Espero que esto les sea de su agrado.
Día 4: Viendo que en camino a Chiang Mai se encuentra el
sitio de Ayutthaya, cuyos templos son Patrimonio de la Humanidad, hacia ahí
saco mi boleto de tren desde Hualamphong (B20) y bien temprano marcho para ahí
(08:30 hs). Cuando llego a la ciudad me cruzo en ferry (B4) y camino por media
hora hasta encontrar el bendito Tony’s Place que no encontraba ya que el mapa
de mi Lonely me había jugado una mala pasada. Por suerte apareció y pedí mi
habitación single con ducha e inodoro (todo un lujo ya) por B300 el día
denotando la fortuna que había pagado por el servicio recibido en Bangkok.
Luego de almorzar me cambio listo para la acción. Cruzo la calle y alquilo una
bici por el día (B40) para salir a conocer los templos. Recibo mi mapa, las
debidas indicaciones y parto. Los primeros dos se encontraban muy cerca, además
de ser realmente atractivos e importantes, mientras que los demás estaban
alejados. En total fueron casi 20 km pedaleados, 3 lts de agua y unas cuantas
perdidas en el camino para cumplir mi objetivo. Igualmente valió la pena.
Después de bañarme y descansar me tomé un te de limón helado, una delicia y un
nuevo vicio, arreglé mi viaje a Chiang Mai en bus VIP (B500) y luego de cenar
me fui a la pieza a ver una peli, la cual no terminé debido a mi cansancio.
Día 5: Fue un día casi tirado a la basura pero que sirvió
para descansar todo lo que me faltaba, cambiar algo de dinero y prepararme para
un nuevo destino: Chiang Mai. Estuve todo el día esperando para que me vengan a
buscar a la guest house para tomar el cole. Llegadas las 20 hs me crucé al
sitio a esperar mi tuk tuk y este me llevó hasta las afueras de la ciudad donde
me levantó un coche “VIP” para llegar a mi nuevo destino. El mismo era cómodo
dentro de todo pero no funcionaba bien el AC. En el asiento continuo viajaba
Martine una amiga de Boston, EEUU.
Día 6: Apenas comenzado el día nos dejaron en una estación
ESSO fuera del centro de la ciudad y contratamos junto con otros 5 mochileros
un tuk tuk (B50) que nos llevó dentro de las murallas para buscar alojamiento. Primero con Martine y otras dos personas
fuimos para las afueras de la ciudad pero con mi amiga decidimos volver al
centro y buscar algo más cerca de la mayor cantidad de atractivos posibles.
Finalmente encontramos en un Soi (callejón o pasaje) un lugar que estaba
recomendado por la Lonely así que ahí fuimos y conseguí una habitación linda
para mi por B250. Luego fuimos a desayunar a la calle Ratchadamnoen y
terminamos en un sitio muy ameno y con buenos precios para desayunar bien rico.
Caminando y buscando mapas de la ciudad y tarifas de los trekkings descubrimos
que había un sitio con alojamientos super baratos por lo que decidimos
dirigirnos hacia ahí pero obviamente no lo encontramos. Afortunadamente
encontré otro aun más barato: B100 la noche compartiendo habitación con otros
chicos. Definitivamente estaba dispuesto en hacerlo por lo que al día siguiente
decidí moverme. Luego de volver y de descansar en el guest house, con Martine
decidimos salir a conocer algunos templos de la ciudad, solo los más
importantes ya que hay cerca de 300 en Chiang Mai. Conocimos el Wat Chiang Man
con sus budas de cristal y marfil de gran cantidad de años y luego el Wat Phra
Singh donde vimos otro hermoso templo y sus budas dorados. Además de gallos y
gallinas lo que no fue mucho de mi agrado. En medio del camino fuimos al
monumento de los tres reyes y entramos a conocer el Centro de Arte de Chiang
Mai aunque no entramos. Cruzamos la calle y vimos un museo que estaba muy lindo
hasta que nos apagaron las luces y tuvimos que salir a los manotazos. Cuando
nos disponíamos a volver nos agarró la lluvia y decidimos hacer una parada
técnica en un 7Eleven para comprar algunas cosas. Una vez llegados y bañado me
dispuse a ir a probar la efectividad de los masajes thai y realmente conseguí
una buena tarifa para el cuerpo completo (B150) y además la masajista era
hermosa. Cambio de ropa relax y a disfrutar de ese arte autóctono. Cuando
terminó salí relajadísimo y volví para encontrarme con mi amiga y salir a
caminar y comer al Kalare Night Bazaar, un sitio que tiene cientos de tiendas
(callejeras y no) donde se compran desde artesanías locales como las sombrillas
pintadas, joyería, gemas preciosas y obviamente todos los platos típicos de
Tailandia. Luego de pensarlo bastante me
animo con un plato de curry de huevo con pollo,
noodles frescos y otros fritos y algunos vegetales. La particularidad de
los platos y de la cocina thai es que cocinan las salsas o curry con leche de
coco por lo que todo es agridulce, muy difícil para nuestro paladar argentino.
El plato se llamaba Tae soi gai y aunque lo intenté no pude terminarlo, solo
los fideos y ya. El color del bazar era realmente genial, los olores, sabores,
artesanías, turistas diversos mezclados con los lugareños, increíble. A esto sumado
que en un pequeño escenario se interpretaban las danzas locales y sus
diferentes variedades. Simplemente un lugar lindo para despedirlo con una Tiger
y unos maníes.
Día 7: Amanecido desde las 5.30 hs, talvez porque se venía
un día terrible con 42ºC y mi venti no colmaba mi calor decidí conectarme para
sentirme en mi mundo un rato, al menos con los mios. Hice tiempo hasta las
10.00 hs que era la hora que habíamos arreglado con Martine para desayunar y
así fue que lo hicimos en el lobby de la guesthouse. Huevos revueltos, tostadas
con mermelada de frutilla, café con leche y azúcar rubia, pero como quería
pasar el almuerzo y además no me había llenado me pedí unas frutas frescas con
muesli y yogurth de coco. Hice el respectivo check out y me fui al Chada
Guesthouse, mi nuevo alojamiento. Es un dorm (habitación para compartir con
camas varias) de 10 camas pero super amplio y limpio (B100) por el precio
minúsculo que pagué. Pensaba después alquilarme una bicicleta e irme hasta la
terminal de buses a averiguar unos precios pero desistí luego de sentir los
42ºC a flor de piel. Por eso salí a caminar un poco, visité las decenas de
librerías con grandes joyas perdidas, y otras cosas más, y me decidí a regresar
a tirarme una siesta. Tremendo calor me despertó mientras cerca en la
habitación un japonés estaba perdido en su PC y sus auriculares con su mirada
sospechosa. Me levanté como pude y me fui a buscar a Martine y a mi mochila que
había dejado a su cuidado para que use mi notebook. Pensábamos ir hasta el Doi Suthep
en la montaña pero ella andaba descompuesta y no quiso salir, decisión que no
me pareció nada mala debido al calor. Por eso, me volví con todo y abrí mis
redes sociales y leí los diarios en la red para informarme un poco. Luego me
fui a caminar hasta T Travel, empresa que me vendió una super excursión de un
día completo que incluye una hora andando en elefante, visita al orquideario y
mariposas, nado en las cataratas, caminata, rafting en canoa de cañas de bambu,
rafting en aguas blancas y encima incluye la comida y el traslado con el guía
en inglés. Todo por B750, un tarifón! De regreso al guesthouse, tomé mi té de
limón helado, compre mi agua, un paquete de maní y unos sugus, y cuando llegué
descubrí que al lado de mi cama estaba Claudio, un chileno muy buena onda que
había conocido otros santafesinos aquí en Tailandia. Pegamos buena onda y
decidimos ir a ver muay thai (kick boxing thai) en el estadio que queda aquí
cerca. Por la noche, ya listos y duchados, fuimos a buscar a Martine para ver
si quería acompañarnos pero no lo hizo, así que me despedí de ella luego de
unos días compartidos con ella. Nos dirigimos al Thapae Stadium para ver a los
contrincantes y compramos los tickets para todas las peleas en una buena
ubicación (B400). Ya en mi lugar pedi una cerveza (B60) y unos noodles con
pollo (B35) y mientras esperaba las peleas me puse a charlar con varios de los
turistas que estábamos ahí, entre ellos Mauro, un italiano, y otro chico alemán
que eran muy buena onda. Ya con el comienzo de la pelea, nos llevamos una
decepción cuando vimos que la primera eran dos niñitos, aunque duró solo hasta
el comienzo ya que estos se comenzaron a pegar bien duro. Vieran como se movían
los pequeños. A más de un mayor le hubiesen dado la lección. En el tercer round
uno cayó por KO en el que fue el único de la noche. Después hubo dos peleas de
mujeres, de las cuales una terminó por KO técnico y la otra por fallo del
referee. Pero lo más entretenido ocurrió cuando subieron seis luchadores,
algunos excedidos un poco de peso a pelear de forma ciega. Les ponían un
antifaz y debían pegarle a lo primero que tengan adelante. Por eso el árbitro
en varias oportunidades terminó tirado contra las cuerdas. Fue muy divertido
ver a todos esos muchachos dándose sin asco alguno. Y ahí, junto con el circo
de las apuestas, uno se da cuenta como arman las cosas para que los turistas
vean diferentes cosas, se entretengan y consuman cervezas en cantidad. Las
últimas dos peleas fueron un poco aburridas, incluso la más importante terminó
dejando bastante que desear, pero al menos nos llevamos la experiencia de haber
vivido algo típico del lugar como lo es un deporte meramente autóctono como el
muay thai.
Con respecto a las apuestas, que casualidad que solo se
podía apostar a uno o a otro, pero solo uno por pelea, que es el que nunca
ganaba. Lo que le quitaba un poco la gracia. Enojado mi amigo Mauro hubiese
ganado unos buenos baths de haber podido elegir tranquilamente.
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