoría y se complicaba
menos. Luego me fui al Central World (Mundo Central) y bien puesto tiene el
nombre. Una cuadra entera parece, pero con más de 50 m de alto. Miles de
negocios de todos los rubros, siempre predominando para mujeres pero aquí
muchísimo más variado. 7 u 8 pisos también más un estacionamiento subterráneo
de grandes dimensiones. Cuando pensaba que no iba a encontrar nada interesante,
vi la Kinokuniya Book Store o tienda de libros, con miles de tomos de comics
japoneses y revistas especializadas. Ahí no más no pude con mi genio y me
compré algunas cosas. Más tarde fui a un lugar especializado para comprar más
regalos. Ya cansado de caminar me fui a tomar el bote para pegar la vuelta. De
camino pude comprar ananá a precios razonables (10B). Ya me había quemado casi
$1000 y todavía necesitaba comprar más regalos y un bolso para llevarlo, así
que cambié más dinero y salí de compras de nuevo. Cansado de acarrear bolsas y
de regatear precios complicados me volví para acomodar todo dentro de un
bolsito que me terminó quedando medio chico. Al rato me salí para llamar por
teléfono a la familia. Hablé con mis abuelos Chiquito y la Nona Tona que se me
largó a llorar de lo emocionada que estaba, casi me muero. Y después llamé a
casa y pude charlar con los cinco, me faltó la Pili no más, que espero me
espere para salir de la panza. Más tranquilo y contento salí a comer para
probar la comida del KFC (Kentucky Fried Chicken) una cadena americana onda Mc
Donald’s pero con carne de pollo. Muy bueno estuvo, y además conseguí mi
gorrito de la tribu del norte de Tailandia. Feliz y lleno me vine a la pieza
con aire acondicionado a chatear y dormir un rato. Por cierto, no sé por qué
pero soy el único occidental, todos los demás japonenes, coreanos, chino e
Indonesia.
Día 28: Hoy la mañana está siendo súper tranquila. Más
cuando me di cuenta que realmente no me quedaba un día en la capital, si no
dos. El calor que se siente en el cemento es terrible es por eso que parece que
hoy solo será pieza con aire, compu con música y algún librito para leer. Todo
lo anterior lo había escrito esta mañana (10/05/12). Cuando estaba en la PC
analizando con mi papá las cosas que podía hacer me dije, hay lugares
increíbles que no fui a ver ni tampoco anduve en sky train, y eso no me lo iba
a perdonar. Así que me cambié y salí de nuevo para Pratunam. Tomé el bote como
el día anterior, recorrí las estaciones necesarias, y cuando me bajé pasé por
el lado del Central World y comencé a ver esas rutas “aéreas” que se levantaban
por el cielo y cruzaban la ciudad de un lado a otro esquivando los colosos
edificios de cemento. Hacía 5 minutos me había bajado de un bote que tiene un
siglo casi, para tener que subirme a un sky train (tren del cielo) que solo
tiene 5 años de edad. Y todo pagando lo mismo que el bote. Pregunté donde
quedaba la estación, saqué mi boleto y me subi. Es como ir en un subterráneo de
Buenos Aires, pero la gente te respeta para bajar y subir, y con el aire
acondicionado te congelás. Llegué a mi estación Asok, donde podría ir a conocer
el Terminal 21, un shopping que asemeja a una estación aérea donde cada piso es
una ciudad del mundo y como tales están totalmente ambientadas en todo. Una
locura. El primer piso era el caribe luego Roma, Paris, Tokyo, Londres, Estambul,
San Francisco, Pier 21 y por último Hollywood, donde están todas las
exhibiciones de películas en los cines. Sinceramente era un lujo ver el laburo
que había puesto en ese lugar, a la larga uno terminaba perdiéndose entre tanto
pasillo y demás, pero es que todo lo que había valía la pena conocerlo. Hasta
los baños estaban ambientados dependiendo la ciudad, los trajes de la
seguridad, todo. Era increíble. Cuando ya me cansé de caminar bastante, me
volví a tomar el tren aéreo para ir al Central World a comprar algunas cosas.
Tras perderme dos o tres veces, ya que el edificio está dividido en cuatro
shoppings interconectados lo que hace que todo sea complicadísimo, llegué donde
quería, compré y me fui al mercado de Pratunam a comprar los últimos regalitos.
Me tomé el bote de nuevo, compré mi ananá en la Th Ratchadamnoen y me vine de
nuevo al cuarto para estar con aire y esconderme del calor de Bangkok. Salí
obviamente para comer, y como los últimos días vivo en los negocios de comida
rápida, así que si había bajado unos kilos, estoy trabajando para subirlos de
nuevo. Ya en la pieza listo para noniar.miércoles, 9 de mayo de 2012
Regresando a la capital!
Día 25: El día comenzó a full en
la playa. No más levantarme me fui para ahí a nadar un rato. El agua estaba
increíble porque a pesar de hacer calor no se había calentado tanto. Al rato
salí para acostarme un rato en la arena y tomar un poco de sol, pero a la media
hora el mismo estaba fuertísimo así que lo mejor fue ir a darme una ducha y
buscar algo para desayunar, aunque era casi el mediodía. Me compré un zumo y
unas obleas. Cuando iba camino a la pieza de nuevo, me cruzó Gus que iba a
comprar algunas cosas también así que lo acompañé y luego fuimos a su casa a
hablar un poco. El resto de la peña había ido al pueblo de Thong Sala a hacer
compras. Al rato me devolvió a mi alojamiento y estuve un rato en la PC hasta
que me agarró hambre y fui a comprar una hamburguesa para comer. Al regreso me
fui a leer un poco a la hamaca ya que había viento pero no tanto, es por eso
que pensé que sería mejor aún leer tirado en la arena. Agarré mi toallón y me
tiré un rato hasta que los párpados empezaron a pesar más que mis ojos y me
quedé dormido. Habré estado casi hora y media tirado ahí, cubriéndome de la
arena que levantaba el viento solo con mi libro, y un perro al lado
custodiándome. Realmente me di cuenta que era hermoso eso, el suelo se acomoda
a la forma de tu cuerpo mientras tu descansas sin que lo que ocurra alrededor
importe demasiado. Cuando me volví de mi siesta estaba hablando con la familia
hasta que me llamó Alberto para venir a la playa, así que hasta ahí fuimos de
nuevo. Hablamos mucho y hasta mirábamos estrellas y planetas con un programa
del celular de él. Increíble. Habíamos quedado en comer, así que me fui a
cambiar y esperamos que Gus nos diera el OK para ir al restó de buffet libre,
pero dijo que estaba complicado así que nos fuimos los dos no más. Cuando
llegamos nos pusieron la parrilla en la mesa y podíamos tomar toda la comida
que queramos para comer. Carne de pollo, cerdo, panceta, langostinos,
calamares, bolas de carne, verduras y salsas de todo tipo, huevos de gallina y
codorniz, todo una delicia. Nos pusimos a cocinar la carne y al lado se formaba
una sopa con el caldo que caía más las verduras que estaba genial. Cuando
comíamos llamó Gustavo para decir que estaba yendo para ese sitio, así que los
tres empezamos a comer de todo, acompañado por unas Chang, infaltables. No
salió caro, cada uno 200B con la bebida. Al regreso Alberto vino a la cabaña y
estuvimos escuchando música thai y viendo videos de Yayo y su cuarteto obrero,
se pasó. Al rato él se fue y yo me fui a dormir.
Día 26: Mi último día en la isla iba
a comenzar de la mejor manera. Bien temprano sonó la alarma del reloj, más
precisamente a las 6.00 hs, todo para ver al equipo de mis amores, Colón de
Santa Fé. Nada podía comenzar mejor que con un gol del charrúa Alcoba a los 2
minutos de juego. Que hermoso, se venía venir otra victoria, y claro, si no
estoy en Santa Fe ganamos seguro. Si llegamos a perder después de que llegue me
rajan a patadas de la ciudad. Por suerte terminamos ganando 2 a 0 aunque podría
haber sido por más. Faltaba poco ya para irme, seguí mirando un poco de deporte
por internet y hablando con la familia. Más tarde fui a desayunar algo y cuando
volví Alberto me llamó para arreglar a que hora me llevaba al puerto a tomar mi
bote. A la hora que habíamos acordado, él aún no aparecía y de Gus no había
tenido noticias así que me tomé un taxi por 100B al puerto. A los chicos no los
ví. Cuando llegué había cientos de extranjeros como yo, debíamos entregar el
ticket y nos ponían un pequeño sticker en el pecho para identificar el destino.
Mi destino era Bangkok, pero otros también iban a Koh Tao, Koh Samui, Krabi y
otras tantas islas. Llegó nuestro barco al rato de estar ahí y comenzó la
travesía. Bebés llorando, minas borrachas que eran peor que los nenes, y otras
cosas que hicieron que el tramo hasta el puerto haya sido medio insoportable. Por
suerte el libro se podía leer cuando no me dormía. Llegamos y las mochilas
estaban todas desparramadas y pasamos un buen rato para encontrarlas. Cuando bajamos
ya con el equipaje tuvimos que caminar un rato hasta el lugar de donde íbamos a
tomar el cole. Para comer, nos salía un sanguche de jamón y queso 60B, el agua
chica 20B, las papas fritas Lays 40B, y para ser Tailandia es un afano. Cuando
subimos al cole, la gente que subió última se tuvo que sentar en el suelo, o
sea que una hora más viajando incómoda. Solo una hora porque nos llevaron hasta
Surat donde teníamos que esperar otra hora y media para tomar otro bus. Más comida
cara y ahora nos cobraban hasta el baño. Llegó la hora de subir y nos
acomodamos. Apretados, como nunca viajé con cole lleno así que estaba en el
fondo durmiendo un poco más arriba de un gringo. Solo paramos cerca de la
medianoche para comer, si se podía pagar. El colmo que una bolsita de ananá
salga 50B, una locura sabiendo lo que a ellos les sale. Pero bueno, estábamos
ahí y era el único lugar hasta llegar a Bangkok. Le llegada fue cerca de las
4.00 am y por suerte nos dejaron a un paso de Khao San Rd. Por suerte el dormitorio
donde me quedaba antes no descansa así que a esa hora conseguí cama. A dormir.
domingo, 6 de mayo de 2012
Ko Phangan - Se terminó!
Día 22: Noche complicada para
dormir. La baja tensión de luz hizo que durante la madrugada varias veces se
corte la energía y se complicaba sin el ventilador, encima eran las 10.00 hs y
la misma seguía cortada. La mejor opción fue despertarse y lavarse la cara con
la mejor agua, la del mar. Un rato de nado y un poco de sol para arrancar el
día de una manera muy relajada, como todos los días para no salir de la rutina.
Como los chicos no me habían llamado y yo no tenía ganas de molestar me fui a
“desayunar” pollo asado con arroz (45B) y cuando salía e iba para 7-11 y me los
encontré a Beto con Nano, así que me fui con ellos hasta la casa de Gus, donde
ellos paran. Mi amigo “curraba”, como ellos le llaman al trabajo y a lo que
nosotros si le llamaríamos curro, mucho trabajo tenía así que estuve poco rato
y decidí que lo mejor era agarrar mi moto e ir a alguna playa de la cercanía.
Para salir liviano esta vez no llevé mi mochila, solo en toallón en el guarda
equipaje y las cosas de valor en una bolsita. Me decidí finalmente por Haad
Salad. Luego de subidas y bajadas, y de recorrer unos 4 km más o menos, bajé a
la playa, tomé algunas fotos para los que quieren verlas, dejé mis cosas y me
fui al agua, siempre teniendo cuidado de los corales ya que mis pies tienen más
heridas que Frankstein. Todo venía bárbaro y se empezaron a escuchar ruidos,
pensé que eran los motores de algunos botes, pero terrible tormentón se estaba
viniendo. Como pude junté mis cosas, busqué la moto y preparé la vuelta. Acá se
viene tormenta y correte, porque las palmeras se mueven para todos lados,
parece que se van a caer, el viento levanta tierra y el agua hace la ruta
patinosa. Llegado al alojamiento y con un viento hermoso que soplaba decidí
darle una oportunidad a una novela que había cambiado en Pai por una guía,
trata sobre la historia de Ramses y Moisés en Egipto, así que tirado en la
hamaca me leí varios capítulos. Más tarde saqué mi computadora afuera para
tener mejor señal y aprovechar el vientito y me puse a mirar videos sobre las
cuestiones políticas que llevaron al fin de la ex República Federal de
Yugoslavia. Muy interesante, me colgué varias horas a veces interrumpiendo para
poder hablar un poco con la familia y amigos, y para ir a buscar algo de comer.
Día demasiado tranquilo.
Día 23: Temprano ya tenía todo
pensado para este día, al menos por la mañana. El plan fue tomar la moto e ir
hasta el pueblo más grande de la isla, Thong Sala. Ahí la idea era buscar
diferentes precios de musculosas con colores bien llamativos. Pregunté
bastante, recorrí varios lugares y luego de regatear un poco conseguí algo por
unos 150B. Ahora lo que necesitaba era encontrar alguna peluquería que no me
mate para raparme los pocos pelos que me quedan arriba. Una me quiso cobrar
200B, y pagar más de $30 ni mamado. Saliendo del pueblo encontré una viejita
que por 100B me rapó, me pasó la navaja debajo del cuello y encima te hacía
como masajes en la cabeza. Muy bueno, así que ya estaba listo para la FullMoon
Party de esta noche en la playa este de Had Rin. Con mi nuevo estilo a lo
Chevantón, me fui a visitar a mis amigos a la casa de Gus, el cual estaba fuera
hablando por teléfono. Lo esperé y a los minutos llegó el resto de la peña.
Habían ido a comprar para hacer unas auténticas tortillas españolas y me
invitaban a comer con ellos. Lo que extrañaba una buena tortilla. Antes me
decidí en ir a devolver la moto para no seguir usándola, prefería caminar si
era necesario, para poder hacer algo de ejercicio al menos. Nano me acompañó
para luego traerme de nuevo a la casa. Pagué a quien me la rentó unos 540B por
tres días de uso y dos botellas de gasolina. Cuando busqué a Nano que había ido
a buscar pitis (cigarrillos) para Alberto, vi que estaba mirando un negocio con
ropa de segunda mano, o usada, y había remeras comunes por 35B (unos $5
argentinos). Entre ellas una blanca original del Real Madrid de entrenamiento
con el dorsal de Beckham que no dejé pasar a pesar de no tener la más mínima
simpatía. De regreso en la casa, escuchamos un poco de música mientras la peña
cocinaba y Gus estaba al teléfono por temas del curro. El olor que venía de la
comida imaginaba una gran tortillas, o dos en este caso. Además Nano se mandó
dos ensaladas de lechugas, tomate, pepinillos, y mayonesa con queso y atún. Con
lo último para mi lo arruinó, pero con dos tortillas gigantes se pasó. Comimos
eso hasta reventar y al rato comencé a caminar de regreso. Había hecho bien en
dejar la moto, tenía que bajar lo que comí. Cuando llegué el cansancio después
de la comida fue más fuerte y viendo que el día estaba nublado me quedé en el
bungaló descansando para ir a la fiesta. Este era a la vez un día muy especial
ya que mi hermanita Avril cumplía años y yo no estaba ahí para saludarla, por
eso fui a llamarla por teléfono. Escucharla fue algo hermoso y me agarró ganas
de volverme como sea, pero faltando tan poco solo debía aguantar un poco más.
Hable también con mis padres y después con mi abuela Mary. Como extraño a toda
mi familia y amigos. Ya cerca de partir para la playa, llamó Gustavo para
decirme que me pasaba a buscar, fuimos al 7-11 y compre un par de Chang. En la
casa la peña estaba mirando algunos videos por internet y al rato con Nano nos
fuimos a tomar un saengthaew, el taxi del pueblo. Alberto estaba tirado
durmiendo y dijo que al rato iría en moto. Nos salió 100B cada uno hasta la
playa, camino largo y apretado en la cabina con el conductor porque en la parte
de atrás había más de diez personas. Cuando llegamos vimos que todo comenzaba a
ser una locura. Remeras de todos los colores, gente pintada, y mucho alcohol.
Lo que generalmente son los buckets, pequeños baldecitos donde se pone una
petaca de Song Saem, el ron tailandés, coca o alguna otra gaseosa y Red Bull.
Compramos uno a media con Nano y encaramos para la fiesta. La entrada a la
fiesta salía 100B lo que no estaba tan mal. Dentro de la fiesta, en la playa,
abundaban los bares que vendían más alcohol y los escenarios donde la gente
bailaba sin parar. En la “pista” había hasta un sector para que aquellos que no
se mantenían en pie puedan dormir, la “Sleep Zone”. Cada tanto paraban de
bailar para ir al baño natural, ahí no más en el mar. Fiesta, baile, música,
color, y alrededor de 5000 personas bailando en la arena. La vuelta fue
tranquila, lo que me acuerdo. Subimos a un taxi por 200B cada uno, no
conseguimos mejor precio y parados fuera de la camioneta veníamos. Cuando hubo
que bajar pegamos un grito y ya. A dormir.
Día 24: Desparramado en la cama
no entendía nada. El efecto del ron se sentía. En mi celular tenía llamadas
perdidas de Gus y un mensaje. Había venido a la playa, dejado las cosas afuera
y ni me había enterado. Más tarde me llamó para que vayamos a la playa de Ko Ma
para hacer snorkel, así que cuando estuvo listo me pasó a buscar con su moto. El
camino era largo y empinado, pero luego de 15 minutos en moto llegamos a ese
paraíso natural perdido en el norte de la isla. Mientras Alberto y Nano comían,
con Gustavo nos fuimos a hacer snorkel. Miles de peces de colores varios y
formas, uno más lindo que el otro la verdad. Y las formas de las rocas debajo
del mar también son muy hermosas. Ya cansado un poco, y con hambre me fui a
comer a un bar que estaba cerquita y tenía buenos precios. Un plato de macaroni
con salsa y queso por unos 70B y luego una ensalada de frutas por 50B. charla a
la orilla del mar, tirado en la arena, y más tarde cuando los que estaban en el
agua salieron me volví al bungaló para descansar un poco. Tarde tranquila en la
compu. Cuando me agarró hambre me fui y compre un panqueque con banana y
nutela, y atrás me comí dos hamburguesas de pollo. Un animal. De nuevo en la
pieza me relajé en la hamaca y traté de ver un poco de tele por internet, o
leer los diarios para estar más o menos al tanto de las noticias de mi país. Solo
salí de nuevo para comer por la noche un riquísimo Massaman curry, el último de
mis días en Ko Phangan, y creo el mejor plato tailandés que comí en mi viaje. Hablé
un poco con mi amigo del restó y me vine a descansar y ver futbol por internet.
sábado, 5 de mayo de 2012
Ko Phangan: y se va la segunda!
Hoy antes de poner cualquier cosa sobre este paraíso, quiero dedicarle el posteo a mi amor que está cumpliendo añitos allá en Argentina. TE AMO CON TODO EL CORAZON AVRIL. NO VEO LAS HORAS DE VERTE Y PODER ABRAZARTE Y PELLISCARTE ESE CULITO QUE ES MIO NO MAS!
Ahora si, va la continuación de mis días.
Ahora si, va la continuación de mis días.
Día 20: Nuevamente descansé súper
bien en mi bungalow y luego de buscar algo para el desayuno me vine a nadar un
rato a la playa más cercana. Estuve ahí buen rato, descansando y engordando la
vista por tanta belleza, siendo casi de pura exclusividad para mí ya que si
había tres personas en toda la playa creo que es mucho. Muchos quedaban en sus
hamacas paraguayas escuchando música o hablando entre ellos, yo disfrutaba de
lo que la naturaleza me regalaba en ese momento. Un clima genial, con un sol
suave y una brisa que refrescaba cuando empezaba a picar. Así estuve buen rato
tomando sol hasta que encontré la hamaca paraguaya de la playa libre y fue ahí
donde me dirigí con mis cosas. Puse un poco de música, Tan Biónica es una buena
compañía en cualquier sitio, y me relaje completamente casi hasta el punto de
dormirme. Pasado el rato, debía sacarme toda la arena así que marché a tomar
una ducha fresca y chatear un poco con quien esté conectado a las 3 am de
Argentina, y mi padre me estaba esperando, tuve suerte. Hablamos un poco,
mientras leía diarios y miraba algún video, cuando me sonó el móvil, era
Gustavo que decía que si no hacía nada vaya para la casa que estaba con su
amigo. Terminé lo mio, fui al restaurante de mi amigo el tailandés y alquilé
una moto Honda muy bonita (150B por día, más la botella de gasolina 40B), llené
el tanque de gasolina, aprendí el mecanismo de ella y fui a la casa de mi amigo
con mi nuevo vehículo. Cuando llegué, además de Alberto estaba Fernando, otro
madrileño buena onda, miembro de la peña (grupo) española que vivía en
Tailandia y se dedicaba al negocio de la ropa. Pues parecía que esto funcionaba
muy bien ya que todos hablaban de los planes que tenían con los diferentes
mercados y han podido quedarse viviendo años en este continente. Estuvo muy
bueno estar todos juntos ya que hablamos de muchas cosas como política
internacional, destinos, etnias, negocios, etc. Realmente el cambio de opinión
con personas de otro lugar del mundo y sus puntos de vista son apreciables para
conocer aun más las culturas. Al rato decidimos ir para la playa que está cerca
de mi alojamiento nuevamente, pero fuimos a un sector donde había más rocas y
corales. No me cansé de cortarme los pies, terminé bastante lastimado ya que el
filo que hay en ese sector es bastante. Con Gus y Nanin (Fernando) buscamos de
nuevo el objetivo de días anteriores, tratar de subir al faro y hacia ahí nos
dirigimos. Nadamos bastante y esta vez me cansé muchos menos, pero cuando quise
subir apoye mi pieza donde creo que había un erizo o algo que me pinchó mucho.
Más dolores para mis pies, coleccionaba lastimaduras. Igualmente me puse unos
zapatos que había llevado Nano y probé pero solo llegué a trepar algo sin
llegar a la cima. Al menos fue un avance, más delante seguiré intentándolo.
Volvimos y para esquivar las rocas debimos rodearlas llegando casi al sitio
donde queda mi habitación. Me puse a hablar con Beto y me bajó la presión,
había comido poco y mucho ejercicio, necesitaba otra ducha y algo energético
para tomar. Fui al 7Eleven, y cual fue mi sorpresa y el hombre del puesto de frutas que estaba al
lado me llamó y me dio las llaves que había perdido el día anterior, un
maestro. Así es la gente aquí, no toca nada que no sea suyo, puedo dejar la
moto en cualquier lugar con la plata y el casco puesto y a la vista que si vuelvo al rato lo
encontraré aún ahí. Volví, y Beto y Nano seguían en la playa. Hablamos más aún
y cuando tocamos el tema de la comida en los diferentes lugares del mundo se
nos abrió el apetito instantáneamente, así que partimos para probar las
delicias de nuestro amigo y su restó de comida hecha con amor, como decimos
aquí cuando vemos que la gente trabaja con empeño. Además notamos que es una
familia muy humilde que se dedica a eso y cuando estamos ahí se preocupan
totalmente por todo, si la comida está rica, caliente, pet (picante) o mai pet
(no picante). Nos gusta mucho. Pedimos tres curries, el famoso masaman, uno de
leche de coco con gambas o langostinos y verduras, y yo uno de curry de limón
con pollos y verduras, todo siempre con arroz. Estaba bien picante, casi me
muero, la dueña y su familia se reía pensando que estaba caliente, pero le dije
que estaba “pet”, ella decía que “mai pet” sino que “hot” (caliente) no más,
pero mi cara cada vez ardía más. Era muy chistoso, la peña probó el plato y me
dijeron que eso no era nada. Se notaba que venían viviendo hacía dos años en el
país comiendo de todo. Terminé una parte, como pude y cuando estuvimos listos
pagamos y nos fuimos. Yo para el 7E a comprar un agua y unos dulces y ellos
para tomar una ducha. Como todas las noches hay tormenta de rayos aquí, pensé
que solo sería eso, la lluvia nunca aparece generalmente, pero esta vez fue la
excepción. Así que si tenía planeado algo se esfumó. Encima sin internet justo
cuando estaba hablando con mis seres queridos, familia y amigos. También
intenté llamar por teléfono, pero parece no tenía el crédito suficiente para
hacerlo. Un poco aburrido ya a dormir.
Día 21: Cerca de las 11.00 hs
arrancamos con la peña hablando de todo un poco en la casa de Gus, que de paso
me dio unos regalitos que me mandó Mary, la profe de thai para mí. Les cuento
que las clases las abandoné, es que pensando que en algunos días me vuelvo y el
uso que le voy a dar no va a ser tanto preferí disfrutar el tiempo y el dinero
de otra forma. Por eso tras la charla, decidimos hacer un desayuno/almuerzo en
un puesto, o garito según los españoles, que visitamos bastante. Se especializa
en cosas a la parrilla (pollo y pescado) además de las típicas comidas thai.
Mis amigos, de buen estómago y acostumbrados a la vida de aquí, se pidieron dos
pescados, tres platos de pollo, y tres ensaladas picantes. Yo solo el pollo. Y
por últimos buscamos sticky rice (arroz pegajoso) para todos. Está bueno porque
se moldea con la mano y acompaña la comida haciendo lugar del pan, bastante
aceptable. Terminamos bastante llenos y tomamos las motos para ir pegarnos un
baño en alguna de las tantas playas que podemos elegir en toda la isla. Esta
vez fue el turno de Haad Yao, una playa tranquila a solo 30 m de la ruta y
cómoda para luego pegar la vuelta. Apenas entrar, las temidas piedras y corales
ya empezaron a cortarnos a todos, excepto a Nanin que tenía una zapas de
plástico muy bueno para caminar sobre superficies mojadas o rocas, y sobre todo
para no lastimarse. Como eso en Argentina no se consigue pensé en comprarme
unas para mi y otras para vender, viendo que podría ser un buen negocio. Ahí entonces
comenzamos a tocar diferentes posibilidades de trabajo de cada uno y demás.
Cuando se hacía la hora de las clases de thai de la peña, yo me volví al
bungaló ya que me iba a ir a jugar al futbol, o eso es lo que yo pensaba.
Sucedió que estuve más de una hora buscando la cancha donde practicaba el
equipo local, el Farang FC, y podían ir los extranjeros a jugar sin problemas.
Tomé la ruta correcta buscando la escuela de Ko Phangan pero nunca la encontré,
y los que me decían, en su pobre inglés, terminaron mareándome. Decisión final,
volverme al hostel. En el camino paré para hacer algunas fotos y luego me vine
a la playa que está cerca. Más tarde me entró hambre ya que solo había comido
ese pollo y algunas masitas, así que me fui a comer algo de mi amigo el del
restó. Pedí una especie de caldo de pollo con verduras cortadas (coliflor,
zanahoria, choclitos y tomate) con un agua chica (80B por todo). Cuando terminé
el perro motoquero quería que lo lleve a pasear en mi moto así que lo llevé
unos metros para risa de los demás comensales, y luego me fui al bungaló para
tirarme un rato con mi PC y luego descansar.
jueves, 3 de mayo de 2012
Ko Phangan
Día 17: Temprano arriba y sin
desayunar para comenzar una travesía larga. Comencé yendo a tomar el bote cerca
de las 8.00 hs a la costa este de Railay pero como la marea estaba muy baja
caminamos unos 50 m por el barro hasta subirnos. Antes de llegar al otro puerto
pasamos por la playa de Ao Nam Mao a buscar a una pareja de la India. Cuando
bajamos subimos a una traffic que nos llevaría al centro de Krabi donde, para
variar, esperaríamos una hora hasta que todos los que íbamos a la islas
seríamos trasladados hasta Surat Thani. La espera terminó y luego de más de una
hora de viaje llegamos a destino. Pero, por las dudas, teníamos que esperar una
hora y media más para que nos busquen para llevarnos al puerto de Donsak.
Mientras junto con un polaco que venía para Ko Pha Ngan como yo, salimos a
buscar un kiosko para comprar tarjetas de recarga de mi número de teléfono en
Tailandia y el un nuevo chip. Caminamos un rato hasta que encontré lo que
quería, es que necesitaba llamar a mi amigo Gustavo, un español que vive en la
isla e iba a buscarme en mi arribo. Llegó el bus, arriba y a mirar una peli, es
que apenas la pusieron pensé que tenía más de 2 horas de viaje, y solo fue la
mitad, o sea que luego me enteraré del final. Ya en el puerto nos dan los
boletos y corremos hacia el muelle 3 para tomar el ferry que me llevaría hasta
la isla, siempre con un calor terrible, nos sentamos en unos asientos
aceptables y cómodos. Aún faltaban dos horas y media de viaje, y ya había
perdido la cuenta de todos los cambios hechos entre la cantidad de transportes
que había tomado. Comí solo comida chatarra, algunas papas con gaseosas
mientras miraba peleas de muay thai y un programa estilo Talento Argentino en
thai. Las cosas que uno hace en estos lugares con tal de llegar a donde uno
quiere. Como anunciaba el folleto del ferry Raja, a las 16.30 hs locales
tocamos puerto isleño, bajé entre la multitud, gran parte tailandesa, y me fui
a un 7 Eleven a tomar un café helado y esperar que mi amigo me venga a buscar en
su scooter. Se demoró un poco, ya que estaba tomando clases de idioma thai,
algo que me interesó mucho debido a mi fascinación por los idiomas. Cuando
llegó nos dimos un abrazo, ya que nos pareció muy loco que todo haya comenzado
atrás como una relación cliente-vendedor de remeras de futbol. Entre tantas
charlas tenidas me dijo que debía conocer Tailandia, y es por el que en gran
parte estoy donde estoy hoy en día. Cargamos el equipaje en la motina (pequeña
moto en vez de motito, como dicen los asturianos) y salimos en busca de mi
alojamiento, ya que él se había alojado unas semanas antes. No sin perdernos en
el camino, llegamos a destino. Me recomendó ese sitio porque yo le dije que
buscaba tranquilidad y cuando estaba ahí no podía creerlo. Un bungalow de
madera con dos hamacas paraguayas, una cama grande, ventilador, baño, wi fi en
la habitación y, lo mejor, a solo 20 m del mar en una playa increíble, donde no
viene casi nadie (200B diarios). Dejé mis cosas y Gustavo me llevó a conocer su
casa, la cual está realmente muy buena. Hizo algunas cosas que debía hacer de
su trabajo y nos fuimos a comer a un lugar tradicional cerca de la escuela de
idioma thai, y justo cuando pasábamos por delante estaba Mary, la profe thai
que me empieza a dar clases desde mañana y me pareció muy simpática. La comida
que decir, exquisita sinceramente. Gus en su buen thai le pidió unos platos
para que yo pruebe y la verdad que es lo mejor que probé en toda mi estadía
hasta el momento. Los nombres de los platos no los sé, solo que era pollo con
verduras fritas y en otro tazón curry rojo con leche de coco, pollo, papas y
maní. Estaba “aloi” o muy bueno como decía nuestro anfitrión, es que el dueño
me enseñó mis primeras palabras en thai. Fue cerca de hora y media que
escuchaba como hablaban y me explicaban como a los nenes, señalando el objeto y
diciendo la pronunciación, siempre en compañía de nuestro amigo el perrito
motoquero, que ladra a las motos pero solo para subirse y pasear. Ya al final
fuimos a comprar palillos y el “zumo de primavera”, una especie de yogurth que
no sabemos de qué está hecho, pero que está bueno está. Me dejó en mi bungalow
y luego de una ducha relajante con agua sucia aquí estoy dispuesto a dormir
hasta que me levante el canto de algún pájaro.
Día 18: Último día del mes de
abril y aún sigo aquí lejos en el sudeste asiático. Mañana relajada con un
desayuno barato armado a base de café helado (24B) y medialunas con jamón y
queso (16B) tomado en la playa. Cuando estaba por dormirme en la arena, me
suena mi celular y era Gustavo, que si estaba en la playa lo esperase que iba
para nadar un rato, y fue así que a los cinco minutos ya estaba ahí dispuesto a
marchar al agua. Como se encontraba la marea baja, la costa se encontraba sucia
por corales y caminamos más de 100 m para que el agua nos llegue a la cintura,
obvio que siempre de color claro. Por suerte estaba bastante fría ya que se
empezaba a sentir el calor a pesar de que en el cielo predominaban las nubes
por sobre los rayos del sol, por lo que nadar estaba muy bueno. Decidimos ir
hasta un faro que estaba a unos 200 m de la costa, así que de a poco empezamos
a nadar, con la idea de subirnos por una cuerda, pero cuando llegamos la misma
estaba cortada y nos fue imposible treparnos. Conformes igual por lo nadado nos
volvimos y cuando hice de pie pude descansar un poco ya que estaba muerto de
haber nadado. Siendo ya cerca de las 12.00 hs me fui a cambiar para ir a comer
y luego a las clases de thai, así que con mi cuadernito nuevo y una lapicera
ahí fui. Cuando llegué la profe Marry me presentó a Max, un ruso que vive con
ella y luego comenzamos una introducción del idioma thai. Lo que me explicó al
principio fue los 5 tipos de tonos que tiene esa lengua y como suena cada uno,
y después de un rato pude decir todos los tonos lo que según ella no era poco
ya que algunos tardan días de clases. Seguimos con algo de vocabulario y
pronombres. Terminé armando frases y aprendiendo de a poco. Al final contraté
12 hs de estudio en 6 días de clases (2200B con descuento). Cuando salí me di
cuenta que había perdido las llaves del bungalow y tuve que recorrer todo el
camino hecho anteriormente para ver si las encontraba. No pasó nada pero me
llamó Gustavo y me dijo que no me preocupe, que aquí la gente no se hace mucho
drama. Mejor entonces volví para la recepción y cuando llegaba me asustaron
unos gallos, me hicieron mirar al piso y ahí estaban tiradas mis llaves, cerca
de mi alojamiento. Fue super. Ya ahí me volví un rato a la playa y me eché una
siestita en la playa, hasta que las hormigas me despertaron. Con un poco de
hambre me fui a comprar unas masitas, yogurth y agua. La tarde me la pasé
escribiendo y estudiando un poco hasta que se hizo la hora de la cena. Ahí fui
de nuevo de mi amigo que habla y me enseña algo thai también, es un grosso. Me
preguntó como estaba y le pude responder, que es un gran avance. Luego me pedi
un kai masaman curry con una naam lek o agua pequeña (todo 80B) que estaban de
puta madre (según el español hablado por Gustavo). Ni bien terminé de comer vine
para la habitación porque fuera refucila que parece que el cielo está por caer,
y como el camino de acceso es todo de tierra prefiero resguardarme a tiempo.
Día 19: Levantándome más tarde
que de costumbre, estaba en la cama cuando me llamó Gustavo para que vaya a
desayunar con su amigo Alberto. La noche anterior me había acostado tarde, ya
que me había quedado viciando al Angry Birds por Facebook y luego vi el derby
inglés entre los Manchesters, City vs United, que bueno que los “ciudadanos”
hayan ganado y estén por salir campeones. Valió la pena quedarse despierto.
Volviendo a lo de antes, cuando llegué me encontré con mi amigo con Alberto,
que en principio me pareció muy bueno, por suerte no me equivocaba ya que
pudimos hablar mucho. Luego de que ellos desayunaran un revuelto de verduras
fritas con maní y pollo asado, típico thai, nos subimos a las motos y nos
fuimos a una de las playas que quedan al norte de donde estoy durmiendo, To
Srithanu. Como siempre agua transparente pero super caliente, el sol estaba que
pelaba. Ahí hablamos de todo con el español nuevo del grupo y hasta descubrí su
fanatismo por el cordobés Yayo, el loco cantando “Te voy a romper el orto” en
el medio de la playa de Haad Salada pensando que nadie entendía y las dos
personas que había cerca eran argentinas, muy bueno estuvo. Tras esa situación
chistosa, y de cortarnos los pies con los miles de corales que hay, nos fuimos
los tres a ver una hamaca de madera que colgaba de un árbol, era una típica
foto de revista de viajes, solo que mi cámara no la tenía conmigo, excusa para
tener que volver a ese paraíso. Jugamos como nenes mientras la gente nos
miraba, es que es difícil no sentirse uno cuando se encuentran estas cosas en
un lugar de esas características. Ya cansados nos volvimos para cada uno hacer
sus cosas, en mi caso me vine al bungalow a tirarme un rato. Más tarde me fui a
comprar un yogurth y agua ya que no había comido nada, y esta vez sí, cuando
volvía quise abrir y me faltaron las llaves, y nunca aparecieron. Caminé por
los caminos que había tomado, estaba el mismo gallo y todo, pero no quiso que
la encuentre, tal vez debía perderla. Cuando buscaba me encontré nuevamente con
Gus y Beto en el restó de nuestro amigo, y obvio comiendo un delicioso Masaman
Curry. Ahí les comenté y me dijeron que no me preocupe, que solo pague la multa
(200B) y tome otra llave, y así lo hice. Me vino a buscar mi amigo para
alquilar una moto a Merry, la profesora de thai, que por cierto ya no estudio
más, pero ese es otro tema. La cosa fue que la moto no estaba porque el dueño
justo la estaba usando. Igual fuimos al centro de la isla, Thong Sala para
cambiar dólares y conocer un poco. No solo cambié dinero si no que también que
probé cosas tradicionales en un mercadito muy lindo. Comencé con unas bolitas
de pollo, estilo a las albóndigas, seguí por un batido de algo lila que no era
nada que conozca con gelatinas al final y crema, chocolates y cereza de adorno
encima. Y finalmente probé el fruto prohibido de Tailandia, prohibido para
entrar en aeropuertos, hoteles y lugares cerrados. Es que el rey de todos los
frutos según los tailandeses huele de una forma que mejor pasarle lejos, parece
una especie de ananá gigante con muchos más pinches y un tronco grande arriba.
Pero cuando lo abrimos encontramos una pulpa que se simila a un cerebro por
decirlo de una manera. Lo vendían en paquetes y el mio costó unos 40B, nada
casi para lo costoso que es esa fruta en otros sitios del país. Me dijeron que
mejor compre poco porque es súper empalagoso. Nos apartamos un poco del mercado
y Gustavo se dispuso a abrirlo despacio para luego cerrarlo y terminarlo en
casa. Cuando lo corte parecía como tomar flan con la mano, se deshacía y su
aroma era bastante peculiar, pero entonces que decir del sabor. Lo más parecido
o conocido según mi parecer, fue que era similar a una especie de cebolla
dorada que se pone dulce pero sin ser tan fuerte, y muy dulce. Todavía no logro
definir si fue rico, pero si que fue único, porque el sabor y olor me acompaño
durante rato largo. Está bueno, vale la pena probarlo ya que no se consigue en
ningún lugar del mundo que no sea este país. En verdad, hay decenas de frutas
de clima tropical que no sabría como
llamarles en Argentina. Una vez salidos de ahí nos fuimos a hacer
compras a un supermercado cerca donde se llevaron de todo para la casa nueva
que les dieron hoy. Un caserón hermoso, todo de madera, y cerca de donde vivo.
Llegamos a la misma por un camino equivocado que erramos pero salimos más
directo de pura casualidad. Ahí en la casa guardamos las cosas y luego Alberto
salió un rato en su moto, lo que aprovechamos con mi amigo ya que no habíamos
hablado tanto como queríamos, una charla bastante productiva. Luego me llevó a
comprar algo de fiambre y pan, y de nuevo a mi bungalow. Contento por tener mi
nueva moto para poder moverme más por la isla, me retiro al sobre. Será hasta
mañana.
lunes, 30 de abril de 2012
Ko Phi Phi = Sueño cumplido
Día 16: Como hacía días no lo
hacía, repetí un desayuno americano bien completo con huevos, salchichas,
jamón, jugo de ananá, tostadas con manteca y mermelada, y un buen café. Con el estómago
lleno me fui hasta el local de la excursión que había contratado donde me
esperaba el vendedor para llevarme hasta el lado oeste de la playa para que me
buscara el bote ligero de la empresa “Barracuda”. 9.20 hs como me dijeron el
bote estaba ahí, y apenas subirme vi gente de muchos lugares; indios,
tailandeses, franceses y otros países de Europa. Apenas comenzaron a rugir los
dos motores Honda de 225 HF sentí que me esperaba una gran aventura. El paisaje
no podía ser tan espectacular. Nuestra primera parada fue en la Bamboo Island.
Siempre con un tiempo de media hora para apreciar cada uno de los atractivos,
pero aprovechando al máximo dejé mis cosas en la arena y me tiré al agua a
nadar. Tal fue mi sorpresa cuando se me acercaron cientos de peces de color
azul y amarillo mientras yo nadaba. Muchos tenían snorkel y yo no, por eso
pregunté a mi guía de turno cuando es que íbamos a realizar el snorkelling,
pero para que mi preocupación se vaya me dijo que era la parada siguiente.
Todos encima del bote nuevamente para navegar unos diez minutos y frenar en el
medio del mar. Sinceramente pensé que había pasado algo con la embarcación,
pero me di cuenta que no cuando empezaron a repartir los snorkels y chalecos
salvavidas. La aventura esta vez sería en el medio del mar en la “Bahía de los
Monos”. Al principio un poco nervioso me costó mirar bien, pero más tranquilo
pude ver cosas increíbles. Peces de hasta cuatro colores pasando al lado mio,
la vida submarina a flor de piel con hermosos corales que estaban a diez metros
de profundidad pero que se apreciaban claramente gracias a la claridad del
agua. Era de otro planeta lo visto, solo antes conocido por revistas o
documentales. Pero debíamos continuar y por eso seguimos navegando hasta “Hin
Klarng”, otro lugar para realizar snorkel de mar abierto donde la diversidad de
peces era incluso más grande. Cada vez mi sorpresa era mayor. Debíamos
continuar y cuando pregunté a la guía me dijo que iríamos a comer, pero al
navegar empezamos a ver lugares sinceramente indescriptibles, con las típicas
formaciones rocosas, en inglés llamadas limestones,
y unas playas excepcionales. Por eso cuando dijeron que estábamos llegando a la
Maya Bay, o Bahía Maya, me quedé
mudo. Ese era el lugar por el cual yo había contratado la excursión, el lugar
que quería visitar para cumplir el sueño de mi viejo y en parte también el mio.
Para los que no lo saben, aquí fue donde se rodó la película “La Playa” de
Leonardo Di Caprio. No pude evitar que los ojos se me llenaran de lágrimas
sinceramente, me había costado mucho ver eso pero al fin estaba ahí, sentía que
todo lo que venía después iba a ser innecesario, iba a estar completamente de
más, mi objetivo ya estaba cumplido. Sin cansarme de sacar fotos y tirarme en
la playa de una arena increíblemente blanca y coralina disfruté esa media hora.
Estaba feliz de estar ahí pero debía regresar a la realidad. No sin dejar de
ver paisajes espectaculares visitamos la Bahía Pileh para ver la laguna azul y
el fondo lleno de corales encerrados por las rocas y luego fuimos a ver la
Caverna de los Vikingos, un antiguo asentamiento de tiempos pasados en una
cueva natural sobra una ladera de las rocas. Tomamos algunas fotos y
continuamos nuestro camino hasta Ko Phi Phi Don, lugar en el cual íbamos a
tomar nuestro almuerzo. Éste estaba bien, comida thai en estilo buffet;
verduras, curries, arroz y otras cosas que no sé que eran. Pero me extrañó ver
al nene francés comiendo patitas de pollo fritas hasta que vi una fuente llena
y fue ahí donde ataqué. Eran riquísimas y terminé comiendo como los nenes, con
la mano. Ya lleno, salí a conocer un poco la zona peatonal, o en verdad, la
única que se puede caminar en la playa que estaba repleto de negocios con
precios más altos que las otras playas o ciudades. Cuando estaba por ir a la
lancha la guía me ofreció café gratis y tuve que aceptar. Igual no fue lo único
que nos dieron, ya que además de todas las visitas, los equipos de snorkel
gratis y el almuerzo, teníamos incluído el agua mineral, bandejas de frutas
frescas (ananá y sandía) y tortas varias hechas por una panificadora de Krabi.
Toda la excursión por un buen precio (1100B) regateado al vendedor porque
también le compré mi pasaje hasta Ko Pha Ngan. Cuando volvíamos, muy cansados,
venía sentado al final del bote, al igual que todo el viaje, y sentí agua en mi
cara. Pensé que el salto de la lancha me había salpicado, pero era que había
comenzado a llover, por lo que un buen tramo me moje un poco más aun. Ya al
final del viaje, me llevaron a Railay y salí a caminar por la playa que estaba
súper, y por suerte encontré a Rob que estaba bronceándose para sacarse la
marca de la musculosa que tenía puesta el día anterior. Aproveché y me quede
nadando un poco más con la gran vista hasta que decidí volver a pegarme una
buena ducha, no sin antes parar a cambiar plata y a probar un panqueque con nutela,
una especie de chocolate italiano mezclado con nueces trituradas, una delicia. Por
la noche mientras cenábamos con Rob conocimos a dos chicas de Israel, Cher y su
amiga que no recuerdo el nombre. Super simpáticas salimos a ver el show de
fuego y escalada del lado oeste de la playa y tomamos unas cervezas. Luego fuimos
a “The Last Bar” a seguir tomando y a jugar unos pooles con las chicas.
domingo, 29 de abril de 2012
Viajando al sur!
Como perdí algunos días por los viajes entre ciudades publico algunos más para los que quieran leer. Besos y abrazos!!
Día 12: Lo que se llama un día de
vacaciones tirado a la basura. Nos levantamos bien temprano con Paolo y preparamos
las mochilas para salir a desayunar, dejamos las cosas en la habitación y
salimos al bar que íbamos todos los días. Esperamos nuestro bus de línea luego
y este llegó con un retraso de 20 minutos, que aquí en Tailandia, no es nada
fuera de lo normal. El bus iba lleno y no había lugares casi. Gente que venía
desde Chiang Mai e iba hasta Sapong y Mae Hong Son, como nosotros. Como pudimos
nos ubicamos, Paolo en un asiento y yo en un balde en el pasillo bien al lado
de la puerta trasera, que como iba abierta yo estaba atento a no volar por el
camino en alguna de las cientas de curvas a lo largo de la ruta. Todo era
divertido dentro de todo y estaba fresco con un paisaje muy bonito de la
montaña. Descargamos gente en Sapong luego de un control policial en el cual
solo piden documentación a los nativos de Tailandia y cuando estábamos en el
tramo final se largó una lluvia torrencial. Al llegar a Mae Hong Son el agua
caía incesantemente y decidimos bajarnos en la terminal, primero para estar al
resguardo y segundo para poder averiguar el horario de salida de los colectivos
a Bangkok para el día siguiente, ya que la idea era estar solo una noche en la
ciudad. Siendo las 15.15 hs y viendo que todo estaba lleno para los días
siguientes, que no estábamos cerca del centro y que llovía, pagamos una mini
van (B150) y nos volvimos a Pai. Aquí más de lo mismo, pero siempre lindo como
los días anteriores, una cena con frutas frescas (B40) para alimentarse bien y
no de porquerías chatarras, un buen té de limón helado (B25) y una buena charla
de amigos, paseo por la feria y de nuevo a dormir que mañana a las 7.00 hs
tenemos la mini van a Chiang Mai.
Día 13: Como costó levantarse por
favor. El anterior había sido un día movido pero con viajes perdidos. Este
también terminaría siendo lo mismo desgraciadamente pero en fin es lo que hay
que hacer para ir a descansar un poco a las islas y conocer las hermosas
playas. Después de levantarnos, fuimos hasta la terminal de buses donde
tomaríamos el transporte para llegar a Chiang Mai. Como siempre esas mini vans
son tan pequeñas que agradecemos que los thais y los pasajeros gringos son
flaquitos. Viajamos apretados, incómodos, con calor y encima debíamos bajar las
762 curvas del camino entre Pai y Chiang Mai. A los cabezazos de dormidos veníamos
todos, pero para variar, algo me tenía que suceder. Al lado mio venía una
pareja española que parecía hacía rato no se bañaban. Me parece bárbaro que no
lo hagan si están solos, pero si viajan, por respeto a los demás podrían
hacerlo. Hicimos una parada donde respiré aire puro y compré algunas obleas
para comer ya que nada había desayunado. Cuando llegamos a Chiang Mai, Paolo
compró el boleto para ir a Sukkhotai así que me despedí de él. Mientras yo
tenía que buscar un lugar para cambiar dinero, ya que a pesar de haberlo
intentado, las restricciones impuestas a nuestro dinero en el país no me lo
permitieron. La solución fue pagar un tuk tuk ida y vuelta (B160) hasta el
centro y cambiar algo de plata. Regresé y compré mi boleto para regresar a la
capital luego de 10 días en el norte de Tailandia. Próximo objetivo: playas e
islas. El viaje no fue malo. Tenía aire acondicionado al menos y la verdad que
contra los 40ºC que hacían afuera estaba genial. Además dormí como un condenado
cuando no parábamos a comprar y estirar las piernas. De noche llegamos a la
estación norte de Bangkok y apenas bajé fui a buscar información sobre como
viajar al sur. Me dijeron que los buses salían desde la estación cerca del
centro, así que lo que decidí fue descansar una noche cerca de la Th Khao San y
ver tarifas para ir hasta Krabi. Alquilé una cama en el “25 Dormitory” cerca de
Th Rambuttri, zona de bares, comedores y negocios en el barrio de Bamglamphu y
dejé mi equipaje. Antes de dormirme me fui a ver la movida nocturna, la cual es
enorme y me comí un buen phad tai de huevo (B30). Lleno de extranjeros, entre
las cuales encontré dos señoras de Rosario y escuche algunos más que hablaban
de Argentina. Como se extraña cuando uno está lejos, a veces para valorar las
cosas hay que tenerlas lejos parece, familia, amigos, ciudad, juntadas, etc. En
fin, hay que seguir disfrutando.
Día 14: Para comenzar el día
quería darme un pequeño gusto, por eso fui a llamar a mi familia. Nada mejor
que poder escucharlos en más de dos semanas. Uno teniendo una computadora puede
traspasar los límites de distancia, pero me hacía falta escucharlos más que
escribirme con ellos. Es por eso que a pesar de no poder hablar con mi
hermanita Avril, hablar con mis padres me dio toda la fuerza que se necesita para
poder continuar por el sueño mio y el de ellos. Ya mucho mejor gracias a eso,
decidí salir a afrontar el día pesadísimo que me esperaba con un calor
insoportable (39ºC). Fui a comprar mi boleto a Krabi y lo más económico fue a
420B haciendo escala en Surat Thani en un negocio de una familia judía parecía
por los carteles en hebreo. Desayune un yogurth con muesli y frutas frescas y
me vine a hibernar a la habitación con aire. Luego pensándolo bien decidí que
tenía que ir directo a Ko Phi Phi, pero cuando fui a cambiar el pasaje me
dijeron que el precio de 600B publicado estaba mal y que salía 800B. Como no
tenía ganas de quejarme a defensa del consumidor en Tailandia, decidí dejar
todo como estaba y continuar igual. Aprovechando que estaba afuera, y que había
juntado tal coraje, me lancé por las avenidas grandes ya que desde lejos
divisaba el Monumento a la Democracia y quería tomar unas fotos. Una vez
llegado y luego de haber pasado cientos de puestos de comida, billetes de
lotería (otro aspecto que me llamó la atención de la capital) y de frutas y
jugos, saqué mis fotos continué caminando en busca del Monte Dorado. Cuando
llegué no entré ya que me llamó la atención otro templo similar al Wat Pho pero
con otro edificio blanco y decoración marrón. Era imponente y la exhibición que
en el había era interesante. Igualmente lo mejor fue poder subir una escalera
caracol de 4 pisos para tener una increíble vista de la ciudad. Ya debajo
compré las infaltables rodajas de ananá para no morir de calor y de camino por la
Th Khao San regateé un poco para poder comprarme una musculosa amarilla con el
logo de la cerveza Chang (100B). A esperar para tomar el bus luego de una
refrescante ducha en el dormitorio, por el cual pagué 100B más para poder
utilizar la pieza por la tarde. Cuando fui al lugar de encuentro para ir a
buscar el transfer un chico me esperaba para llevarme hasta el otro lado de la
calle, lo que si el camino era bastante particular. Pasamos por un pasillo
largo abandonado, por un gimnasio donde los extranjeros practicaban muay thai
(kickboxing tailandés) y por otros pasillos llenos de perros comiendo hasta que
finalmente llegamos a destino. El bus recién salía a las 18.30 hs y faltaba una hora completa, por eso fui a un 7
Eleven y compré un poco de café helado, unos bastones dulces de pan y un
sándwich de jamón y queso por unos 60B. Ya mientras esperaba comenzaron a
llegar gran cantidad de gringos que iban para el lado de las islas. Algunos a
Ko Lanta, Ko Samui, Ko Phi Phi y otros como yo a Krabi, entre ellos un
canadiense realmente simpático llamado Rob. Hablando un poco pegamos buena onda
para estar unos días viajando juntos en las islas. El viaje se hizo largo y
durante el mismo pusieron la película de Titanic. Después de una parada para
baños y comida continuamos. Por suerte tenía dos asientos para mi solo por lo
que pude descansar un poco y con el aire acondicionado del cole funcionando muy
bien hasta tuve que taparme con las mantas de Doraemón que nos daban.
Día 15: Bien temprano llegamos a
Surat Thani donde nos derivaron en diferentes vans por destino. Luego de un
viaje estrepitoso por la velocidad en la que íbamos y el estado deplorable de
la ruta llegamos al acceso de Krabi. Ahí llegaba nuestro ticket, por lo que
ahora debíamos decidir donde ir. Con Rob habíamos visto varias opciones para
alojarnos y la que más nos interesaba era la de parar en Railay, cerca de Krabi
solo accediendo por botes largos a motor. Consultamos cuanto nos salía eso y
nos dijeron que el trasnfer hasta el puerto y el cruce en bote eran 200B más,
pero debíamos esperar una hora más sentados. Cuando pasó esa hora, un alemán
que se nos había sumado fue a decirles que nos lleven, ya que acá tienen la
costumbre de esperar que hayan suficientes personas para arrancar el viaje.
Gracias a la insistencia nos llevaron hasta el puerto pero ahí también éramos
solo siete personas para cruzar, una pareja canadiense más mi amigo, el alemán,
una mamá thai con su nene y yo. Nuevamente pagamos 20B para no esperar más y
finalmente nos cruzaron. Ir llegando a la península y ver todas las formaciones
rocosas en la bahía era algo de película realmente, no pensaba que eso pudiera
existir, y estar ahí fue verdaderamente shockeante. Ya debajo los tres
comenzamos a buscar alojamiento del lado este de la isla y tras tres intentos
fallidos encontramos algo con Rob en el medio de la jungla por así decirlo. Era
un bungalow con dos colchones, ducha y baño propio, y fuera una hamaca
paraguaya y sillas para descansar por un precio razonable para dos personas
(400B). Igualmente comenzábamos a notar que nos encontrábamos en un sitio más
turístico y por lo tanto con precios más altos que los lugares anteriores.
Decidimos tomar la habitación rápido para dejar afuera al alemán que ya se
estaba poniendo bastante pesado realmente. Ya duchado decidimos salir a comer
algo ya que ni siquiera habíamos desayunado. Fue así que comenzamos a buscar
precios y terminamos en el lado oeste de la isla que incluso era más caro en
todo lo que es servicios. Volvimos a comer del lado este y luego preparamos las
cosas para salir a pasear en kayak. Rentamos uno para los dos (300B) y nos
lanzamos al mar de Andaman. Las aguas turquesas con el fondo maravilloso
convertía todo en un sueño. Uno no dimensiona estar remando en esas aguas con
playas de arenas coralinas mientras en las altas rocas los turistas practican
escalada. Sinceramente eso parecía el paraíso, o mejor dicho, lo era. Fueron
una hora o más, no lo sé, que estuvimos remando hasta alcanzar las playas de
Ton Sai, donde se queda la mayoría de los mochileros. Mientras paseaba por la
pequeña playa una familia de monos pasaba por el jardín para trepar por los
árboles en ese lugar maravilloso. Ya de nuevo en el kayak decidimos ir para la
cueva de Hat Phra Nang, pero cuando estábamos por llegar una tormenta enorme
que solo terminó siendo algunas gotas de lluvia nos corrió a devolver el bote
ya que el mar comenzaba a moverse demasiado y estaba realmente picante.
Volvimos al bungalow luego de la travesía y bajamos a tomar un café helado
(50B) con un panqueque enorme de chocolate (60B). ya sin lluvia, era un buen
momento para caminar un poco y decidimos atravesar la península nuevamente para
ver el atardecer que decían que valía la pena. El lado oeste continuaba genial
mientras que el este, donde nosotros nos alojábamos había quedado seco por
decirlo de una forma, porque la marea había bajado y los botes estaban varados
en la tierra. Volviendo al lado oeste, la gente jugaba al futbol, tomaba fotos,
caminaba y Rob decidió salir a caminar para llegar a la otra playa por el lado
de la selva escalando un poco pero esta vez decidí quedarme en la arena
disfrutando del viento fresco. Ya en cueros me tiré e hice una pequeña siesta
teniendo como testigo ese paisaje y la gente que pasaba alrededor sin siquiera molestarse.
Aquí el tiempo no parece pasar nunca y cuando me di cuenta estaba solo en esa
playa con las rocas ahí, el mar turquesa y tarareando la canción “Loco” de
Andrés Calamaro, y realmente a veces pienso como dice él, “soy un loco que se
dio cuenta que el tiempo es muy poco”, porque no alcanzaría una vida para
describir todo lo que sentía en ese momento. Cada día descubro más y me
sorprendo aún más de todo lo que puedo vivir, gracias a mi familia
principalmente, a mis amigos que también son mi soporte y a lo que laburo a
diario para ahorrar cada peso, es por eso y por mucho más que disfruto todo
esto. Tratando de sacar la mejor foto y tener la mejor postal para todos
aquellos que no pueden estar donde hoy me toca estar a mí. Por la noche comimos
en el restaurante del lugar donde estamos alojados, “Rapala Resort”, que se
especializa en comida india y fue cuando probé mi primer plato indio
recomendado por Rob. Era un “Butter Chicken” (85B), es decir una especie de
pollo a la manteca en un curry rojo de muy buen sabor y un poco picante, y para
acompañar un “Naan Malena” (40B) o pan indio parecido a un panqueque pero
grueso y mas duro, no como un creppe. Me sorprendí porque no pensé que ese
estilo de comida sea tan rico, siempre encerrado a la tradicional comida de los
argentinos, carnes varias asadas, y platos derivados de la cocina italiana o de
otros países europeos. Eso sí, Rob pidió uno que todavía me arde la boca de
acordarme cuando probé un poquito. Después de la cena para relajarnos jugamos
unos pools en un bar cercano y me vine a acostar porque me esperaba un día
excelente.
jueves, 26 de abril de 2012
Pai en bicicleta
Día 10: Ya desde temprano se
podía esperar un día de mucha acción, así que nada mejor que empezar con un
buen desayuno americano, como los últimos días. De ahí salimos a rentar nuestras
bicicletas (B70) y preguntamos como llegar a los diferentes atractivos cercanos
en la zona. El hombre que nos alquiló nuestros vehículos todo terreno nos
explicó todo acerca de como llegar y que caminos tomar, todo en un pobrísimo
inglés. Eso es una característica primordial del habitante thai, tanto en el
norte como en la ciudad, a pesar de no saber bien como decírtelo, van a hacer
todo por lograrlo, para que todo salga bien y los turistas queden contentos. Al
menos esa es la impresión que me está dejando esta experiencia. Una vez listos
con nuestros equipos listos, hicimos una parada en la estación de gasolina para
tomar unas fotos y cargar combustible, y continuamos nuestro camino. La ruta
era puramente de montaña. Teníamos un tramo de subidas y bajadas, y así
alternándose todo el tiempo. Las subidas eran tranquilas pero largas, así que
cada descenso por más corto que era nos devolvía el aire para seguir nuestro
viaje. Poco a poco los paisajes montañosos nos iban acompañando. El río sobre
la derecha con un valle verde y lleno de árboles con frutas como mangos y
papayas. Y al fondo, las cadenas montañosas que cambiaban su color con la
distancia y por los rayos del sol. Los atractivos comenzaban a aparecer. Un
campamento de elefantes se pudo divisar con un ejemplar encadenado, lo que no
pudimos ver fue quienes eran los dueños o encargados de cuidar al animal, ya
que a pesar de llamar nunca nadie nos atendió. En el próximo tuvimos mejor
suerte. Además de que habían varias personas, cuatro elefantes estaban comiendo
cañas de bambú. Tomamos varias fotos mientras los bichos se alimentaban pero no
queríamos molestarlos por caso se enojen. Lo que también supimos por parte de
los cuidadores es que todos los elefantes utilizados para los paseos, realmente
son elefantas, todas hembras, tal vez porque los machos pueden ser un poco
menos amigables. Pero lo que había visto en el mapa que nuestro rentador no me
había marcado era el puente de la Segunda Guerra Mundial. Cuando llegué pensé
que era el nuevo ya que había dos y no había visto el antiguo que estaba a un
lado. Sinceramente me sentí con algo en el estómago al estar delante de lo que
considero un monumento y más teniendo en cuenta que por ahí tal vez pasaron
ejércitos asíaticos que luchaban. Es inevitable no trasladarse a ese momento
histórico y sentirse parte de la misma, más sabiendo los que me conocen como me
gusta la historia y en particular este hecho histórico que involucró a gran
parte de las potencias mundiales. Mi amigo Paolo, quien además de ser un gran compañero
de viaje es un fotógrafo aficionado me preguntó si no quería tomar fotos en
diferentes posturas para jugar un poco con las perspectivas, los puntos de fuga
y los colores. Por eso sin pensarlo comencé a ser un modelo por decirlo de
alguna manera, lo que realmente me encantó ya que me sentí como un nene jugando
a lo más le gusta. Es que no todos los días tenemos a un experto tomándote
fotos en diferentes ángulos y en lugares tan importantes. Agradezco ahora que
en ese momento el estaba pedaleando conmigo. Las imágenes quedaron excelentes,
dignas de postales, a pesar de que mi cara no sea la más fotogénica, pero al
menos me sentí muy realizado. Igualmente los que mejor la pasaron fueron los
tres niños que jugaban en calzoncillos en el río. Muy simpáticos ellos nos
saludaron cuando nos estábamos yendo para continuar. Siguiendo nuestra
siguiente parada resultó ser un lugar conocido como Pai Canyon, miradores sobre
el cañon por el cual corre el río Pai. Un lugar con unos paisajes y colores
increíbles. Nuevamente a jugar un poco con la cámara y a caminar para ver cada
detalle del parque. Al salir nos lavamos un poco la cara, ya que al ser cerca
del mediodía el calor era bastante y la tierra tapaba un gran porcentaje de
nuestro cuerpo, además de que se comenzaba a sentir el cansancio en nuestras
piernas. Hacía rato que no realizaba ninguna actividad física donde se
requiriera tanta resistencia. Por suerte cada tanto parábamos a comprar agua y
aquí esto es realmente económico. Pegando la vuelta por donde habíamos accedido
a Pai el día anterior encontramos varios puestos para parar y seguir tomando
fotos, como un View Point o mirador todo colorido, una obra de arte realmente
que nos dejaba ver una foto del valle de forma increíble. De a poco llegábamos
a la ciudad, queríamos regresar a la habitación a tomar una buena ducha para
salir a comer algo, pero antes decidimos hacer una parada en el mercado de
frutas para comprar ananá fresca (B20). Eso es lo lindo de estos pueblos llenos
de turistas. Muchos de los últimos no saben que fuera de las cuatro calles que
rodean a los bares, puestos de artesanías y hostales bonitos, existen sitios
donde el poblador sale a realizar sus compras, vende productos y lo mejor es
que todo sale la mitad del precio que dentro del centro turístico. Sin contar
que se puede establecer un contacto con la gente que está genial. Es una
experiencia enriquecedora. Salimos a comer siendo las 14.00 hs ya, pero el
hambre no tenía lugar debido al cansancio que había y el calor insoportable que
hacía, así que mejor tomarse un licuado fresco de manzana y un buen te helado
de te verde con jazmin, a pesar de que este último no estaba como esperaba.
Caminamos buscando nuevos sitios en la localidad y seguimos encontrando locales
de comida, frutas, mercados que aún no conocíamos hasta que decidimos descansar
un poco. Cuando las nubes dejaron que podamos ver de nuevo el sol, con Paolo
salimos a buscar nuevos lugares para sacar fotos, ya que el juego nos había
gustado bastante, pero esta vez con una Canon profesional increíble según el,
yo no entiendo nada. Nos metimos en un callejón que nos sacó al río con muchos
puentes de cañas y comenzamos la sesión artística de nuevo. Resultó muy
divertido y nos acompañaron dos perros que se encontraban en el lugar. De vuelta
probamos la cena callejera, un choclo asado con azúcar que estaba muy bueno,
pero lo mejor fue la simpatía de la pareja vendedora que pidió sacarse una foto
con nosotros. Como no sabían inglés en lugar de los nombres de la comida tenían
dibujado una gallina y un cerdo, pero muy chistosos. Después la mujer encantada
se puso a posar en medio de la calle y nos pidió que le imprimiésemos una foto
para el día siguiente. Antes de llegar compramos una cerveza “Leo” de litro y
un panqueque con chocolate para instalarnos afuera a mirar un poco de futbol
italiano, es que mi compañero “il tifossi Paolo” quería ver a su caro rossonero
(A.C. Milan). Fue un empate y con un poco de enojo se fue a la cama a ver su
computadora. Ya terminando el día, y después de 20 km pedaleados por la montaña
me espera la cama para abrazarla.
Día 11: Nos faltaba algo por
conocer en los alrededores de Pai, y eran las cascadas que estaban 6 km al
norte de Pai, en un camino de ascenso que pensábamos realizar en bicicleta, es
por eso que esta vez el desayuno estuvo un poco más tranquilo, un buen muffin
de moras (B50) y un buen café doble al estilo turco (B40). Renovamos nuestras
bicicletas, juntamos todo lo que necesitábamos y salimos a pedalear nuevamente
para sorprendernos. Comenzamos la travesía con agua, como siempre y notamos que
solo era ascenso, pendiente baja, de poco ángulo pero subida al fin. A lo largo
del camino fuimos encontrando muchos lugares para parar a tomar fotos. El
primero fue un templo muy bonito con un estanque delante con flores de loto de
color rosa, así que mientras una mujer del lugar trabajaba el campo en compañía
de su hijita, con Paolo hicimos algunas imágenes para luego meternos de lleno
en esa población. Como siempre los niños y las mujeres muy simpáticos, trabajando
con sus aves, o jugando con lo primero que tienen a mano. La gente a pesar de
ser de pocos recursos son siempre muy limpios y felices con lo que tiene.
Volviendo a la ruta continuamos con el ascenso buscando una villa china que
figuraba en el mapa. La típica puerta oriental nos dio la bienvenida con mucho
color. La gente era súper simpática al igual que la pequeña villa. Dentro de la
misma había una especie de castillo con toda simbología oriental que asimilaba
a un fuerte. No sé sinceramente que tenía que ver todo eso pero ahí estaba para
llamar a los fárang (extranjeros), como nos dicen a los turistas. Luego de
varias fotos solo quedaban 2 km de camino para llegar a la cascada pero todo
seguía subiendo. Varias veces dejé de pedalear, pero cada vez que comenzaba a
caminar aparecían gallinas, gallos y pollos de todos lados así que montaba de
nuevo la bici y juntaba fuerzas de donde podía. La espera valió la pena. Había
sido más de una hora de ascenso y unas cuantas botellas de agua dejadas atrás,
pero el lugar valía la pena. Antes de ingresar al complejo, que era gratis,
compramos dos salchichas o chorizos a la parrilla (B25) y huevos duros hechos a
la parrilla también (B5 cada uno). Breve descanso y a ver lo que estábamos
buscando. Niños jugando en las piletas naturales, con poca ropa, mientras que
la gente mayor estila mojarse vestido, pudor o no, todos se divertían mucho.
Los gringos llegaban en sus motos a broncearse un poco, los mismos que por la
noche se los veía llenos de vendas y raspones caminando por la calle. Esto
realmente me sorprendió, la cantidad de heridos que había en Pai. Si no conocen
las calles y rutas, para que alquilan motos y salen a andar fuerte cuando no
están acostumbrados a manejar por el lado opuesto y en lugares desconocidos. Pero
claro, los B100 que vale alquilar por día los tienta, no piensan que se pueden
arruinar todas las vacaciones. Volviendo a las cascadas, disfrutamos un poco
del agua, del sol, mientras seguían llegando personas de diferentes lugares.
Igualmente los únicos dos en bici fuimos nosotros, lo que sorprendió a todos
los que nos veían. Lleno de gente y luego de unas horas gastadas ahí decidimos
volver. Nos esperaba el regreso, lo que nos llevó tan solo 10 minutos, y si
digo que pedaleamos 3 o 4 veces fue mucho. Una bajada genial que solo se
interrumpía por las frenadas para doblar o esquivar los pozos, que por cierto
eran muchos, aunque al menos los utilicé para acordarme de mi ciudad. Como
todos los días en este lugar, pasamos a buscar nuestros ananás y luego de esto
devolvimos la bici para regresar a la Noon Guest House y descansar después de
una buena ducha. Un poco más tranquilos y relajados salimos en busca del café
diario. De solo vernos la señora nos fue a preparar el pedido, es que todos los
días íbamos una o dos veces, y es lo lindo de poder quedarse varias noches en
un sitio, la gente local nos conocía y saludaba con muchísima simpatía. Los del
café, los mozos de la cena, los del puesto de comida en la calle, la mujer del
mercado, es hermoso llevarse un poco de cada uno de ellos cuando uno pasa tan
rápido. En la noche como despedida decidimos que teníamos que comer algo
nuestro, así que fuimos por una buena pasta con salsa (B80) con un café (B40)
posterior y para sacarnos el gusto una caipirinha (B50) que estaba muy mala,
pero lo que valía era despedirse de la ciudad.
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