lunes, 23 de abril de 2012

Chiang Mai - Pai


Día 8: Al levantarme noté que teníamos compañía en la habitación que es para 10 personas, en total había cinco mujeres y tres hombres. Bien temprano arrancamos la jornada para ver si veíamos con Claudio a las “hartas viejitas”, como las llamaba el, haciendo tai chi en la puerta Thapae a pocas cuadras de la guest house, pero parece que era tarde ya que no estaban. Debimos conformarnos con ver a los monjes que todas las mañanas salen a llenar sus cuencos de alimentos que son dados por los fieles.
De regreso en el lobby debía esperar que me junten para ir a la excursión que más esperaba. Fui el primero, luego subió Tim de Perth, Australia, Mark y tres amigos más de Inglaterra y finalmente dos parejas chinas que hablaron todo el camino a la travesía. De paso paramos en el orquideario y mariposario, que este último de eso tenía poco o nada. Las flores si realmente valían la pena porque estaban lindas y de todos los colores. Continuamos luego hasta frenar frente a una granja de elefantes, donde cambiamos de vehículo a una camioneta más destartalada para tomar un camino realmente malo y llegar al lugar donde comenzaríamos nuestro descenso de rafting en uno de los ríos del norte de Chiang Mai. Nos dividimos en dos grupos, yo fui con los ingleses y en el otro bote Tim con los chinos. Fue muy divertido y cansador ya que duró una hora. Cuando terminamos volvimos a la camioneta que nos llevó a comer comida thai buffet. Arroz en cantidades colosales, verduras de todos los tipos, ananá y noodles para acompañar. Muy buen almuerzo y a prepararse para lo que más quería hacer: andar en elefante. La experiencia realmente no tiene comparación, y más allá del maltrato que los animales reciben de los cuidadores estuvo muy bueno. También se pudo alimentar a estos con cañas de azúcar y hasta tuvimos la suerte que un pequeño bebé nos acompañó durante todo el trayecto. Grande fue el susto cuando el chiquito nos corrió asustado por un buey. Después de eso y muertos de calor fuimos todos, menos los chinos a hacer un trekking por medio de la selva donde entre los diferentes frutos pude probar lo delicioso que era el lochi, una especie de uva pero blanca por dentro y roja por fuera. Así llegamos a las pequeñas cascadas con piletas naturales donde nos refrescamos e hicimos masajes con las caídas de agua. Cuando llegaron los chinos estuvimos unos 15 minutos más y arrancamos todos para realizar el último tramo que era el rafting en balsas de caña de bambú. Nuevamente divididos descansamos en las balsas mientras dos nativos avanzaban en modo de jangadas. Pescadores, niños nadando mientras la tarde caía y el cansancio aparecía en todos ya.




Día 9: Bien dormido después de un día larguísimo, me levanté temprano para terminar de acomodar mis cosas y esperar la mini van que me iba a llevar a Pai, en la provincia de Mae Hon Song, bien al límite con Myanmar (antigua Birmania). Antes de esto me fui a desayunar a The Corner un buen desayuno estilo americano: dos huevos fritos con jamón, café, jugo de ananá y tostadas con manteca y mermelada (B85). De nuevo en la guesthouse espere un buen rato hasta que a las 10.30 hs me pasaron a buscar para emprender nuevos caminos. Volvía a ser el primero de los diez pasajeros que iríamos a Pai. Subieron dos chicas, mi amigo Paolo, con quien instantáneamente pegamos onda para seguir juntos el viaje y compartir alojamiento, y por último una familia de seis que parecían yankees, o al menos gringos eran. Al comienzo el viaje fue un poco aburrido. Siempre salir de la gran ciudad lo es, y más por el tránsito, y este es un gran tema aquí, es un caos y encima hay que prestar atención ya que manejan por el lado opuesto que a la mayoría de los países occidentales. Durante el viaje estuvimos hablando mucho con mi amigo viendo cuales iban a ser los siguientes destinos de cada uno y por suerte pensábamos bastante similar así vamos a ver hasta donde continuamos. Primero hicimos una parada técnica en un pueblo en medio del camino para poder comer y tomar algo, y fue aquí donde probé el plato que todos me habían recomendado, el Pad Thai, una suerte de spaguetti con pollo y verduras (B35) con un agua (B15). Continuando nuestro viaje descubrimos un hermoso paisaje de montaña hasta que luego de 762 giros en la ruta, con algunos bastante peligrosos apareció el misterioso Pai. Por qué misterioso? Sinceramente porque todo el mundo va a Pai sin tener un verdadero justificativo. Todos llegamos porque nos lo recomendaron pero sin conocerlo, el boca en boca está siendo más importante esta vez, pero uno descubre con solo estar minutos en el pueblo, que valió la pena realmente realizar los 132 km desde Chiang Mai. Apenas llegamos con Paolo salimos a caminar con nuestro equipaje para encontrar un alojamiento acorde con nuestro bolsillo, lo que no nos costó mucho. Apenas unas cuadras, que es lo que dura el centro de todo este bonito pueblo y ya teníamos una habitación con ventilador, televisor y dos camas por B180, B90 cada uno. Una ganga. Tiramos nuestras cosas, nos dimos una lavada de cara y salimos a conocer buscando excursiones para hacer. Entre la lluvia de ofertas y variedades dejamos todo para analizar y seguimos explorando. Llegamos a un puente hecho con cañas de bambú, poco confiable y muy roto pero que con un poco de cuidado logramos pasar para llegar a la parte reconstruída. Sucede que hace unos años, una inundación del río que divide la ciudad se llevó gran cantidad de sitios de alojamiento y provocó un gran desastre en este lugar. Hoy en día todo está mejor, con una arquitectura de bungalows más altos y un estilo muy hippie, lo que se nota en la vida nocturna, con gente cantando en las calles, bares con música y fiestas, artesanías por doquier, y los jardines producidos y con muchas flores. Cansados de caminar y con nuevo alojamiento visto para el próximo día nos sentamos a tomar un buen café (B25). Ya con más energía seguimos conociendo la localidad y llegamos a un mercado de verduras y pescado pasando por una colorida callecita con otros tantos negocios. Nuevamente el encanto de todos los mercados asiáticos. Ahí compramos unos waffles con chocolate por B15, contra los B45 que salen en el sector turístico. Aquí sabiendo moverse se puede ahorrar mucha más plata. Planificando nuestra estadía consultamos el precio del alquiler de las mountain bikes (bicicletas todo terreno) y por muy poco dinero (B70) podíamos rentar una para recorrer los atractivos cercanos (entre 6 y 9 km). Volvimos a la pieza y posterior a la ducha salimos buscando comer una pasta que habíamos visto en un lugar (B40) pero en el lugar nadie nos había atendido así que recaímos en un lugar de comida thai y al pad thai (B40) con una Chang grande consiguiendo el mejor precio del mercado (B60). Volvimos al lugar del café para bajar la pasta y volvimos a recorrer el centro donde descubrimos un espectáculo de música estilo yankee pero muy ameno. Ya de nuevo en la habitación siguiendo al Negro de mis amores estoy en la pieza escribiendo las últimas palabras del día.





No hay comentarios:

Publicar un comentario