lunes, 30 de abril de 2012

Ko Phi Phi = Sueño cumplido


Día 16: Como hacía días no lo hacía, repetí un desayuno americano bien completo con huevos, salchichas, jamón, jugo de ananá, tostadas con manteca y mermelada, y un buen café. Con el estómago lleno me fui hasta el local de la excursión que había contratado donde me esperaba el vendedor para llevarme hasta el lado oeste de la playa para que me buscara el bote ligero de la empresa “Barracuda”. 9.20 hs como me dijeron el bote estaba ahí, y apenas subirme vi gente de muchos lugares; indios, tailandeses, franceses y otros países de Europa. Apenas comenzaron a rugir los dos motores Honda de 225 HF sentí que me esperaba una gran aventura. El paisaje no podía ser tan espectacular. Nuestra primera parada fue en la Bamboo Island. Siempre con un tiempo de media hora para apreciar cada uno de los atractivos, pero aprovechando al máximo dejé mis cosas en la arena y me tiré al agua a nadar. Tal fue mi sorpresa cuando se me acercaron cientos de peces de color azul y amarillo mientras yo nadaba. Muchos tenían snorkel y yo no, por eso pregunté a mi guía de turno cuando es que íbamos a realizar el snorkelling, pero para que mi preocupación se vaya me dijo que era la parada siguiente. Todos encima del bote nuevamente para navegar unos diez minutos y frenar en el medio del mar. Sinceramente pensé que había pasado algo con la embarcación, pero me di cuenta que no cuando empezaron a repartir los snorkels y chalecos salvavidas. La aventura esta vez sería en el medio del mar en la “Bahía de los Monos”. Al principio un poco nervioso me costó mirar bien, pero más tranquilo pude ver cosas increíbles. Peces de hasta cuatro colores pasando al lado mio, la vida submarina a flor de piel con hermosos corales que estaban a diez metros de profundidad pero que se apreciaban claramente gracias a la claridad del agua. Era de otro planeta lo visto, solo antes conocido por revistas o documentales. Pero debíamos continuar y por eso seguimos navegando hasta “Hin Klarng”, otro lugar para realizar snorkel de mar abierto donde la diversidad de peces era incluso más grande. Cada vez mi sorpresa era mayor. Debíamos continuar y cuando pregunté a la guía me dijo que iríamos a comer, pero al navegar empezamos a ver lugares sinceramente indescriptibles, con las típicas formaciones rocosas, en inglés llamadas limestones, y unas playas excepcionales. Por eso cuando dijeron que estábamos llegando a la Maya Bay, o Bahía Maya, me quedé mudo. Ese era el lugar por el cual yo había contratado la excursión, el lugar que quería visitar para cumplir el sueño de mi viejo y en parte también el mio. Para los que no lo saben, aquí fue donde se rodó la película “La Playa” de Leonardo Di Caprio. No pude evitar que los ojos se me llenaran de lágrimas sinceramente, me había costado mucho ver eso pero al fin estaba ahí, sentía que todo lo que venía después iba a ser innecesario, iba a estar completamente de más, mi objetivo ya estaba cumplido. Sin cansarme de sacar fotos y tirarme en la playa de una arena increíblemente blanca y coralina disfruté esa media hora. Estaba feliz de estar ahí pero debía regresar a la realidad. No sin dejar de ver paisajes espectaculares visitamos la Bahía Pileh para ver la laguna azul y el fondo lleno de corales encerrados por las rocas y luego fuimos a ver la Caverna de los Vikingos, un antiguo asentamiento de tiempos pasados en una cueva natural sobra una ladera de las rocas. Tomamos algunas fotos y continuamos nuestro camino hasta Ko Phi Phi Don, lugar en el cual íbamos a tomar nuestro almuerzo. Éste estaba bien, comida thai en estilo buffet; verduras, curries, arroz y otras cosas que no sé que eran. Pero me extrañó ver al nene francés comiendo patitas de pollo fritas hasta que vi una fuente llena y fue ahí donde ataqué. Eran riquísimas y terminé comiendo como los nenes, con la mano. Ya lleno, salí a conocer un poco la zona peatonal, o en verdad, la única que se puede caminar en la playa que estaba repleto de negocios con precios más altos que las otras playas o ciudades. Cuando estaba por ir a la lancha la guía me ofreció café gratis y tuve que aceptar. Igual no fue lo único que nos dieron, ya que además de todas las visitas, los equipos de snorkel gratis y el almuerzo, teníamos incluído el agua mineral, bandejas de frutas frescas (ananá y sandía) y tortas varias hechas por una panificadora de Krabi. Toda la excursión por un buen precio (1100B) regateado al vendedor porque también le compré mi pasaje hasta Ko Pha Ngan. Cuando volvíamos, muy cansados, venía sentado al final del bote, al igual que todo el viaje, y sentí agua en mi cara. Pensé que el salto de la lancha me había salpicado, pero era que había comenzado a llover, por lo que un buen tramo me moje un poco más aun. Ya al final del viaje, me llevaron a Railay y salí a caminar por la playa que estaba súper, y por suerte encontré a Rob que estaba bronceándose para sacarse la marca de la musculosa que tenía puesta el día anterior. Aproveché y me quede nadando un poco más con la gran vista hasta que decidí volver a pegarme una buena ducha, no sin antes parar a cambiar plata y a probar un panqueque con nutela, una especie de chocolate italiano mezclado con nueces trituradas, una delicia. Por la noche mientras cenábamos con Rob conocimos a dos chicas de Israel, Cher y su amiga que no recuerdo el nombre. Super simpáticas salimos a ver el show de fuego y escalada del lado oeste de la playa y tomamos unas cervezas. Luego fuimos a “The Last Bar” a seguir tomando y a jugar unos pooles con las chicas. 


domingo, 29 de abril de 2012

Viajando al sur!

Como perdí algunos días por los viajes entre ciudades publico algunos más para los que quieran leer. Besos y abrazos!!


Día 12: Lo que se llama un día de vacaciones tirado a la basura. Nos levantamos bien temprano con Paolo y preparamos las mochilas para salir a desayunar, dejamos las cosas en la habitación y salimos al bar que íbamos todos los días. Esperamos nuestro bus de línea luego y este llegó con un retraso de 20 minutos, que aquí en Tailandia, no es nada fuera de lo normal. El bus iba lleno y no había lugares casi. Gente que venía desde Chiang Mai e iba hasta Sapong y Mae Hong Son, como nosotros. Como pudimos nos ubicamos, Paolo en un asiento y yo en un balde en el pasillo bien al lado de la puerta trasera, que como iba abierta yo estaba atento a no volar por el camino en alguna de las cientas de curvas a lo largo de la ruta. Todo era divertido dentro de todo y estaba fresco con un paisaje muy bonito de la montaña. Descargamos gente en Sapong luego de un control policial en el cual solo piden documentación a los nativos de Tailandia y cuando estábamos en el tramo final se largó una lluvia torrencial. Al llegar a Mae Hong Son el agua caía incesantemente y decidimos bajarnos en la terminal, primero para estar al resguardo y segundo para poder averiguar el horario de salida de los colectivos a Bangkok para el día siguiente, ya que la idea era estar solo una noche en la ciudad. Siendo las 15.15 hs y viendo que todo estaba lleno para los días siguientes, que no estábamos cerca del centro y que llovía, pagamos una mini van (B150) y nos volvimos a Pai. Aquí más de lo mismo, pero siempre lindo como los días anteriores, una cena con frutas frescas (B40) para alimentarse bien y no de porquerías chatarras, un buen té de limón helado (B25) y una buena charla de amigos, paseo por la feria y de nuevo a dormir que mañana a las 7.00 hs tenemos la mini van a Chiang Mai.


Día 13: Como costó levantarse por favor. El anterior había sido un día movido pero con viajes perdidos. Este también terminaría siendo lo mismo desgraciadamente pero en fin es lo que hay que hacer para ir a descansar un poco a las islas y conocer las hermosas playas. Después de levantarnos, fuimos hasta la terminal de buses donde tomaríamos el transporte para llegar a Chiang Mai. Como siempre esas mini vans son tan pequeñas que agradecemos que los thais y los pasajeros gringos son flaquitos. Viajamos apretados, incómodos, con calor y encima debíamos bajar las 762 curvas del camino entre Pai y Chiang Mai. A los cabezazos de dormidos veníamos todos, pero para variar, algo me tenía que suceder. Al lado mio venía una pareja española que parecía hacía rato no se bañaban. Me parece bárbaro que no lo hagan si están solos, pero si viajan, por respeto a los demás podrían hacerlo. Hicimos una parada donde respiré aire puro y compré algunas obleas para comer ya que nada había desayunado. Cuando llegamos a Chiang Mai, Paolo compró el boleto para ir a Sukkhotai así que me despedí de él. Mientras yo tenía que buscar un lugar para cambiar dinero, ya que a pesar de haberlo intentado, las restricciones impuestas a nuestro dinero en el país no me lo permitieron. La solución fue pagar un tuk tuk ida y vuelta (B160) hasta el centro y cambiar algo de plata. Regresé y compré mi boleto para regresar a la capital luego de 10 días en el norte de Tailandia. Próximo objetivo: playas e islas. El viaje no fue malo. Tenía aire acondicionado al menos y la verdad que contra los 40ºC que hacían afuera estaba genial. Además dormí como un condenado cuando no parábamos a comprar y estirar las piernas. De noche llegamos a la estación norte de Bangkok y apenas bajé fui a buscar información sobre como viajar al sur. Me dijeron que los buses salían desde la estación cerca del centro, así que lo que decidí fue descansar una noche cerca de la Th Khao San y ver tarifas para ir hasta Krabi. Alquilé una cama en el “25 Dormitory” cerca de Th Rambuttri, zona de bares, comedores y negocios en el barrio de Bamglamphu y dejé mi equipaje. Antes de dormirme me fui a ver la movida nocturna, la cual es enorme y me comí un buen phad tai de huevo (B30). Lleno de extranjeros, entre las cuales encontré dos señoras de Rosario y escuche algunos más que hablaban de Argentina. Como se extraña cuando uno está lejos, a veces para valorar las cosas hay que tenerlas lejos parece, familia, amigos, ciudad, juntadas, etc. En fin, hay que seguir disfrutando.


Día 14: Para comenzar el día quería darme un pequeño gusto, por eso fui a llamar a mi familia. Nada mejor que poder escucharlos en más de dos semanas. Uno teniendo una computadora puede traspasar los límites de distancia, pero me hacía falta escucharlos más que escribirme con ellos. Es por eso que a pesar de no poder hablar con mi hermanita Avril, hablar con mis padres me dio toda la fuerza que se necesita para poder continuar por el sueño mio y el de ellos. Ya mucho mejor gracias a eso, decidí salir a afrontar el día pesadísimo que me esperaba con un calor insoportable (39ºC). Fui a comprar mi boleto a Krabi y lo más económico fue a 420B haciendo escala en Surat Thani en un negocio de una familia judía parecía por los carteles en hebreo. Desayune un yogurth con muesli y frutas frescas y me vine a hibernar a la habitación con aire. Luego pensándolo bien decidí que tenía que ir directo a Ko Phi Phi, pero cuando fui a cambiar el pasaje me dijeron que el precio de 600B publicado estaba mal y que salía 800B. Como no tenía ganas de quejarme a defensa del consumidor en Tailandia, decidí dejar todo como estaba y continuar igual. Aprovechando que estaba afuera, y que había juntado tal coraje, me lancé por las avenidas grandes ya que desde lejos divisaba el Monumento a la Democracia y quería tomar unas fotos. Una vez llegado y luego de haber pasado cientos de puestos de comida, billetes de lotería (otro aspecto que me llamó la atención de la capital) y de frutas y jugos, saqué mis fotos continué caminando en busca del Monte Dorado. Cuando llegué no entré ya que me llamó la atención otro templo similar al Wat Pho pero con otro edificio blanco y decoración marrón. Era imponente y la exhibición que en el había era interesante. Igualmente lo mejor fue poder subir una escalera caracol de 4 pisos para tener una increíble vista de la ciudad. Ya debajo compré las infaltables rodajas de ananá para no morir de calor y de camino por la Th Khao San regateé un poco para poder comprarme una musculosa amarilla con el logo de la cerveza Chang (100B). A esperar para tomar el bus luego de una refrescante ducha en el dormitorio, por el cual pagué 100B más para poder utilizar la pieza por la tarde. Cuando fui al lugar de encuentro para ir a buscar el transfer un chico me esperaba para llevarme hasta el otro lado de la calle, lo que si el camino era bastante particular. Pasamos por un pasillo largo abandonado, por un gimnasio donde los extranjeros practicaban muay thai (kickboxing tailandés) y por otros pasillos llenos de perros comiendo hasta que finalmente llegamos a destino. El bus recién salía a las 18.30 hs y  faltaba una hora completa, por eso fui a un 7 Eleven y compré un poco de café helado, unos bastones dulces de pan y un sándwich de jamón y queso por unos 60B. Ya mientras esperaba comenzaron a llegar gran cantidad de gringos que iban para el lado de las islas. Algunos a Ko Lanta, Ko Samui, Ko Phi Phi y otros como yo a Krabi, entre ellos un canadiense realmente simpático llamado Rob. Hablando un poco pegamos buena onda para estar unos días viajando juntos en las islas. El viaje se hizo largo y durante el mismo pusieron la película de Titanic. Después de una parada para baños y comida continuamos. Por suerte tenía dos asientos para mi solo por lo que pude descansar un poco y con el aire acondicionado del cole funcionando muy bien hasta tuve que taparme con las mantas de Doraemón que nos daban.



Día 15: Bien temprano llegamos a Surat Thani donde nos derivaron en diferentes vans por destino. Luego de un viaje estrepitoso por la velocidad en la que íbamos y el estado deplorable de la ruta llegamos al acceso de Krabi. Ahí llegaba nuestro ticket, por lo que ahora debíamos decidir donde ir. Con Rob habíamos visto varias opciones para alojarnos y la que más nos interesaba era la de parar en Railay, cerca de Krabi solo accediendo por botes largos a motor. Consultamos cuanto nos salía eso y nos dijeron que el trasnfer hasta el puerto y el cruce en bote eran 200B más, pero debíamos esperar una hora más sentados. Cuando pasó esa hora, un alemán que se nos había sumado fue a decirles que nos lleven, ya que acá tienen la costumbre de esperar que hayan suficientes personas para arrancar el viaje. Gracias a la insistencia nos llevaron hasta el puerto pero ahí también éramos solo siete personas para cruzar, una pareja canadiense más mi amigo, el alemán, una mamá thai con su nene y yo. Nuevamente pagamos 20B para no esperar más y finalmente nos cruzaron. Ir llegando a la península y ver todas las formaciones rocosas en la bahía era algo de película realmente, no pensaba que eso pudiera existir, y estar ahí fue verdaderamente shockeante. Ya debajo los tres comenzamos a buscar alojamiento del lado este de la isla y tras tres intentos fallidos encontramos algo con Rob en el medio de la jungla por así decirlo. Era un bungalow con dos colchones, ducha y baño propio, y fuera una hamaca paraguaya y sillas para descansar por un precio razonable para dos personas (400B). Igualmente comenzábamos a notar que nos encontrábamos en un sitio más turístico y por lo tanto con precios más altos que los lugares anteriores. Decidimos tomar la habitación rápido para dejar afuera al alemán que ya se estaba poniendo bastante pesado realmente. Ya duchado decidimos salir a comer algo ya que ni siquiera habíamos desayunado. Fue así que comenzamos a buscar precios y terminamos en el lado oeste de la isla que incluso era más caro en todo lo que es servicios. Volvimos a comer del lado este y luego preparamos las cosas para salir a pasear en kayak. Rentamos uno para los dos (300B) y nos lanzamos al mar de Andaman. Las aguas turquesas con el fondo maravilloso convertía todo en un sueño. Uno no dimensiona estar remando en esas aguas con playas de arenas coralinas mientras en las altas rocas los turistas practican escalada. Sinceramente eso parecía el paraíso, o mejor dicho, lo era. Fueron una hora o más, no lo sé, que estuvimos remando hasta alcanzar las playas de Ton Sai, donde se queda la mayoría de los mochileros. Mientras paseaba por la pequeña playa una familia de monos pasaba por el jardín para trepar por los árboles en ese lugar maravilloso. Ya de nuevo en el kayak decidimos ir para la cueva de Hat Phra Nang, pero cuando estábamos por llegar una tormenta enorme que solo terminó siendo algunas gotas de lluvia nos corrió a devolver el bote ya que el mar comenzaba a moverse demasiado y estaba realmente picante. Volvimos al bungalow luego de la travesía y bajamos a tomar un café helado (50B) con un panqueque enorme de chocolate (60B). ya sin lluvia, era un buen momento para caminar un poco y decidimos atravesar la península nuevamente para ver el atardecer que decían que valía la pena. El lado oeste continuaba genial mientras que el este, donde nosotros nos alojábamos había quedado seco por decirlo de una forma, porque la marea había bajado y los botes estaban varados en la tierra. Volviendo al lado oeste, la gente jugaba al futbol, tomaba fotos, caminaba y Rob decidió salir a caminar para llegar a la otra playa por el lado de la selva escalando un poco pero esta vez decidí quedarme en la arena disfrutando del viento fresco. Ya en cueros me tiré e hice una pequeña siesta teniendo como testigo ese paisaje y la gente que pasaba alrededor sin siquiera molestarse. Aquí el tiempo no parece pasar nunca y cuando me di cuenta estaba solo en esa playa con las rocas ahí, el mar turquesa y tarareando la canción “Loco” de Andrés Calamaro, y realmente a veces pienso como dice él, “soy un loco que se dio cuenta que el tiempo es muy poco”, porque no alcanzaría una vida para describir todo lo que sentía en ese momento. Cada día descubro más y me sorprendo aún más de todo lo que puedo vivir, gracias a mi familia principalmente, a mis amigos que también son mi soporte y a lo que laburo a diario para ahorrar cada peso, es por eso y por mucho más que disfruto todo esto. Tratando de sacar la mejor foto y tener la mejor postal para todos aquellos que no pueden estar donde hoy me toca estar a mí. Por la noche comimos en el restaurante del lugar donde estamos alojados, “Rapala Resort”, que se especializa en comida india y fue cuando probé mi primer plato indio recomendado por Rob. Era un “Butter Chicken” (85B), es decir una especie de pollo a la manteca en un curry rojo de muy buen sabor y un poco picante, y para acompañar un “Naan Malena” (40B) o pan indio parecido a un panqueque pero grueso y mas duro, no como un creppe. Me sorprendí porque no pensé que ese estilo de comida sea tan rico, siempre encerrado a la tradicional comida de los argentinos, carnes varias asadas, y platos derivados de la cocina italiana o de otros países europeos. Eso sí, Rob pidió uno que todavía me arde la boca de acordarme cuando probé un poquito. Después de la cena para relajarnos jugamos unos pools en un bar cercano y me vine a acostar porque me esperaba un día excelente.



jueves, 26 de abril de 2012

Pai en bicicleta


Día 10: Ya desde temprano se podía esperar un día de mucha acción, así que nada mejor que empezar con un buen desayuno americano, como los últimos días. De ahí salimos a rentar nuestras bicicletas (B70) y preguntamos como llegar a los diferentes atractivos cercanos en la zona. El hombre que nos alquiló nuestros vehículos todo terreno nos explicó todo acerca de como llegar y que caminos tomar, todo en un pobrísimo inglés. Eso es una característica primordial del habitante thai, tanto en el norte como en la ciudad, a pesar de no saber bien como decírtelo, van a hacer todo por lograrlo, para que todo salga bien y los turistas queden contentos. Al menos esa es la impresión que me está dejando esta experiencia. Una vez listos con nuestros equipos listos, hicimos una parada en la estación de gasolina para tomar unas fotos y cargar combustible, y continuamos nuestro camino. La ruta era puramente de montaña. Teníamos un tramo de subidas y bajadas, y así alternándose todo el tiempo. Las subidas eran tranquilas pero largas, así que cada descenso por más corto que era nos devolvía el aire para seguir nuestro viaje. Poco a poco los paisajes montañosos nos iban acompañando. El río sobre la derecha con un valle verde y lleno de árboles con frutas como mangos y papayas. Y al fondo, las cadenas montañosas que cambiaban su color con la distancia y por los rayos del sol. Los atractivos comenzaban a aparecer. Un campamento de elefantes se pudo divisar con un ejemplar encadenado, lo que no pudimos ver fue quienes eran los dueños o encargados de cuidar al animal, ya que a pesar de llamar nunca nadie nos atendió. En el próximo tuvimos mejor suerte. Además de que habían varias personas, cuatro elefantes estaban comiendo cañas de bambú. Tomamos varias fotos mientras los bichos se alimentaban pero no queríamos molestarlos por caso se enojen. Lo que también supimos por parte de los cuidadores es que todos los elefantes utilizados para los paseos, realmente son elefantas, todas hembras, tal vez porque los machos pueden ser un poco menos amigables. Pero lo que había visto en el mapa que nuestro rentador no me había marcado era el puente de la Segunda Guerra Mundial. Cuando llegué pensé que era el nuevo ya que había dos y no había visto el antiguo que estaba a un lado. Sinceramente me sentí con algo en el estómago al estar delante de lo que considero un monumento y más teniendo en cuenta que por ahí tal vez pasaron ejércitos asíaticos que luchaban. Es inevitable no trasladarse a ese momento histórico y sentirse parte de la misma, más sabiendo los que me conocen como me gusta la historia y en particular este hecho histórico que involucró a gran parte de las potencias mundiales. Mi amigo Paolo, quien además de ser un gran compañero de viaje es un fotógrafo aficionado me preguntó si no quería tomar fotos en diferentes posturas para jugar un poco con las perspectivas, los puntos de fuga y los colores. Por eso sin pensarlo comencé a ser un modelo por decirlo de alguna manera, lo que realmente me encantó ya que me sentí como un nene jugando a lo más le gusta. Es que no todos los días tenemos a un experto tomándote fotos en diferentes ángulos y en lugares tan importantes. Agradezco ahora que en ese momento el estaba pedaleando conmigo. Las imágenes quedaron excelentes, dignas de postales, a pesar de que mi cara no sea la más fotogénica, pero al menos me sentí muy realizado. Igualmente los que mejor la pasaron fueron los tres niños que jugaban en calzoncillos en el río. Muy simpáticos ellos nos saludaron cuando nos estábamos yendo para continuar. Siguiendo nuestra siguiente parada resultó ser un lugar conocido como Pai Canyon, miradores sobre el cañon por el cual corre el río Pai. Un lugar con unos paisajes y colores increíbles. Nuevamente a jugar un poco con la cámara y a caminar para ver cada detalle del parque. Al salir nos lavamos un poco la cara, ya que al ser cerca del mediodía el calor era bastante y la tierra tapaba un gran porcentaje de nuestro cuerpo, además de que se comenzaba a sentir el cansancio en nuestras piernas. Hacía rato que no realizaba ninguna actividad física donde se requiriera tanta resistencia. Por suerte cada tanto parábamos a comprar agua y aquí esto es realmente económico. Pegando la vuelta por donde habíamos accedido a Pai el día anterior encontramos varios puestos para parar y seguir tomando fotos, como un View Point o mirador todo colorido, una obra de arte realmente que nos dejaba ver una foto del valle de forma increíble. De a poco llegábamos a la ciudad, queríamos regresar a la habitación a tomar una buena ducha para salir a comer algo, pero antes decidimos hacer una parada en el mercado de frutas para comprar ananá fresca (B20). Eso es lo lindo de estos pueblos llenos de turistas. Muchos de los últimos no saben que fuera de las cuatro calles que rodean a los bares, puestos de artesanías y hostales bonitos, existen sitios donde el poblador sale a realizar sus compras, vende productos y lo mejor es que todo sale la mitad del precio que dentro del centro turístico. Sin contar que se puede establecer un contacto con la gente que está genial. Es una experiencia enriquecedora. Salimos a comer siendo las 14.00 hs ya, pero el hambre no tenía lugar debido al cansancio que había y el calor insoportable que hacía, así que mejor tomarse un licuado fresco de manzana y un buen te helado de te verde con jazmin, a pesar de que este último no estaba como esperaba. Caminamos buscando nuevos sitios en la localidad y seguimos encontrando locales de comida, frutas, mercados que aún no conocíamos hasta que decidimos descansar un poco. Cuando las nubes dejaron que podamos ver de nuevo el sol, con Paolo salimos a buscar nuevos lugares para sacar fotos, ya que el juego nos había gustado bastante, pero esta vez con una Canon profesional increíble según el, yo no entiendo nada. Nos metimos en un callejón que nos sacó al río con muchos puentes de cañas y comenzamos la sesión artística de nuevo. Resultó muy divertido y nos acompañaron dos perros que se encontraban en el lugar. De vuelta probamos la cena callejera, un choclo asado con azúcar que estaba muy bueno, pero lo mejor fue la simpatía de la pareja vendedora que pidió sacarse una foto con nosotros. Como no sabían inglés en lugar de los nombres de la comida tenían dibujado una gallina y un cerdo, pero muy chistosos. Después la mujer encantada se puso a posar en medio de la calle y nos pidió que le imprimiésemos una foto para el día siguiente. Antes de llegar compramos una cerveza “Leo” de litro y un panqueque con chocolate para instalarnos afuera a mirar un poco de futbol italiano, es que mi compañero “il tifossi Paolo” quería ver a su caro rossonero (A.C. Milan). Fue un empate y con un poco de enojo se fue a la cama a ver su computadora. Ya terminando el día, y después de 20 km pedaleados por la montaña me espera la cama para abrazarla.




Día 11: Nos faltaba algo por conocer en los alrededores de Pai, y eran las cascadas que estaban 6 km al norte de Pai, en un camino de ascenso que pensábamos realizar en bicicleta, es por eso que esta vez el desayuno estuvo un poco más tranquilo, un buen muffin de moras (B50) y un buen café doble al estilo turco (B40). Renovamos nuestras bicicletas, juntamos todo lo que necesitábamos y salimos a pedalear nuevamente para sorprendernos. Comenzamos la travesía con agua, como siempre y notamos que solo era ascenso, pendiente baja, de poco ángulo pero subida al fin. A lo largo del camino fuimos encontrando muchos lugares para parar a tomar fotos. El primero fue un templo muy bonito con un estanque delante con flores de loto de color rosa, así que mientras una mujer del lugar trabajaba el campo en compañía de su hijita, con Paolo hicimos algunas imágenes para luego meternos de lleno en esa población. Como siempre los niños y las mujeres muy simpáticos, trabajando con sus aves, o jugando con lo primero que tienen a mano. La gente a pesar de ser de pocos recursos son siempre muy limpios y felices con lo que tiene. Volviendo a la ruta continuamos con el ascenso buscando una villa china que figuraba en el mapa. La típica puerta oriental nos dio la bienvenida con mucho color. La gente era súper simpática al igual que la pequeña villa. Dentro de la misma había una especie de castillo con toda simbología oriental que asimilaba a un fuerte. No sé sinceramente que tenía que ver todo eso pero ahí estaba para llamar a los fárang (extranjeros), como nos dicen a los turistas. Luego de varias fotos solo quedaban 2 km de camino para llegar a la cascada pero todo seguía subiendo. Varias veces dejé de pedalear, pero cada vez que comenzaba a caminar aparecían gallinas, gallos y pollos de todos lados así que montaba de nuevo la bici y juntaba fuerzas de donde podía. La espera valió la pena. Había sido más de una hora de ascenso y unas cuantas botellas de agua dejadas atrás, pero el lugar valía la pena. Antes de ingresar al complejo, que era gratis, compramos dos salchichas o chorizos a la parrilla (B25) y huevos duros hechos a la parrilla también (B5 cada uno). Breve descanso y a ver lo que estábamos buscando. Niños jugando en las piletas naturales, con poca ropa, mientras que la gente mayor estila mojarse vestido, pudor o no, todos se divertían mucho. Los gringos llegaban en sus motos a broncearse un poco, los mismos que por la noche se los veía llenos de vendas y raspones caminando por la calle. Esto realmente me sorprendió, la cantidad de heridos que había en Pai. Si no conocen las calles y rutas, para que alquilan motos y salen a andar fuerte cuando no están acostumbrados a manejar por el lado opuesto y en lugares desconocidos. Pero claro, los B100 que vale alquilar por día los tienta, no piensan que se pueden arruinar todas las vacaciones. Volviendo a las cascadas, disfrutamos un poco del agua, del sol, mientras seguían llegando personas de diferentes lugares. Igualmente los únicos dos en bici fuimos nosotros, lo que sorprendió a todos los que nos veían. Lleno de gente y luego de unas horas gastadas ahí decidimos volver. Nos esperaba el regreso, lo que nos llevó tan solo 10 minutos, y si digo que pedaleamos 3 o 4 veces fue mucho. Una bajada genial que solo se interrumpía por las frenadas para doblar o esquivar los pozos, que por cierto eran muchos, aunque al menos los utilicé para acordarme de mi ciudad. Como todos los días en este lugar, pasamos a buscar nuestros ananás y luego de esto devolvimos la bici para regresar a la Noon Guest House y descansar después de una buena ducha. Un poco más tranquilos y relajados salimos en busca del café diario. De solo vernos la señora nos fue a preparar el pedido, es que todos los días íbamos una o dos veces, y es lo lindo de poder quedarse varias noches en un sitio, la gente local nos conocía y saludaba con muchísima simpatía. Los del café, los mozos de la cena, los del puesto de comida en la calle, la mujer del mercado, es hermoso llevarse un poco de cada uno de ellos cuando uno pasa tan rápido. En la noche como despedida decidimos que teníamos que comer algo nuestro, así que fuimos por una buena pasta con salsa (B80) con un café (B40) posterior y para sacarnos el gusto una caipirinha (B50) que estaba muy mala, pero lo que valía era despedirse de la ciudad. 




lunes, 23 de abril de 2012

Chiang Mai - Pai


Día 8: Al levantarme noté que teníamos compañía en la habitación que es para 10 personas, en total había cinco mujeres y tres hombres. Bien temprano arrancamos la jornada para ver si veíamos con Claudio a las “hartas viejitas”, como las llamaba el, haciendo tai chi en la puerta Thapae a pocas cuadras de la guest house, pero parece que era tarde ya que no estaban. Debimos conformarnos con ver a los monjes que todas las mañanas salen a llenar sus cuencos de alimentos que son dados por los fieles.
De regreso en el lobby debía esperar que me junten para ir a la excursión que más esperaba. Fui el primero, luego subió Tim de Perth, Australia, Mark y tres amigos más de Inglaterra y finalmente dos parejas chinas que hablaron todo el camino a la travesía. De paso paramos en el orquideario y mariposario, que este último de eso tenía poco o nada. Las flores si realmente valían la pena porque estaban lindas y de todos los colores. Continuamos luego hasta frenar frente a una granja de elefantes, donde cambiamos de vehículo a una camioneta más destartalada para tomar un camino realmente malo y llegar al lugar donde comenzaríamos nuestro descenso de rafting en uno de los ríos del norte de Chiang Mai. Nos dividimos en dos grupos, yo fui con los ingleses y en el otro bote Tim con los chinos. Fue muy divertido y cansador ya que duró una hora. Cuando terminamos volvimos a la camioneta que nos llevó a comer comida thai buffet. Arroz en cantidades colosales, verduras de todos los tipos, ananá y noodles para acompañar. Muy buen almuerzo y a prepararse para lo que más quería hacer: andar en elefante. La experiencia realmente no tiene comparación, y más allá del maltrato que los animales reciben de los cuidadores estuvo muy bueno. También se pudo alimentar a estos con cañas de azúcar y hasta tuvimos la suerte que un pequeño bebé nos acompañó durante todo el trayecto. Grande fue el susto cuando el chiquito nos corrió asustado por un buey. Después de eso y muertos de calor fuimos todos, menos los chinos a hacer un trekking por medio de la selva donde entre los diferentes frutos pude probar lo delicioso que era el lochi, una especie de uva pero blanca por dentro y roja por fuera. Así llegamos a las pequeñas cascadas con piletas naturales donde nos refrescamos e hicimos masajes con las caídas de agua. Cuando llegaron los chinos estuvimos unos 15 minutos más y arrancamos todos para realizar el último tramo que era el rafting en balsas de caña de bambú. Nuevamente divididos descansamos en las balsas mientras dos nativos avanzaban en modo de jangadas. Pescadores, niños nadando mientras la tarde caía y el cansancio aparecía en todos ya.




Día 9: Bien dormido después de un día larguísimo, me levanté temprano para terminar de acomodar mis cosas y esperar la mini van que me iba a llevar a Pai, en la provincia de Mae Hon Song, bien al límite con Myanmar (antigua Birmania). Antes de esto me fui a desayunar a The Corner un buen desayuno estilo americano: dos huevos fritos con jamón, café, jugo de ananá y tostadas con manteca y mermelada (B85). De nuevo en la guesthouse espere un buen rato hasta que a las 10.30 hs me pasaron a buscar para emprender nuevos caminos. Volvía a ser el primero de los diez pasajeros que iríamos a Pai. Subieron dos chicas, mi amigo Paolo, con quien instantáneamente pegamos onda para seguir juntos el viaje y compartir alojamiento, y por último una familia de seis que parecían yankees, o al menos gringos eran. Al comienzo el viaje fue un poco aburrido. Siempre salir de la gran ciudad lo es, y más por el tránsito, y este es un gran tema aquí, es un caos y encima hay que prestar atención ya que manejan por el lado opuesto que a la mayoría de los países occidentales. Durante el viaje estuvimos hablando mucho con mi amigo viendo cuales iban a ser los siguientes destinos de cada uno y por suerte pensábamos bastante similar así vamos a ver hasta donde continuamos. Primero hicimos una parada técnica en un pueblo en medio del camino para poder comer y tomar algo, y fue aquí donde probé el plato que todos me habían recomendado, el Pad Thai, una suerte de spaguetti con pollo y verduras (B35) con un agua (B15). Continuando nuestro viaje descubrimos un hermoso paisaje de montaña hasta que luego de 762 giros en la ruta, con algunos bastante peligrosos apareció el misterioso Pai. Por qué misterioso? Sinceramente porque todo el mundo va a Pai sin tener un verdadero justificativo. Todos llegamos porque nos lo recomendaron pero sin conocerlo, el boca en boca está siendo más importante esta vez, pero uno descubre con solo estar minutos en el pueblo, que valió la pena realmente realizar los 132 km desde Chiang Mai. Apenas llegamos con Paolo salimos a caminar con nuestro equipaje para encontrar un alojamiento acorde con nuestro bolsillo, lo que no nos costó mucho. Apenas unas cuadras, que es lo que dura el centro de todo este bonito pueblo y ya teníamos una habitación con ventilador, televisor y dos camas por B180, B90 cada uno. Una ganga. Tiramos nuestras cosas, nos dimos una lavada de cara y salimos a conocer buscando excursiones para hacer. Entre la lluvia de ofertas y variedades dejamos todo para analizar y seguimos explorando. Llegamos a un puente hecho con cañas de bambú, poco confiable y muy roto pero que con un poco de cuidado logramos pasar para llegar a la parte reconstruída. Sucede que hace unos años, una inundación del río que divide la ciudad se llevó gran cantidad de sitios de alojamiento y provocó un gran desastre en este lugar. Hoy en día todo está mejor, con una arquitectura de bungalows más altos y un estilo muy hippie, lo que se nota en la vida nocturna, con gente cantando en las calles, bares con música y fiestas, artesanías por doquier, y los jardines producidos y con muchas flores. Cansados de caminar y con nuevo alojamiento visto para el próximo día nos sentamos a tomar un buen café (B25). Ya con más energía seguimos conociendo la localidad y llegamos a un mercado de verduras y pescado pasando por una colorida callecita con otros tantos negocios. Nuevamente el encanto de todos los mercados asiáticos. Ahí compramos unos waffles con chocolate por B15, contra los B45 que salen en el sector turístico. Aquí sabiendo moverse se puede ahorrar mucha más plata. Planificando nuestra estadía consultamos el precio del alquiler de las mountain bikes (bicicletas todo terreno) y por muy poco dinero (B70) podíamos rentar una para recorrer los atractivos cercanos (entre 6 y 9 km). Volvimos a la pieza y posterior a la ducha salimos buscando comer una pasta que habíamos visto en un lugar (B40) pero en el lugar nadie nos había atendido así que recaímos en un lugar de comida thai y al pad thai (B40) con una Chang grande consiguiendo el mejor precio del mercado (B60). Volvimos al lugar del café para bajar la pasta y volvimos a recorrer el centro donde descubrimos un espectáculo de música estilo yankee pero muy ameno. Ya de nuevo en la habitación siguiendo al Negro de mis amores estoy en la pieza escribiendo las últimas palabras del día.





viernes, 20 de abril de 2012

Nuevos destinos

Debajo verán algo de lo que voy escribiendo día a día en mi computadora tratando de registrar todo lo que voy haciendo y sintiendo. Los días restantes quedaron plasmados en el posteo anterior por eso no necesito ponerlos.

Espero que esto les sea de su agrado.



Día 4: Viendo que en camino a Chiang Mai se encuentra el sitio de Ayutthaya, cuyos templos son Patrimonio de la Humanidad, hacia ahí saco mi boleto de tren desde Hualamphong (B20) y bien temprano marcho para ahí (08:30 hs). Cuando llego a la ciudad me cruzo en ferry (B4) y camino por media hora hasta encontrar el bendito Tony’s Place que no encontraba ya que el mapa de mi Lonely me había jugado una mala pasada. Por suerte apareció y pedí mi habitación single con ducha e inodoro (todo un lujo ya) por B300 el día denotando la fortuna que había pagado por el servicio recibido en Bangkok. Luego de almorzar me cambio listo para la acción. Cruzo la calle y alquilo una bici por el día (B40) para salir a conocer los templos. Recibo mi mapa, las debidas indicaciones y parto. Los primeros dos se encontraban muy cerca, además de ser realmente atractivos e importantes, mientras que los demás estaban alejados. En total fueron casi 20 km pedaleados, 3 lts de agua y unas cuantas perdidas en el camino para cumplir mi objetivo. Igualmente valió la pena. Después de bañarme y descansar me tomé un te de limón helado, una delicia y un nuevo vicio, arreglé mi viaje a Chiang Mai en bus VIP (B500) y luego de cenar me fui a la pieza a ver una peli, la cual no terminé debido a mi cansancio.





Día 5: Fue un día casi tirado a la basura pero que sirvió para descansar todo lo que me faltaba, cambiar algo de dinero y prepararme para un nuevo destino: Chiang Mai. Estuve todo el día esperando para que me vengan a buscar a la guest house para tomar el cole. Llegadas las 20 hs me crucé al sitio a esperar mi tuk tuk y este me llevó hasta las afueras de la ciudad donde me levantó un coche “VIP” para llegar a mi nuevo destino. El mismo era cómodo dentro de todo pero no funcionaba bien el AC. En el asiento continuo viajaba Martine una amiga de Boston, EEUU.


Día 6: Apenas comenzado el día nos dejaron en una estación ESSO fuera del centro de la ciudad y contratamos junto con otros 5 mochileros un tuk tuk (B50) que nos llevó dentro de las murallas para buscar alojamiento.  Primero con Martine y otras dos personas fuimos para las afueras de la ciudad pero con mi amiga decidimos volver al centro y buscar algo más cerca de la mayor cantidad de atractivos posibles. Finalmente encontramos en un Soi (callejón o pasaje) un lugar que estaba recomendado por la Lonely así que ahí fuimos y conseguí una habitación linda para mi por B250. Luego fuimos a desayunar a la calle Ratchadamnoen y terminamos en un sitio muy ameno y con buenos precios para desayunar bien rico. Caminando y buscando mapas de la ciudad y tarifas de los trekkings descubrimos que había un sitio con alojamientos super baratos por lo que decidimos dirigirnos hacia ahí pero obviamente no lo encontramos. Afortunadamente encontré otro aun más barato: B100 la noche compartiendo habitación con otros chicos. Definitivamente estaba dispuesto en hacerlo por lo que al día siguiente decidí moverme. Luego de volver y de descansar en el guest house, con Martine decidimos salir a conocer algunos templos de la ciudad, solo los más importantes ya que hay cerca de 300 en Chiang Mai. Conocimos el Wat Chiang Man con sus budas de cristal y marfil de gran cantidad de años y luego el Wat Phra Singh donde vimos otro hermoso templo y sus budas dorados. Además de gallos y gallinas lo que no fue mucho de mi agrado. En medio del camino fuimos al monumento de los tres reyes y entramos a conocer el Centro de Arte de Chiang Mai aunque no entramos. Cruzamos la calle y vimos un museo que estaba muy lindo hasta que nos apagaron las luces y tuvimos que salir a los manotazos. Cuando nos disponíamos a volver nos agarró la lluvia y decidimos hacer una parada técnica en un 7Eleven para comprar algunas cosas. Una vez llegados y bañado me dispuse a ir a probar la efectividad de los masajes thai y realmente conseguí una buena tarifa para el cuerpo completo (B150) y además la masajista era hermosa. Cambio de ropa relax y a disfrutar de ese arte autóctono. Cuando terminó salí relajadísimo y volví para encontrarme con mi amiga y salir a caminar y comer al Kalare Night Bazaar, un sitio que tiene cientos de tiendas (callejeras y no) donde se compran desde artesanías locales como las sombrillas pintadas, joyería, gemas preciosas y obviamente todos los platos típicos de Tailandia.  Luego de pensarlo bastante me animo con un plato de curry de huevo con pollo,  noodles frescos y otros fritos y algunos vegetales. La particularidad de los platos y de la cocina thai es que cocinan las salsas o curry con leche de coco por lo que todo es agridulce, muy difícil para nuestro paladar argentino. El plato se llamaba Tae soi gai y aunque lo intenté no pude terminarlo, solo los fideos y ya. El color del bazar era realmente genial, los olores, sabores, artesanías, turistas diversos mezclados con los lugareños, increíble. A esto sumado que en un pequeño escenario se interpretaban las danzas locales y sus diferentes variedades. Simplemente un lugar lindo para despedirlo con una Tiger y unos maníes.




Día 7: Amanecido desde las 5.30 hs, talvez porque se venía un día terrible con 42ºC y mi venti no colmaba mi calor decidí conectarme para sentirme en mi mundo un rato, al menos con los mios. Hice tiempo hasta las 10.00 hs que era la hora que habíamos arreglado con Martine para desayunar y así fue que lo hicimos en el lobby de la guesthouse. Huevos revueltos, tostadas con mermelada de frutilla, café con leche y azúcar rubia, pero como quería pasar el almuerzo y además no me había llenado me pedí unas frutas frescas con muesli y yogurth de coco. Hice el respectivo check out y me fui al Chada Guesthouse, mi nuevo alojamiento. Es un dorm (habitación para compartir con camas varias) de 10 camas pero super amplio y limpio (B100) por el precio minúsculo que pagué. Pensaba después alquilarme una bicicleta e irme hasta la terminal de buses a averiguar unos precios pero desistí luego de sentir los 42ºC a flor de piel. Por eso salí a caminar un poco, visité las decenas de librerías con grandes joyas perdidas, y otras cosas más, y me decidí a regresar a tirarme una siesta. Tremendo calor me despertó mientras cerca en la habitación un japonés estaba perdido en su PC y sus auriculares con su mirada sospechosa. Me levanté como pude y me fui a buscar a Martine y a mi mochila que había dejado a su cuidado para que use mi notebook. Pensábamos ir hasta el Doi Suthep en la montaña pero ella andaba descompuesta y no quiso salir, decisión que no me pareció nada mala debido al calor. Por eso, me volví con todo y abrí mis redes sociales y leí los diarios en la red para informarme un poco. Luego me fui a caminar hasta T Travel, empresa que me vendió una super excursión de un día completo que incluye una hora andando en elefante, visita al orquideario y mariposas, nado en las cataratas, caminata, rafting en canoa de cañas de bambu, rafting en aguas blancas y encima incluye la comida y el traslado con el guía en inglés. Todo por B750, un tarifón! De regreso al guesthouse, tomé mi té de limón helado, compre mi agua, un paquete de maní y unos sugus, y cuando llegué descubrí que al lado de mi cama estaba Claudio, un chileno muy buena onda que había conocido otros santafesinos aquí en Tailandia. Pegamos buena onda y decidimos ir a ver muay thai (kick boxing thai) en el estadio que queda aquí cerca. Por la noche, ya listos y duchados, fuimos a buscar a Martine para ver si quería acompañarnos pero no lo hizo, así que me despedí de ella luego de unos días compartidos con ella. Nos dirigimos al Thapae Stadium para ver a los contrincantes y compramos los tickets para todas las peleas en una buena ubicación (B400). Ya en mi lugar pedi una cerveza (B60) y unos noodles con pollo (B35) y mientras esperaba las peleas me puse a charlar con varios de los turistas que estábamos ahí, entre ellos Mauro, un italiano, y otro chico alemán que eran muy buena onda. Ya con el comienzo de la pelea, nos llevamos una decepción cuando vimos que la primera eran dos niñitos, aunque duró solo hasta el comienzo ya que estos se comenzaron a pegar bien duro. Vieran como se movían los pequeños. A más de un mayor le hubiesen dado la lección. En el tercer round uno cayó por KO en el que fue el único de la noche. Después hubo dos peleas de mujeres, de las cuales una terminó por KO técnico y la otra por fallo del referee. Pero lo más entretenido ocurrió cuando subieron seis luchadores, algunos excedidos un poco de peso a pelear de forma ciega. Les ponían un antifaz y debían pegarle a lo primero que tengan adelante. Por eso el árbitro en varias oportunidades terminó tirado contra las cuerdas. Fue muy divertido ver a todos esos muchachos dándose sin asco alguno. Y ahí, junto con el circo de las apuestas, uno se da cuenta como arman las cosas para que los turistas vean diferentes cosas, se entretengan y consuman cervezas en cantidad. Las últimas dos peleas fueron un poco aburridas, incluso la más importante terminó dejando bastante que desear, pero al menos nos llevamos la experiencia de haber vivido algo típico del lugar como lo es un deporte meramente autóctono como el muay thai.
Con respecto a las apuestas, que casualidad que solo se podía apostar a uno o a otro, pero solo uno por pelea, que es el que nunca ganaba. Lo que le quitaba un poco la gracia. Enojado mi amigo Mauro hubiese ganado unos buenos baths de haber podido elegir tranquilamente.



domingo, 15 de abril de 2012

Bienvenidos a Bangkok!


Bienvenidos a Bangkok, capital del Reino de Tailandia!

Como describir algo que cada momento que pasa desconozco más?
El solo hecho de llegar y ver autos modernos de todos colores que hacen la vez de taxis, apareciendo por todos los lados posibles mientras son esquivados por las motos y con los carteles de señalización solo en tailandés ya impacta mucho.

De camino al River View Guest House, veo lindos edificios hasta llegar a una zona pobre del Chinatown o barrio chino, sin saber que ese lugar de aspecto tan abandonado iba a ser mi sitio de alojamiento. Un laberinto de callecitas en el cual al final del segundo día puedo salir sin perderme. Autos abandonados, repuestos, comida en la calle por donde se camine, los infaltables olores y colores que a más de uno le hubiese revuelto el estómago.
Igualmente ni esto, ni la demora de un día de mi mochila con el equipaje me detuvo para comenzar a conocer, si no que todo lo contrario.

Luego de consultar a la chica de recepción y de su “ayuda”, salí hacia el corazón del barrio chino para comprar algo de ropa por precaución en caso de que mi valija no llegase. Obvio que no encontré ni un solo negocio de ropa, pero al menos vi sitios geniales: la puerta China parecida a la que está en el Chinatown de Belgrano, en Bs. As, el templo del Phra Sukhotai Trimitr Golden Buddha, o Buda Dorado más fácil, el más grande de Tailandia. Aquí fue donde comencé a conocer la adoración que siente el pueblo ante cualquier imagen de Buda y sus monjes.
Todos los wats (templos) llenos de ofrendas, dinero, flores, agua para su Dios.



Pero si de agua se trata, vale la pena comentar la particularidad del Songkran. Esta fiesta, también conocida como el año nuevo tailandés, ya lleva su edición 2555 (como pasa el tiempo) y consiste en mojarse en cualquier lado con un agua blancuzca que hace que cuando se seque quedes todo blanco como si uno estuviese marinado o con talco.
Por eso vamos a encontrar desde niños jugando entre si con pequeñas pistolas de agua, hasta patrullas completas en camionetas que van cargando grandes barriles de agua para mojar a todo el que se cruce en el camino. Autos cubiertos por agua, gente empapada y sonriente en todos lados y, para ser sinceros, muy aprovechable teniendo en cuenta los casi 40ºC que golpean la ciudad.







Debido al calor, una opción genial para moverse hacia el sitio histórico y religioso más importante de la ciudad, el Ko Ratanakosin, es a través de los Express Boats o botes expresos, el cual por 15B o $2.15 te lleva al puerto más cercano mientras se puede ir observando los distintos estilos de construcción a la vera del Chao Phraya, el río que atraviesa la ciudad.

Descendiendo en el Puerto 9 o Tha Chang se accede al sitio más importante de la ciudad, el Wat Phra Kaew o Templo del Buda Esmeralda y el Gran Palacio, residencia de los reyes. Este complejo imponente por donde se lo mire, impacta tanto por su magnitud como por la cantidad de personas que tiene en su interior, ya que gracias al feriado nacional, miles y miles de personas pueden ser vistas aquí, sean thais o turistas desde diversos sitios del mundo (obvio que los chinos se destacan al igual que en cualquier otro sitio).
Aunque predomina el dorado, no faltarán los colores aquí. Nuevamente sahumerios, flores, y mucha agua.
Vale la pena nombrar que el nombre de este templo se debe a una pequeña figura de Buda en esmeralda que a lo largo de los siglos, cambios de reinados y capitales, ha encontrado su lugar en la actual capital tailandesa. También encontraremos la galería de imágenes con la vida de Ramakien, el panteón de los reyes, y gran cantidad de altares a lo largo de todo el sitio.



Saliendo del complejo y bordeando la manzana se accede a otro punto de gran interés como lo es el Wat Photaram, más conocido como Wat Pho. Este conjunto de templos fue ascendido a tal grado por el Rey Rama I.  Aquí dentro veremos miles de imágenes de Buddha, siendo la más importante la del buda reclinado, de gran magnitud llevándose así todos los honores.  Además veremos decenas de monjes bendiciendo objetos, echando agua sobre los fieles, regalando pulseras bendecidas y rezando mientras las personas dejan sus ofrendas y bañan las imágenes doradas de los Buddha con aceites.
Vale recordar que la imagen más importante del templo es la del Buda recostado.



Por último, y para terminar con los 3 templos más importantes de la ciudad vieja, cruzamos por el puerto 8 o Tha Thien hacia el Wat Arun o Templo del Amanecer, en honor a Aruna, reina hindú del amanecer. Este majestuoso edificio de arquitectura Khmer, igual al sitio de Angkor Wat de Camboya, llega a medir 79 m de altura en su torre principal y esta decorado con imágenes realizadas con pequeños trocitos de porcelana de colores.



Luego de tomar casi 150 fotos, pasear por tan lindos lugares y respirar la brisa del Chao Phraya decidí regresar al hotel y por suerte la mochila había aparecido con toda mi ropa, así que después de 2 días pude pegarme una ducha para luego ir a Hua Lamphung, la estación de trenes, para averiguar horarios y precios para Chiang Mai y Camboya.
Así que cambiando de planes, creo que haré 2 noches más para comenzar a girar por estos sitios.
Gracias a todos los que llegaron hasta acá abajo leyendo y perdón si los aburrí un poco.
Espero que la próxima sea con más aventuras.

Y como dicen acá:  Happy wet and new year!! (Felíz húmedo y nuevo año)  
Besos y abrazos. 

viernes, 6 de abril de 2012

Semana santa previa a las vacaciones

Hoy mi laburo me hizo conocer una ciudad hermosa como Mar del Plata y otras tantas de la zona de la costa: Mar Azul, Mar de las Pampas, Ostende, Valeria del Mar, Pinamar y Villa Gesell.

Por fin después de 9 viajes trayendo y llevando gente pude bajar a ver lo lindo de estos lugares.

Cambiar un poco mi perspectiva de la "FELIZ" fue lo que más me impactó.

No es solo la playa y mar frío, hay gran cantidad de cosas geniales: teatros, cines, cafes, pesca, buena gastronomía, deportes. Muy completa.



Espero que mi trabajo me siga sorprendiendo día a día como el último fin de semana pasado en la ciudad de Rosario y este en la Costa Atlántica.

Seguro este sea mi último post desde Argentina. Espero el próximo poder hacerlo ya desde Bangkok, Tailandia y contarles todo lo nuevo que iré descubriendo a diario.

Besos y abrazos a todos los que me leen :)