Día 16: Como hacía días no lo
hacía, repetí un desayuno americano bien completo con huevos, salchichas,
jamón, jugo de ananá, tostadas con manteca y mermelada, y un buen café. Con el estómago
lleno me fui hasta el local de la excursión que había contratado donde me
esperaba el vendedor para llevarme hasta el lado oeste de la playa para que me
buscara el bote ligero de la empresa “Barracuda”. 9.20 hs como me dijeron el
bote estaba ahí, y apenas subirme vi gente de muchos lugares; indios,
tailandeses, franceses y otros países de Europa. Apenas comenzaron a rugir los
dos motores Honda de 225 HF sentí que me esperaba una gran aventura. El paisaje
no podía ser tan espectacular. Nuestra primera parada fue en la Bamboo Island.
Siempre con un tiempo de media hora para apreciar cada uno de los atractivos,
pero aprovechando al máximo dejé mis cosas en la arena y me tiré al agua a
nadar. Tal fue mi sorpresa cuando se me acercaron cientos de peces de color
azul y amarillo mientras yo nadaba. Muchos tenían snorkel y yo no, por eso
pregunté a mi guía de turno cuando es que íbamos a realizar el snorkelling,
pero para que mi preocupación se vaya me dijo que era la parada siguiente.
Todos encima del bote nuevamente para navegar unos diez minutos y frenar en el
medio del mar. Sinceramente pensé que había pasado algo con la embarcación,
pero me di cuenta que no cuando empezaron a repartir los snorkels y chalecos
salvavidas. La aventura esta vez sería en el medio del mar en la “Bahía de los
Monos”. Al principio un poco nervioso me costó mirar bien, pero más tranquilo
pude ver cosas increíbles. Peces de hasta cuatro colores pasando al lado mio,
la vida submarina a flor de piel con hermosos corales que estaban a diez metros
de profundidad pero que se apreciaban claramente gracias a la claridad del
agua. Era de otro planeta lo visto, solo antes conocido por revistas o
documentales. Pero debíamos continuar y por eso seguimos navegando hasta “Hin
Klarng”, otro lugar para realizar snorkel de mar abierto donde la diversidad de
peces era incluso más grande. Cada vez mi sorpresa era mayor. Debíamos
continuar y cuando pregunté a la guía me dijo que iríamos a comer, pero al
navegar empezamos a ver lugares sinceramente indescriptibles, con las típicas
formaciones rocosas, en inglés llamadas limestones,
y unas playas excepcionales. Por eso cuando dijeron que estábamos llegando a la
Maya Bay, o Bahía Maya, me quedé
mudo. Ese era el lugar por el cual yo había contratado la excursión, el lugar
que quería visitar para cumplir el sueño de mi viejo y en parte también el mio.
Para los que no lo saben, aquí fue donde se rodó la película “La Playa” de
Leonardo Di Caprio. No pude evitar que los ojos se me llenaran de lágrimas
sinceramente, me había costado mucho ver eso pero al fin estaba ahí, sentía que
todo lo que venía después iba a ser innecesario, iba a estar completamente de
más, mi objetivo ya estaba cumplido. Sin cansarme de sacar fotos y tirarme en
la playa de una arena increíblemente blanca y coralina disfruté esa media hora.
Estaba feliz de estar ahí pero debía regresar a la realidad. No sin dejar de
ver paisajes espectaculares visitamos la Bahía Pileh para ver la laguna azul y
el fondo lleno de corales encerrados por las rocas y luego fuimos a ver la
Caverna de los Vikingos, un antiguo asentamiento de tiempos pasados en una
cueva natural sobra una ladera de las rocas. Tomamos algunas fotos y
continuamos nuestro camino hasta Ko Phi Phi Don, lugar en el cual íbamos a
tomar nuestro almuerzo. Éste estaba bien, comida thai en estilo buffet;
verduras, curries, arroz y otras cosas que no sé que eran. Pero me extrañó ver
al nene francés comiendo patitas de pollo fritas hasta que vi una fuente llena
y fue ahí donde ataqué. Eran riquísimas y terminé comiendo como los nenes, con
la mano. Ya lleno, salí a conocer un poco la zona peatonal, o en verdad, la
única que se puede caminar en la playa que estaba repleto de negocios con
precios más altos que las otras playas o ciudades. Cuando estaba por ir a la
lancha la guía me ofreció café gratis y tuve que aceptar. Igual no fue lo único
que nos dieron, ya que además de todas las visitas, los equipos de snorkel
gratis y el almuerzo, teníamos incluído el agua mineral, bandejas de frutas
frescas (ananá y sandía) y tortas varias hechas por una panificadora de Krabi.
Toda la excursión por un buen precio (1100B) regateado al vendedor porque
también le compré mi pasaje hasta Ko Pha Ngan. Cuando volvíamos, muy cansados,
venía sentado al final del bote, al igual que todo el viaje, y sentí agua en mi
cara. Pensé que el salto de la lancha me había salpicado, pero era que había
comenzado a llover, por lo que un buen tramo me moje un poco más aun. Ya al
final del viaje, me llevaron a Railay y salí a caminar por la playa que estaba
súper, y por suerte encontré a Rob que estaba bronceándose para sacarse la
marca de la musculosa que tenía puesta el día anterior. Aproveché y me quede
nadando un poco más con la gran vista hasta que decidí volver a pegarme una
buena ducha, no sin antes parar a cambiar plata y a probar un panqueque con nutela,
una especie de chocolate italiano mezclado con nueces trituradas, una delicia. Por
la noche mientras cenábamos con Rob conocimos a dos chicas de Israel, Cher y su
amiga que no recuerdo el nombre. Super simpáticas salimos a ver el show de
fuego y escalada del lado oeste de la playa y tomamos unas cervezas. Luego fuimos
a “The Last Bar” a seguir tomando y a jugar unos pooles con las chicas.
lunes, 30 de abril de 2012
domingo, 29 de abril de 2012
Viajando al sur!
Como perdí algunos días por los viajes entre ciudades publico algunos más para los que quieran leer. Besos y abrazos!!
Día 12: Lo que se llama un día de
vacaciones tirado a la basura. Nos levantamos bien temprano con Paolo y preparamos
las mochilas para salir a desayunar, dejamos las cosas en la habitación y
salimos al bar que íbamos todos los días. Esperamos nuestro bus de línea luego
y este llegó con un retraso de 20 minutos, que aquí en Tailandia, no es nada
fuera de lo normal. El bus iba lleno y no había lugares casi. Gente que venía
desde Chiang Mai e iba hasta Sapong y Mae Hong Son, como nosotros. Como pudimos
nos ubicamos, Paolo en un asiento y yo en un balde en el pasillo bien al lado
de la puerta trasera, que como iba abierta yo estaba atento a no volar por el
camino en alguna de las cientas de curvas a lo largo de la ruta. Todo era
divertido dentro de todo y estaba fresco con un paisaje muy bonito de la
montaña. Descargamos gente en Sapong luego de un control policial en el cual
solo piden documentación a los nativos de Tailandia y cuando estábamos en el
tramo final se largó una lluvia torrencial. Al llegar a Mae Hong Son el agua
caía incesantemente y decidimos bajarnos en la terminal, primero para estar al
resguardo y segundo para poder averiguar el horario de salida de los colectivos
a Bangkok para el día siguiente, ya que la idea era estar solo una noche en la
ciudad. Siendo las 15.15 hs y viendo que todo estaba lleno para los días
siguientes, que no estábamos cerca del centro y que llovía, pagamos una mini
van (B150) y nos volvimos a Pai. Aquí más de lo mismo, pero siempre lindo como
los días anteriores, una cena con frutas frescas (B40) para alimentarse bien y
no de porquerías chatarras, un buen té de limón helado (B25) y una buena charla
de amigos, paseo por la feria y de nuevo a dormir que mañana a las 7.00 hs
tenemos la mini van a Chiang Mai.
Día 13: Como costó levantarse por
favor. El anterior había sido un día movido pero con viajes perdidos. Este
también terminaría siendo lo mismo desgraciadamente pero en fin es lo que hay
que hacer para ir a descansar un poco a las islas y conocer las hermosas
playas. Después de levantarnos, fuimos hasta la terminal de buses donde
tomaríamos el transporte para llegar a Chiang Mai. Como siempre esas mini vans
son tan pequeñas que agradecemos que los thais y los pasajeros gringos son
flaquitos. Viajamos apretados, incómodos, con calor y encima debíamos bajar las
762 curvas del camino entre Pai y Chiang Mai. A los cabezazos de dormidos veníamos
todos, pero para variar, algo me tenía que suceder. Al lado mio venía una
pareja española que parecía hacía rato no se bañaban. Me parece bárbaro que no
lo hagan si están solos, pero si viajan, por respeto a los demás podrían
hacerlo. Hicimos una parada donde respiré aire puro y compré algunas obleas
para comer ya que nada había desayunado. Cuando llegamos a Chiang Mai, Paolo
compró el boleto para ir a Sukkhotai así que me despedí de él. Mientras yo
tenía que buscar un lugar para cambiar dinero, ya que a pesar de haberlo
intentado, las restricciones impuestas a nuestro dinero en el país no me lo
permitieron. La solución fue pagar un tuk tuk ida y vuelta (B160) hasta el
centro y cambiar algo de plata. Regresé y compré mi boleto para regresar a la
capital luego de 10 días en el norte de Tailandia. Próximo objetivo: playas e
islas. El viaje no fue malo. Tenía aire acondicionado al menos y la verdad que
contra los 40ºC que hacían afuera estaba genial. Además dormí como un condenado
cuando no parábamos a comprar y estirar las piernas. De noche llegamos a la
estación norte de Bangkok y apenas bajé fui a buscar información sobre como
viajar al sur. Me dijeron que los buses salían desde la estación cerca del
centro, así que lo que decidí fue descansar una noche cerca de la Th Khao San y
ver tarifas para ir hasta Krabi. Alquilé una cama en el “25 Dormitory” cerca de
Th Rambuttri, zona de bares, comedores y negocios en el barrio de Bamglamphu y
dejé mi equipaje. Antes de dormirme me fui a ver la movida nocturna, la cual es
enorme y me comí un buen phad tai de huevo (B30). Lleno de extranjeros, entre
las cuales encontré dos señoras de Rosario y escuche algunos más que hablaban
de Argentina. Como se extraña cuando uno está lejos, a veces para valorar las
cosas hay que tenerlas lejos parece, familia, amigos, ciudad, juntadas, etc. En
fin, hay que seguir disfrutando.
Día 14: Para comenzar el día
quería darme un pequeño gusto, por eso fui a llamar a mi familia. Nada mejor
que poder escucharlos en más de dos semanas. Uno teniendo una computadora puede
traspasar los límites de distancia, pero me hacía falta escucharlos más que
escribirme con ellos. Es por eso que a pesar de no poder hablar con mi
hermanita Avril, hablar con mis padres me dio toda la fuerza que se necesita para
poder continuar por el sueño mio y el de ellos. Ya mucho mejor gracias a eso,
decidí salir a afrontar el día pesadísimo que me esperaba con un calor
insoportable (39ºC). Fui a comprar mi boleto a Krabi y lo más económico fue a
420B haciendo escala en Surat Thani en un negocio de una familia judía parecía
por los carteles en hebreo. Desayune un yogurth con muesli y frutas frescas y
me vine a hibernar a la habitación con aire. Luego pensándolo bien decidí que
tenía que ir directo a Ko Phi Phi, pero cuando fui a cambiar el pasaje me
dijeron que el precio de 600B publicado estaba mal y que salía 800B. Como no
tenía ganas de quejarme a defensa del consumidor en Tailandia, decidí dejar
todo como estaba y continuar igual. Aprovechando que estaba afuera, y que había
juntado tal coraje, me lancé por las avenidas grandes ya que desde lejos
divisaba el Monumento a la Democracia y quería tomar unas fotos. Una vez
llegado y luego de haber pasado cientos de puestos de comida, billetes de
lotería (otro aspecto que me llamó la atención de la capital) y de frutas y
jugos, saqué mis fotos continué caminando en busca del Monte Dorado. Cuando
llegué no entré ya que me llamó la atención otro templo similar al Wat Pho pero
con otro edificio blanco y decoración marrón. Era imponente y la exhibición que
en el había era interesante. Igualmente lo mejor fue poder subir una escalera
caracol de 4 pisos para tener una increíble vista de la ciudad. Ya debajo
compré las infaltables rodajas de ananá para no morir de calor y de camino por la
Th Khao San regateé un poco para poder comprarme una musculosa amarilla con el
logo de la cerveza Chang (100B). A esperar para tomar el bus luego de una
refrescante ducha en el dormitorio, por el cual pagué 100B más para poder
utilizar la pieza por la tarde. Cuando fui al lugar de encuentro para ir a
buscar el transfer un chico me esperaba para llevarme hasta el otro lado de la
calle, lo que si el camino era bastante particular. Pasamos por un pasillo
largo abandonado, por un gimnasio donde los extranjeros practicaban muay thai
(kickboxing tailandés) y por otros pasillos llenos de perros comiendo hasta que
finalmente llegamos a destino. El bus recién salía a las 18.30 hs y faltaba una hora completa, por eso fui a un 7
Eleven y compré un poco de café helado, unos bastones dulces de pan y un
sándwich de jamón y queso por unos 60B. Ya mientras esperaba comenzaron a
llegar gran cantidad de gringos que iban para el lado de las islas. Algunos a
Ko Lanta, Ko Samui, Ko Phi Phi y otros como yo a Krabi, entre ellos un
canadiense realmente simpático llamado Rob. Hablando un poco pegamos buena onda
para estar unos días viajando juntos en las islas. El viaje se hizo largo y
durante el mismo pusieron la película de Titanic. Después de una parada para
baños y comida continuamos. Por suerte tenía dos asientos para mi solo por lo
que pude descansar un poco y con el aire acondicionado del cole funcionando muy
bien hasta tuve que taparme con las mantas de Doraemón que nos daban.
Día 15: Bien temprano llegamos a
Surat Thani donde nos derivaron en diferentes vans por destino. Luego de un
viaje estrepitoso por la velocidad en la que íbamos y el estado deplorable de
la ruta llegamos al acceso de Krabi. Ahí llegaba nuestro ticket, por lo que
ahora debíamos decidir donde ir. Con Rob habíamos visto varias opciones para
alojarnos y la que más nos interesaba era la de parar en Railay, cerca de Krabi
solo accediendo por botes largos a motor. Consultamos cuanto nos salía eso y
nos dijeron que el trasnfer hasta el puerto y el cruce en bote eran 200B más,
pero debíamos esperar una hora más sentados. Cuando pasó esa hora, un alemán
que se nos había sumado fue a decirles que nos lleven, ya que acá tienen la
costumbre de esperar que hayan suficientes personas para arrancar el viaje.
Gracias a la insistencia nos llevaron hasta el puerto pero ahí también éramos
solo siete personas para cruzar, una pareja canadiense más mi amigo, el alemán,
una mamá thai con su nene y yo. Nuevamente pagamos 20B para no esperar más y
finalmente nos cruzaron. Ir llegando a la península y ver todas las formaciones
rocosas en la bahía era algo de película realmente, no pensaba que eso pudiera
existir, y estar ahí fue verdaderamente shockeante. Ya debajo los tres
comenzamos a buscar alojamiento del lado este de la isla y tras tres intentos
fallidos encontramos algo con Rob en el medio de la jungla por así decirlo. Era
un bungalow con dos colchones, ducha y baño propio, y fuera una hamaca
paraguaya y sillas para descansar por un precio razonable para dos personas
(400B). Igualmente comenzábamos a notar que nos encontrábamos en un sitio más
turístico y por lo tanto con precios más altos que los lugares anteriores.
Decidimos tomar la habitación rápido para dejar afuera al alemán que ya se
estaba poniendo bastante pesado realmente. Ya duchado decidimos salir a comer
algo ya que ni siquiera habíamos desayunado. Fue así que comenzamos a buscar
precios y terminamos en el lado oeste de la isla que incluso era más caro en
todo lo que es servicios. Volvimos a comer del lado este y luego preparamos las
cosas para salir a pasear en kayak. Rentamos uno para los dos (300B) y nos
lanzamos al mar de Andaman. Las aguas turquesas con el fondo maravilloso
convertía todo en un sueño. Uno no dimensiona estar remando en esas aguas con
playas de arenas coralinas mientras en las altas rocas los turistas practican
escalada. Sinceramente eso parecía el paraíso, o mejor dicho, lo era. Fueron
una hora o más, no lo sé, que estuvimos remando hasta alcanzar las playas de
Ton Sai, donde se queda la mayoría de los mochileros. Mientras paseaba por la
pequeña playa una familia de monos pasaba por el jardín para trepar por los
árboles en ese lugar maravilloso. Ya de nuevo en el kayak decidimos ir para la
cueva de Hat Phra Nang, pero cuando estábamos por llegar una tormenta enorme
que solo terminó siendo algunas gotas de lluvia nos corrió a devolver el bote
ya que el mar comenzaba a moverse demasiado y estaba realmente picante.
Volvimos al bungalow luego de la travesía y bajamos a tomar un café helado
(50B) con un panqueque enorme de chocolate (60B). ya sin lluvia, era un buen
momento para caminar un poco y decidimos atravesar la península nuevamente para
ver el atardecer que decían que valía la pena. El lado oeste continuaba genial
mientras que el este, donde nosotros nos alojábamos había quedado seco por
decirlo de una forma, porque la marea había bajado y los botes estaban varados
en la tierra. Volviendo al lado oeste, la gente jugaba al futbol, tomaba fotos,
caminaba y Rob decidió salir a caminar para llegar a la otra playa por el lado
de la selva escalando un poco pero esta vez decidí quedarme en la arena
disfrutando del viento fresco. Ya en cueros me tiré e hice una pequeña siesta
teniendo como testigo ese paisaje y la gente que pasaba alrededor sin siquiera molestarse.
Aquí el tiempo no parece pasar nunca y cuando me di cuenta estaba solo en esa
playa con las rocas ahí, el mar turquesa y tarareando la canción “Loco” de
Andrés Calamaro, y realmente a veces pienso como dice él, “soy un loco que se
dio cuenta que el tiempo es muy poco”, porque no alcanzaría una vida para
describir todo lo que sentía en ese momento. Cada día descubro más y me
sorprendo aún más de todo lo que puedo vivir, gracias a mi familia
principalmente, a mis amigos que también son mi soporte y a lo que laburo a
diario para ahorrar cada peso, es por eso y por mucho más que disfruto todo
esto. Tratando de sacar la mejor foto y tener la mejor postal para todos
aquellos que no pueden estar donde hoy me toca estar a mí. Por la noche comimos
en el restaurante del lugar donde estamos alojados, “Rapala Resort”, que se
especializa en comida india y fue cuando probé mi primer plato indio
recomendado por Rob. Era un “Butter Chicken” (85B), es decir una especie de
pollo a la manteca en un curry rojo de muy buen sabor y un poco picante, y para
acompañar un “Naan Malena” (40B) o pan indio parecido a un panqueque pero
grueso y mas duro, no como un creppe. Me sorprendí porque no pensé que ese
estilo de comida sea tan rico, siempre encerrado a la tradicional comida de los
argentinos, carnes varias asadas, y platos derivados de la cocina italiana o de
otros países europeos. Eso sí, Rob pidió uno que todavía me arde la boca de
acordarme cuando probé un poquito. Después de la cena para relajarnos jugamos
unos pools en un bar cercano y me vine a acostar porque me esperaba un día
excelente.
jueves, 26 de abril de 2012
Pai en bicicleta
Día 10: Ya desde temprano se
podía esperar un día de mucha acción, así que nada mejor que empezar con un
buen desayuno americano, como los últimos días. De ahí salimos a rentar nuestras
bicicletas (B70) y preguntamos como llegar a los diferentes atractivos cercanos
en la zona. El hombre que nos alquiló nuestros vehículos todo terreno nos
explicó todo acerca de como llegar y que caminos tomar, todo en un pobrísimo
inglés. Eso es una característica primordial del habitante thai, tanto en el
norte como en la ciudad, a pesar de no saber bien como decírtelo, van a hacer
todo por lograrlo, para que todo salga bien y los turistas queden contentos. Al
menos esa es la impresión que me está dejando esta experiencia. Una vez listos
con nuestros equipos listos, hicimos una parada en la estación de gasolina para
tomar unas fotos y cargar combustible, y continuamos nuestro camino. La ruta
era puramente de montaña. Teníamos un tramo de subidas y bajadas, y así
alternándose todo el tiempo. Las subidas eran tranquilas pero largas, así que
cada descenso por más corto que era nos devolvía el aire para seguir nuestro
viaje. Poco a poco los paisajes montañosos nos iban acompañando. El río sobre
la derecha con un valle verde y lleno de árboles con frutas como mangos y
papayas. Y al fondo, las cadenas montañosas que cambiaban su color con la
distancia y por los rayos del sol. Los atractivos comenzaban a aparecer. Un
campamento de elefantes se pudo divisar con un ejemplar encadenado, lo que no
pudimos ver fue quienes eran los dueños o encargados de cuidar al animal, ya
que a pesar de llamar nunca nadie nos atendió. En el próximo tuvimos mejor
suerte. Además de que habían varias personas, cuatro elefantes estaban comiendo
cañas de bambú. Tomamos varias fotos mientras los bichos se alimentaban pero no
queríamos molestarlos por caso se enojen. Lo que también supimos por parte de
los cuidadores es que todos los elefantes utilizados para los paseos, realmente
son elefantas, todas hembras, tal vez porque los machos pueden ser un poco
menos amigables. Pero lo que había visto en el mapa que nuestro rentador no me
había marcado era el puente de la Segunda Guerra Mundial. Cuando llegué pensé
que era el nuevo ya que había dos y no había visto el antiguo que estaba a un
lado. Sinceramente me sentí con algo en el estómago al estar delante de lo que
considero un monumento y más teniendo en cuenta que por ahí tal vez pasaron
ejércitos asíaticos que luchaban. Es inevitable no trasladarse a ese momento
histórico y sentirse parte de la misma, más sabiendo los que me conocen como me
gusta la historia y en particular este hecho histórico que involucró a gran
parte de las potencias mundiales. Mi amigo Paolo, quien además de ser un gran compañero
de viaje es un fotógrafo aficionado me preguntó si no quería tomar fotos en
diferentes posturas para jugar un poco con las perspectivas, los puntos de fuga
y los colores. Por eso sin pensarlo comencé a ser un modelo por decirlo de
alguna manera, lo que realmente me encantó ya que me sentí como un nene jugando
a lo más le gusta. Es que no todos los días tenemos a un experto tomándote
fotos en diferentes ángulos y en lugares tan importantes. Agradezco ahora que
en ese momento el estaba pedaleando conmigo. Las imágenes quedaron excelentes,
dignas de postales, a pesar de que mi cara no sea la más fotogénica, pero al
menos me sentí muy realizado. Igualmente los que mejor la pasaron fueron los
tres niños que jugaban en calzoncillos en el río. Muy simpáticos ellos nos
saludaron cuando nos estábamos yendo para continuar. Siguiendo nuestra
siguiente parada resultó ser un lugar conocido como Pai Canyon, miradores sobre
el cañon por el cual corre el río Pai. Un lugar con unos paisajes y colores
increíbles. Nuevamente a jugar un poco con la cámara y a caminar para ver cada
detalle del parque. Al salir nos lavamos un poco la cara, ya que al ser cerca
del mediodía el calor era bastante y la tierra tapaba un gran porcentaje de
nuestro cuerpo, además de que se comenzaba a sentir el cansancio en nuestras
piernas. Hacía rato que no realizaba ninguna actividad física donde se
requiriera tanta resistencia. Por suerte cada tanto parábamos a comprar agua y
aquí esto es realmente económico. Pegando la vuelta por donde habíamos accedido
a Pai el día anterior encontramos varios puestos para parar y seguir tomando
fotos, como un View Point o mirador todo colorido, una obra de arte realmente
que nos dejaba ver una foto del valle de forma increíble. De a poco llegábamos
a la ciudad, queríamos regresar a la habitación a tomar una buena ducha para
salir a comer algo, pero antes decidimos hacer una parada en el mercado de
frutas para comprar ananá fresca (B20). Eso es lo lindo de estos pueblos llenos
de turistas. Muchos de los últimos no saben que fuera de las cuatro calles que
rodean a los bares, puestos de artesanías y hostales bonitos, existen sitios
donde el poblador sale a realizar sus compras, vende productos y lo mejor es
que todo sale la mitad del precio que dentro del centro turístico. Sin contar
que se puede establecer un contacto con la gente que está genial. Es una
experiencia enriquecedora. Salimos a comer siendo las 14.00 hs ya, pero el
hambre no tenía lugar debido al cansancio que había y el calor insoportable que
hacía, así que mejor tomarse un licuado fresco de manzana y un buen te helado
de te verde con jazmin, a pesar de que este último no estaba como esperaba.
Caminamos buscando nuevos sitios en la localidad y seguimos encontrando locales
de comida, frutas, mercados que aún no conocíamos hasta que decidimos descansar
un poco. Cuando las nubes dejaron que podamos ver de nuevo el sol, con Paolo
salimos a buscar nuevos lugares para sacar fotos, ya que el juego nos había
gustado bastante, pero esta vez con una Canon profesional increíble según el,
yo no entiendo nada. Nos metimos en un callejón que nos sacó al río con muchos
puentes de cañas y comenzamos la sesión artística de nuevo. Resultó muy
divertido y nos acompañaron dos perros que se encontraban en el lugar. De vuelta
probamos la cena callejera, un choclo asado con azúcar que estaba muy bueno,
pero lo mejor fue la simpatía de la pareja vendedora que pidió sacarse una foto
con nosotros. Como no sabían inglés en lugar de los nombres de la comida tenían
dibujado una gallina y un cerdo, pero muy chistosos. Después la mujer encantada
se puso a posar en medio de la calle y nos pidió que le imprimiésemos una foto
para el día siguiente. Antes de llegar compramos una cerveza “Leo” de litro y
un panqueque con chocolate para instalarnos afuera a mirar un poco de futbol
italiano, es que mi compañero “il tifossi Paolo” quería ver a su caro rossonero
(A.C. Milan). Fue un empate y con un poco de enojo se fue a la cama a ver su
computadora. Ya terminando el día, y después de 20 km pedaleados por la montaña
me espera la cama para abrazarla.
Día 11: Nos faltaba algo por
conocer en los alrededores de Pai, y eran las cascadas que estaban 6 km al
norte de Pai, en un camino de ascenso que pensábamos realizar en bicicleta, es
por eso que esta vez el desayuno estuvo un poco más tranquilo, un buen muffin
de moras (B50) y un buen café doble al estilo turco (B40). Renovamos nuestras
bicicletas, juntamos todo lo que necesitábamos y salimos a pedalear nuevamente
para sorprendernos. Comenzamos la travesía con agua, como siempre y notamos que
solo era ascenso, pendiente baja, de poco ángulo pero subida al fin. A lo largo
del camino fuimos encontrando muchos lugares para parar a tomar fotos. El
primero fue un templo muy bonito con un estanque delante con flores de loto de
color rosa, así que mientras una mujer del lugar trabajaba el campo en compañía
de su hijita, con Paolo hicimos algunas imágenes para luego meternos de lleno
en esa población. Como siempre los niños y las mujeres muy simpáticos, trabajando
con sus aves, o jugando con lo primero que tienen a mano. La gente a pesar de
ser de pocos recursos son siempre muy limpios y felices con lo que tiene.
Volviendo a la ruta continuamos con el ascenso buscando una villa china que
figuraba en el mapa. La típica puerta oriental nos dio la bienvenida con mucho
color. La gente era súper simpática al igual que la pequeña villa. Dentro de la
misma había una especie de castillo con toda simbología oriental que asimilaba
a un fuerte. No sé sinceramente que tenía que ver todo eso pero ahí estaba para
llamar a los fárang (extranjeros), como nos dicen a los turistas. Luego de
varias fotos solo quedaban 2 km de camino para llegar a la cascada pero todo
seguía subiendo. Varias veces dejé de pedalear, pero cada vez que comenzaba a
caminar aparecían gallinas, gallos y pollos de todos lados así que montaba de
nuevo la bici y juntaba fuerzas de donde podía. La espera valió la pena. Había
sido más de una hora de ascenso y unas cuantas botellas de agua dejadas atrás,
pero el lugar valía la pena. Antes de ingresar al complejo, que era gratis,
compramos dos salchichas o chorizos a la parrilla (B25) y huevos duros hechos a
la parrilla también (B5 cada uno). Breve descanso y a ver lo que estábamos
buscando. Niños jugando en las piletas naturales, con poca ropa, mientras que
la gente mayor estila mojarse vestido, pudor o no, todos se divertían mucho.
Los gringos llegaban en sus motos a broncearse un poco, los mismos que por la
noche se los veía llenos de vendas y raspones caminando por la calle. Esto
realmente me sorprendió, la cantidad de heridos que había en Pai. Si no conocen
las calles y rutas, para que alquilan motos y salen a andar fuerte cuando no
están acostumbrados a manejar por el lado opuesto y en lugares desconocidos. Pero
claro, los B100 que vale alquilar por día los tienta, no piensan que se pueden
arruinar todas las vacaciones. Volviendo a las cascadas, disfrutamos un poco
del agua, del sol, mientras seguían llegando personas de diferentes lugares.
Igualmente los únicos dos en bici fuimos nosotros, lo que sorprendió a todos
los que nos veían. Lleno de gente y luego de unas horas gastadas ahí decidimos
volver. Nos esperaba el regreso, lo que nos llevó tan solo 10 minutos, y si
digo que pedaleamos 3 o 4 veces fue mucho. Una bajada genial que solo se
interrumpía por las frenadas para doblar o esquivar los pozos, que por cierto
eran muchos, aunque al menos los utilicé para acordarme de mi ciudad. Como
todos los días en este lugar, pasamos a buscar nuestros ananás y luego de esto
devolvimos la bici para regresar a la Noon Guest House y descansar después de
una buena ducha. Un poco más tranquilos y relajados salimos en busca del café
diario. De solo vernos la señora nos fue a preparar el pedido, es que todos los
días íbamos una o dos veces, y es lo lindo de poder quedarse varias noches en
un sitio, la gente local nos conocía y saludaba con muchísima simpatía. Los del
café, los mozos de la cena, los del puesto de comida en la calle, la mujer del
mercado, es hermoso llevarse un poco de cada uno de ellos cuando uno pasa tan
rápido. En la noche como despedida decidimos que teníamos que comer algo
nuestro, así que fuimos por una buena pasta con salsa (B80) con un café (B40)
posterior y para sacarnos el gusto una caipirinha (B50) que estaba muy mala,
pero lo que valía era despedirse de la ciudad.
lunes, 23 de abril de 2012
Chiang Mai - Pai
Día 8: Al levantarme noté que
teníamos compañía en la habitación que es para 10 personas, en total había
cinco mujeres y tres hombres. Bien temprano arrancamos la jornada para ver si
veíamos con Claudio a las “hartas viejitas”, como las llamaba el, haciendo tai
chi en la puerta Thapae a pocas cuadras de la guest house, pero parece que era
tarde ya que no estaban. Debimos conformarnos con ver a los monjes que todas
las mañanas salen a llenar sus cuencos de alimentos que son dados por los
fieles.
De regreso en el lobby debía
esperar que me junten para ir a la excursión que más esperaba. Fui el primero,
luego subió Tim de Perth, Australia, Mark y tres amigos más de Inglaterra y
finalmente dos parejas chinas que hablaron todo el camino a la travesía. De
paso paramos en el orquideario y mariposario, que este último de eso tenía poco
o nada. Las flores si realmente valían la pena porque estaban lindas y de todos
los colores. Continuamos luego hasta frenar frente a una granja de elefantes,
donde cambiamos de vehículo a una camioneta más destartalada para tomar un
camino realmente malo y llegar al lugar donde comenzaríamos nuestro descenso de
rafting en uno de los ríos del norte de Chiang Mai. Nos dividimos en dos
grupos, yo fui con los ingleses y en el otro bote Tim con los chinos. Fue muy
divertido y cansador ya que duró una hora. Cuando terminamos volvimos a la
camioneta que nos llevó a comer comida thai buffet. Arroz en cantidades
colosales, verduras de todos los tipos, ananá y noodles para acompañar. Muy
buen almuerzo y a prepararse para lo que más quería hacer: andar en elefante.
La experiencia realmente no tiene comparación, y más allá del maltrato que los animales reciben de los cuidadores estuvo muy bueno. También se pudo
alimentar a estos con cañas de azúcar y hasta tuvimos la suerte que un pequeño
bebé nos acompañó durante todo el trayecto. Grande fue el susto cuando el
chiquito nos corrió asustado por un buey. Después de eso y muertos de calor
fuimos todos, menos los chinos a hacer un trekking por medio de la selva donde
entre los diferentes frutos pude probar lo delicioso que era el lochi, una especie
de uva pero blanca por dentro y roja por fuera. Así llegamos a las pequeñas
cascadas con piletas naturales donde nos refrescamos e hicimos masajes con las
caídas de agua. Cuando llegaron los chinos estuvimos unos 15 minutos más y
arrancamos todos para realizar el último tramo que era el rafting en balsas de
caña de bambú. Nuevamente divididos descansamos en las balsas mientras dos
nativos avanzaban en modo de jangadas. Pescadores, niños nadando mientras la
tarde caía y el cansancio aparecía en todos ya.
Día 9: Bien dormido después de un
día larguísimo, me levanté temprano para terminar de acomodar mis cosas y
esperar la mini van que me iba a llevar a Pai, en la provincia de Mae Hon Song,
bien al límite con Myanmar (antigua Birmania). Antes de esto me fui a desayunar
a The Corner un buen desayuno estilo americano: dos huevos fritos con jamón,
café, jugo de ananá y tostadas con manteca y mermelada (B85). De nuevo en la
guesthouse espere un buen rato hasta que a las 10.30 hs me pasaron a buscar
para emprender nuevos caminos. Volvía a ser el primero de los diez pasajeros
que iríamos a Pai. Subieron dos chicas, mi amigo Paolo, con quien
instantáneamente pegamos onda para seguir juntos el viaje y compartir
alojamiento, y por último una familia de seis que parecían yankees, o al menos
gringos eran. Al comienzo el viaje fue un poco aburrido. Siempre salir de la
gran ciudad lo es, y más por el tránsito, y este es un gran tema aquí, es un
caos y encima hay que prestar atención ya que manejan por el lado opuesto que a
la mayoría de los países occidentales. Durante el viaje estuvimos hablando
mucho con mi amigo viendo cuales iban a ser los siguientes destinos de cada uno
y por suerte pensábamos bastante similar así vamos a ver hasta donde
continuamos. Primero hicimos una parada técnica en un pueblo en medio del
camino para poder comer y tomar algo, y fue aquí donde probé el plato que todos
me habían recomendado, el Pad Thai, una suerte de spaguetti con pollo y
verduras (B35) con un agua (B15). Continuando nuestro viaje descubrimos un
hermoso paisaje de montaña hasta que luego de 762 giros en la ruta, con algunos
bastante peligrosos apareció el misterioso Pai. Por qué misterioso?
Sinceramente porque todo el mundo va a Pai sin tener un verdadero
justificativo. Todos llegamos porque nos lo recomendaron pero sin conocerlo, el
boca en boca está siendo más importante esta vez, pero uno descubre con solo
estar minutos en el pueblo, que valió la pena realmente realizar los 132 km
desde Chiang Mai. Apenas llegamos con Paolo salimos a caminar con nuestro
equipaje para encontrar un alojamiento acorde con nuestro bolsillo, lo que no
nos costó mucho. Apenas unas cuadras, que es lo que dura el centro de todo este
bonito pueblo y ya teníamos una habitación con ventilador, televisor y dos
camas por B180, B90 cada uno. Una ganga. Tiramos nuestras cosas, nos dimos una
lavada de cara y salimos a conocer buscando excursiones para hacer. Entre la
lluvia de ofertas y variedades dejamos todo para analizar y seguimos
explorando. Llegamos a un puente hecho con cañas de bambú, poco confiable y muy
roto pero que con un poco de cuidado logramos pasar para llegar a la parte
reconstruída. Sucede que hace unos años, una inundación del río que divide la
ciudad se llevó gran cantidad de sitios de alojamiento y provocó un gran
desastre en este lugar. Hoy en día todo está mejor, con una arquitectura de
bungalows más altos y un estilo muy hippie, lo que se nota en la vida nocturna,
con gente cantando en las calles, bares con música y fiestas, artesanías por
doquier, y los jardines producidos y con muchas flores. Cansados de caminar y
con nuevo alojamiento visto para el próximo día nos sentamos a tomar un buen
café (B25). Ya con más energía seguimos conociendo la localidad y llegamos a un
mercado de verduras y pescado pasando por una colorida callecita con otros
tantos negocios. Nuevamente el encanto de todos los mercados asiáticos. Ahí
compramos unos waffles con chocolate por B15, contra los B45 que salen en el
sector turístico. Aquí sabiendo moverse se puede ahorrar mucha más plata.
Planificando nuestra estadía consultamos el precio del alquiler de las mountain
bikes (bicicletas todo terreno) y por muy poco dinero (B70) podíamos rentar una
para recorrer los atractivos cercanos (entre 6 y 9 km). Volvimos a la pieza y
posterior a la ducha salimos buscando comer una pasta que habíamos visto en un
lugar (B40) pero en el lugar nadie nos había atendido así que recaímos en un
lugar de comida thai y al pad thai (B40) con una Chang grande consiguiendo el
mejor precio del mercado (B60). Volvimos al lugar del café para bajar la pasta
y volvimos a recorrer el centro donde descubrimos un espectáculo de música
estilo yankee pero muy ameno. Ya de nuevo en la habitación siguiendo al Negro
de mis amores estoy en la pieza escribiendo las últimas palabras del día.
viernes, 20 de abril de 2012
Nuevos destinos
Debajo verán algo de lo que voy escribiendo día a día en mi computadora tratando de registrar todo lo que voy haciendo y sintiendo. Los días restantes quedaron plasmados en el posteo anterior por eso no necesito ponerlos.
Espero que esto les sea de su agrado.
Espero que esto les sea de su agrado.
Día 4: Viendo que en camino a Chiang Mai se encuentra el
sitio de Ayutthaya, cuyos templos son Patrimonio de la Humanidad, hacia ahí
saco mi boleto de tren desde Hualamphong (B20) y bien temprano marcho para ahí
(08:30 hs). Cuando llego a la ciudad me cruzo en ferry (B4) y camino por media
hora hasta encontrar el bendito Tony’s Place que no encontraba ya que el mapa
de mi Lonely me había jugado una mala pasada. Por suerte apareció y pedí mi
habitación single con ducha e inodoro (todo un lujo ya) por B300 el día
denotando la fortuna que había pagado por el servicio recibido en Bangkok.
Luego de almorzar me cambio listo para la acción. Cruzo la calle y alquilo una
bici por el día (B40) para salir a conocer los templos. Recibo mi mapa, las
debidas indicaciones y parto. Los primeros dos se encontraban muy cerca, además
de ser realmente atractivos e importantes, mientras que los demás estaban
alejados. En total fueron casi 20 km pedaleados, 3 lts de agua y unas cuantas
perdidas en el camino para cumplir mi objetivo. Igualmente valió la pena.
Después de bañarme y descansar me tomé un te de limón helado, una delicia y un
nuevo vicio, arreglé mi viaje a Chiang Mai en bus VIP (B500) y luego de cenar
me fui a la pieza a ver una peli, la cual no terminé debido a mi cansancio.
Día 5: Fue un día casi tirado a la basura pero que sirvió
para descansar todo lo que me faltaba, cambiar algo de dinero y prepararme para
un nuevo destino: Chiang Mai. Estuve todo el día esperando para que me vengan a
buscar a la guest house para tomar el cole. Llegadas las 20 hs me crucé al
sitio a esperar mi tuk tuk y este me llevó hasta las afueras de la ciudad donde
me levantó un coche “VIP” para llegar a mi nuevo destino. El mismo era cómodo
dentro de todo pero no funcionaba bien el AC. En el asiento continuo viajaba
Martine una amiga de Boston, EEUU.
Día 6: Apenas comenzado el día nos dejaron en una estación
ESSO fuera del centro de la ciudad y contratamos junto con otros 5 mochileros
un tuk tuk (B50) que nos llevó dentro de las murallas para buscar alojamiento. Primero con Martine y otras dos personas
fuimos para las afueras de la ciudad pero con mi amiga decidimos volver al
centro y buscar algo más cerca de la mayor cantidad de atractivos posibles.
Finalmente encontramos en un Soi (callejón o pasaje) un lugar que estaba
recomendado por la Lonely así que ahí fuimos y conseguí una habitación linda
para mi por B250. Luego fuimos a desayunar a la calle Ratchadamnoen y
terminamos en un sitio muy ameno y con buenos precios para desayunar bien rico.
Caminando y buscando mapas de la ciudad y tarifas de los trekkings descubrimos
que había un sitio con alojamientos super baratos por lo que decidimos
dirigirnos hacia ahí pero obviamente no lo encontramos. Afortunadamente
encontré otro aun más barato: B100 la noche compartiendo habitación con otros
chicos. Definitivamente estaba dispuesto en hacerlo por lo que al día siguiente
decidí moverme. Luego de volver y de descansar en el guest house, con Martine
decidimos salir a conocer algunos templos de la ciudad, solo los más
importantes ya que hay cerca de 300 en Chiang Mai. Conocimos el Wat Chiang Man
con sus budas de cristal y marfil de gran cantidad de años y luego el Wat Phra
Singh donde vimos otro hermoso templo y sus budas dorados. Además de gallos y
gallinas lo que no fue mucho de mi agrado. En medio del camino fuimos al
monumento de los tres reyes y entramos a conocer el Centro de Arte de Chiang
Mai aunque no entramos. Cruzamos la calle y vimos un museo que estaba muy lindo
hasta que nos apagaron las luces y tuvimos que salir a los manotazos. Cuando
nos disponíamos a volver nos agarró la lluvia y decidimos hacer una parada
técnica en un 7Eleven para comprar algunas cosas. Una vez llegados y bañado me
dispuse a ir a probar la efectividad de los masajes thai y realmente conseguí
una buena tarifa para el cuerpo completo (B150) y además la masajista era
hermosa. Cambio de ropa relax y a disfrutar de ese arte autóctono. Cuando
terminó salí relajadísimo y volví para encontrarme con mi amiga y salir a
caminar y comer al Kalare Night Bazaar, un sitio que tiene cientos de tiendas
(callejeras y no) donde se compran desde artesanías locales como las sombrillas
pintadas, joyería, gemas preciosas y obviamente todos los platos típicos de
Tailandia. Luego de pensarlo bastante me
animo con un plato de curry de huevo con pollo,
noodles frescos y otros fritos y algunos vegetales. La particularidad de
los platos y de la cocina thai es que cocinan las salsas o curry con leche de
coco por lo que todo es agridulce, muy difícil para nuestro paladar argentino.
El plato se llamaba Tae soi gai y aunque lo intenté no pude terminarlo, solo
los fideos y ya. El color del bazar era realmente genial, los olores, sabores,
artesanías, turistas diversos mezclados con los lugareños, increíble. A esto sumado
que en un pequeño escenario se interpretaban las danzas locales y sus
diferentes variedades. Simplemente un lugar lindo para despedirlo con una Tiger
y unos maníes.
Día 7: Amanecido desde las 5.30 hs, talvez porque se venía
un día terrible con 42ºC y mi venti no colmaba mi calor decidí conectarme para
sentirme en mi mundo un rato, al menos con los mios. Hice tiempo hasta las
10.00 hs que era la hora que habíamos arreglado con Martine para desayunar y
así fue que lo hicimos en el lobby de la guesthouse. Huevos revueltos, tostadas
con mermelada de frutilla, café con leche y azúcar rubia, pero como quería
pasar el almuerzo y además no me había llenado me pedí unas frutas frescas con
muesli y yogurth de coco. Hice el respectivo check out y me fui al Chada
Guesthouse, mi nuevo alojamiento. Es un dorm (habitación para compartir con
camas varias) de 10 camas pero super amplio y limpio (B100) por el precio
minúsculo que pagué. Pensaba después alquilarme una bicicleta e irme hasta la
terminal de buses a averiguar unos precios pero desistí luego de sentir los
42ºC a flor de piel. Por eso salí a caminar un poco, visité las decenas de
librerías con grandes joyas perdidas, y otras cosas más, y me decidí a regresar
a tirarme una siesta. Tremendo calor me despertó mientras cerca en la
habitación un japonés estaba perdido en su PC y sus auriculares con su mirada
sospechosa. Me levanté como pude y me fui a buscar a Martine y a mi mochila que
había dejado a su cuidado para que use mi notebook. Pensábamos ir hasta el Doi Suthep
en la montaña pero ella andaba descompuesta y no quiso salir, decisión que no
me pareció nada mala debido al calor. Por eso, me volví con todo y abrí mis
redes sociales y leí los diarios en la red para informarme un poco. Luego me
fui a caminar hasta T Travel, empresa que me vendió una super excursión de un
día completo que incluye una hora andando en elefante, visita al orquideario y
mariposas, nado en las cataratas, caminata, rafting en canoa de cañas de bambu,
rafting en aguas blancas y encima incluye la comida y el traslado con el guía
en inglés. Todo por B750, un tarifón! De regreso al guesthouse, tomé mi té de
limón helado, compre mi agua, un paquete de maní y unos sugus, y cuando llegué
descubrí que al lado de mi cama estaba Claudio, un chileno muy buena onda que
había conocido otros santafesinos aquí en Tailandia. Pegamos buena onda y
decidimos ir a ver muay thai (kick boxing thai) en el estadio que queda aquí
cerca. Por la noche, ya listos y duchados, fuimos a buscar a Martine para ver
si quería acompañarnos pero no lo hizo, así que me despedí de ella luego de
unos días compartidos con ella. Nos dirigimos al Thapae Stadium para ver a los
contrincantes y compramos los tickets para todas las peleas en una buena
ubicación (B400). Ya en mi lugar pedi una cerveza (B60) y unos noodles con
pollo (B35) y mientras esperaba las peleas me puse a charlar con varios de los
turistas que estábamos ahí, entre ellos Mauro, un italiano, y otro chico alemán
que eran muy buena onda. Ya con el comienzo de la pelea, nos llevamos una
decepción cuando vimos que la primera eran dos niñitos, aunque duró solo hasta
el comienzo ya que estos se comenzaron a pegar bien duro. Vieran como se movían
los pequeños. A más de un mayor le hubiesen dado la lección. En el tercer round
uno cayó por KO en el que fue el único de la noche. Después hubo dos peleas de
mujeres, de las cuales una terminó por KO técnico y la otra por fallo del
referee. Pero lo más entretenido ocurrió cuando subieron seis luchadores,
algunos excedidos un poco de peso a pelear de forma ciega. Les ponían un
antifaz y debían pegarle a lo primero que tengan adelante. Por eso el árbitro
en varias oportunidades terminó tirado contra las cuerdas. Fue muy divertido
ver a todos esos muchachos dándose sin asco alguno. Y ahí, junto con el circo
de las apuestas, uno se da cuenta como arman las cosas para que los turistas
vean diferentes cosas, se entretengan y consuman cervezas en cantidad. Las
últimas dos peleas fueron un poco aburridas, incluso la más importante terminó
dejando bastante que desear, pero al menos nos llevamos la experiencia de haber
vivido algo típico del lugar como lo es un deporte meramente autóctono como el
muay thai.
Con respecto a las apuestas, que casualidad que solo se
podía apostar a uno o a otro, pero solo uno por pelea, que es el que nunca
ganaba. Lo que le quitaba un poco la gracia. Enojado mi amigo Mauro hubiese
ganado unos buenos baths de haber podido elegir tranquilamente.
domingo, 15 de abril de 2012
Bienvenidos a Bangkok!
Bienvenidos a Bangkok, capital del Reino de Tailandia!
Como describir algo que cada momento que pasa desconozco
más?
El solo hecho de llegar y ver autos modernos de todos
colores que hacen la vez de taxis, apareciendo por todos los lados posibles
mientras son esquivados por las motos y con los carteles de señalización solo
en tailandés ya impacta mucho.
De camino al River View Guest House, veo lindos edificios
hasta llegar a una zona pobre del Chinatown o barrio chino, sin saber que ese
lugar de aspecto tan abandonado iba a ser mi sitio de alojamiento. Un laberinto
de callecitas en el cual al final del segundo día puedo salir sin perderme.
Autos abandonados, repuestos, comida en la calle por donde se camine, los
infaltables olores y colores que a más de uno le hubiese revuelto el estómago.
Igualmente ni esto, ni la demora de un día de mi mochila con
el equipaje me detuvo para comenzar a conocer, si no que todo lo contrario.
Luego de consultar a la chica de recepción y de su “ayuda”,
salí hacia el corazón del barrio chino para comprar algo de ropa por precaución
en caso de que mi valija no llegase. Obvio que no encontré ni un solo negocio
de ropa, pero al menos vi sitios geniales: la puerta China parecida a la que
está en el Chinatown de Belgrano, en Bs. As, el templo del Phra Sukhotai
Trimitr Golden Buddha, o Buda Dorado más fácil, el más grande de Tailandia. Aquí fue donde comencé a conocer la adoración que siente el pueblo ante cualquier imagen
de Buda y sus monjes.
Todos los wats (templos) llenos de ofrendas, dinero, flores,
agua para su Dios.
Pero si de agua se trata, vale la pena comentar la
particularidad del Songkran. Esta fiesta, también conocida como el año nuevo
tailandés, ya lleva su edición 2555 (como pasa el tiempo) y consiste en mojarse
en cualquier lado con un agua blancuzca que hace que cuando se seque quedes
todo blanco como si uno estuviese marinado o con talco.
Por eso vamos a encontrar desde niños jugando entre si con
pequeñas pistolas de agua, hasta patrullas completas en camionetas que van
cargando grandes barriles de agua para mojar a todo el que se cruce en el
camino. Autos cubiertos por agua, gente empapada y sonriente en todos lados y,
para ser sinceros, muy aprovechable teniendo en cuenta los casi 40ºC que
golpean la ciudad.
Debido al calor, una opción genial para moverse hacia el
sitio histórico y religioso más importante de la ciudad, el Ko Ratanakosin, es
a través de los Express Boats o botes expresos, el cual por 15B o $2.15 te
lleva al puerto más cercano mientras se puede ir observando los distintos
estilos de construcción a la vera del Chao Phraya, el río que atraviesa la
ciudad.
Descendiendo en el Puerto 9 o Tha Chang se accede al sitio
más importante de la ciudad, el Wat Phra Kaew o Templo del Buda Esmeralda y el
Gran Palacio, residencia de los reyes. Este complejo imponente por donde se lo
mire, impacta tanto por su magnitud como por la cantidad de personas que tiene
en su interior, ya que gracias al feriado nacional, miles y miles de personas
pueden ser vistas aquí, sean thais o turistas desde diversos sitios del mundo
(obvio que los chinos se destacan al igual que en cualquier otro sitio).
Aunque predomina el dorado, no faltarán los colores aquí.
Nuevamente sahumerios, flores, y mucha agua.
Vale la pena nombrar que el nombre de este templo se debe a
una pequeña figura de Buda en esmeralda que a lo largo de los siglos, cambios
de reinados y capitales, ha encontrado su lugar en la actual capital
tailandesa. También encontraremos la galería de imágenes con la vida de
Ramakien, el panteón de los reyes, y gran cantidad de altares a lo largo de
todo el sitio.
Saliendo del complejo y bordeando la manzana se accede a
otro punto de gran interés como lo es el Wat Photaram, más conocido como Wat
Pho. Este conjunto de templos fue ascendido a tal grado por el Rey Rama I. Aquí dentro veremos miles de imágenes de
Buddha, siendo la más importante la del buda reclinado, de gran magnitud
llevándose así todos los honores. Además
veremos decenas de monjes bendiciendo objetos, echando agua sobre los fieles,
regalando pulseras bendecidas y rezando mientras las personas dejan sus
ofrendas y bañan las imágenes doradas de los Buddha con aceites.
Vale recordar que la imagen más importante del templo es la del Buda recostado.
Por último, y para terminar con los 3 templos más
importantes de la ciudad vieja, cruzamos por el puerto 8 o Tha Thien hacia el
Wat Arun o Templo del Amanecer, en honor a Aruna, reina hindú del amanecer.
Este majestuoso edificio de arquitectura Khmer, igual al sitio de Angkor Wat de
Camboya, llega a medir 79 m de altura en su torre principal y esta decorado con
imágenes realizadas con pequeños trocitos de porcelana de colores.
Luego de tomar casi 150 fotos, pasear por tan lindos lugares
y respirar la brisa del Chao Phraya decidí regresar al hotel y por suerte la
mochila había aparecido con toda mi ropa, así que después de 2 días pude
pegarme una ducha para luego ir a Hua Lamphung, la estación de trenes, para
averiguar horarios y precios para Chiang Mai y Camboya.
Así que cambiando de planes, creo que haré 2 noches más para
comenzar a girar por estos sitios.
Gracias a todos los que llegaron hasta acá abajo leyendo y
perdón si los aburrí un poco.
Espero que la próxima sea con más aventuras.
Y como
dicen acá: Happy wet and new year!! (Felíz
húmedo y nuevo año)
Besos y abrazos.
viernes, 6 de abril de 2012
Semana santa previa a las vacaciones
Hoy mi laburo me hizo conocer una ciudad hermosa como Mar del Plata y otras tantas de la zona de la costa: Mar Azul, Mar de las Pampas, Ostende, Valeria del Mar, Pinamar y Villa Gesell.
Por fin después de 9 viajes trayendo y llevando gente pude bajar a ver lo lindo de estos lugares.
Cambiar un poco mi perspectiva de la "FELIZ" fue lo que más me impactó.
No es solo la playa y mar frío, hay gran cantidad de cosas geniales: teatros, cines, cafes, pesca, buena gastronomía, deportes. Muy completa.
Espero que mi trabajo me siga sorprendiendo día a día como el último fin de semana pasado en la ciudad de Rosario y este en la Costa Atlántica.
Seguro este sea mi último post desde Argentina. Espero el próximo poder hacerlo ya desde Bangkok, Tailandia y contarles todo lo nuevo que iré descubriendo a diario.
Besos y abrazos a todos los que me leen :)
Por fin después de 9 viajes trayendo y llevando gente pude bajar a ver lo lindo de estos lugares.
Cambiar un poco mi perspectiva de la "FELIZ" fue lo que más me impactó.
Espero que mi trabajo me siga sorprendiendo día a día como el último fin de semana pasado en la ciudad de Rosario y este en la Costa Atlántica.
Seguro este sea mi último post desde Argentina. Espero el próximo poder hacerlo ya desde Bangkok, Tailandia y contarles todo lo nuevo que iré descubriendo a diario.
Besos y abrazos a todos los que me leen :)
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