Día 8: Al levantarme noté que
teníamos compañía en la habitación que es para 10 personas, en total había
cinco mujeres y tres hombres. Bien temprano arrancamos la jornada para ver si
veíamos con Claudio a las “hartas viejitas”, como las llamaba el, haciendo tai
chi en la puerta Thapae a pocas cuadras de la guest house, pero parece que era
tarde ya que no estaban. Debimos conformarnos con ver a los monjes que todas
las mañanas salen a llenar sus cuencos de alimentos que son dados por los
fieles.
De regreso en el lobby debía
esperar que me junten para ir a la excursión que más esperaba. Fui el primero,
luego subió Tim de Perth, Australia, Mark y tres amigos más de Inglaterra y
finalmente dos parejas chinas que hablaron todo el camino a la travesía. De
paso paramos en el orquideario y mariposario, que este último de eso tenía poco
o nada. Las flores si realmente valían la pena porque estaban lindas y de todos
los colores. Continuamos luego hasta frenar frente a una granja de elefantes,
donde cambiamos de vehículo a una camioneta más destartalada para tomar un
camino realmente malo y llegar al lugar donde comenzaríamos nuestro descenso de
rafting en uno de los ríos del norte de Chiang Mai. Nos dividimos en dos
grupos, yo fui con los ingleses y en el otro bote Tim con los chinos. Fue muy
divertido y cansador ya que duró una hora. Cuando terminamos volvimos a la
camioneta que nos llevó a comer comida thai buffet. Arroz en cantidades
colosales, verduras de todos los tipos, ananá y noodles para acompañar. Muy
buen almuerzo y a prepararse para lo que más quería hacer: andar en elefante.
La experiencia realmente no tiene comparación, y más allá del maltrato que los animales reciben de los cuidadores estuvo muy bueno. También se pudo
alimentar a estos con cañas de azúcar y hasta tuvimos la suerte que un pequeño
bebé nos acompañó durante todo el trayecto. Grande fue el susto cuando el
chiquito nos corrió asustado por un buey. Después de eso y muertos de calor
fuimos todos, menos los chinos a hacer un trekking por medio de la selva donde
entre los diferentes frutos pude probar lo delicioso que era el lochi, una especie
de uva pero blanca por dentro y roja por fuera. Así llegamos a las pequeñas
cascadas con piletas naturales donde nos refrescamos e hicimos masajes con las
caídas de agua. Cuando llegaron los chinos estuvimos unos 15 minutos más y
arrancamos todos para realizar el último tramo que era el rafting en balsas de
caña de bambú. Nuevamente divididos descansamos en las balsas mientras dos
nativos avanzaban en modo de jangadas. Pescadores, niños nadando mientras la
tarde caía y el cansancio aparecía en todos ya.
Día 9: Bien dormido después de un
día larguísimo, me levanté temprano para terminar de acomodar mis cosas y
esperar la mini van que me iba a llevar a Pai, en la provincia de Mae Hon Song,
bien al límite con Myanmar (antigua Birmania). Antes de esto me fui a desayunar
a The Corner un buen desayuno estilo americano: dos huevos fritos con jamón,
café, jugo de ananá y tostadas con manteca y mermelada (B85). De nuevo en la
guesthouse espere un buen rato hasta que a las 10.30 hs me pasaron a buscar
para emprender nuevos caminos. Volvía a ser el primero de los diez pasajeros
que iríamos a Pai. Subieron dos chicas, mi amigo Paolo, con quien
instantáneamente pegamos onda para seguir juntos el viaje y compartir
alojamiento, y por último una familia de seis que parecían yankees, o al menos
gringos eran. Al comienzo el viaje fue un poco aburrido. Siempre salir de la
gran ciudad lo es, y más por el tránsito, y este es un gran tema aquí, es un
caos y encima hay que prestar atención ya que manejan por el lado opuesto que a
la mayoría de los países occidentales. Durante el viaje estuvimos hablando
mucho con mi amigo viendo cuales iban a ser los siguientes destinos de cada uno
y por suerte pensábamos bastante similar así vamos a ver hasta donde
continuamos. Primero hicimos una parada técnica en un pueblo en medio del
camino para poder comer y tomar algo, y fue aquí donde probé el plato que todos
me habían recomendado, el Pad Thai, una suerte de spaguetti con pollo y
verduras (B35) con un agua (B15). Continuando nuestro viaje descubrimos un
hermoso paisaje de montaña hasta que luego de 762 giros en la ruta, con algunos
bastante peligrosos apareció el misterioso Pai. Por qué misterioso?
Sinceramente porque todo el mundo va a Pai sin tener un verdadero
justificativo. Todos llegamos porque nos lo recomendaron pero sin conocerlo, el
boca en boca está siendo más importante esta vez, pero uno descubre con solo
estar minutos en el pueblo, que valió la pena realmente realizar los 132 km
desde Chiang Mai. Apenas llegamos con Paolo salimos a caminar con nuestro
equipaje para encontrar un alojamiento acorde con nuestro bolsillo, lo que no
nos costó mucho. Apenas unas cuadras, que es lo que dura el centro de todo este
bonito pueblo y ya teníamos una habitación con ventilador, televisor y dos
camas por B180, B90 cada uno. Una ganga. Tiramos nuestras cosas, nos dimos una
lavada de cara y salimos a conocer buscando excursiones para hacer. Entre la
lluvia de ofertas y variedades dejamos todo para analizar y seguimos
explorando. Llegamos a un puente hecho con cañas de bambú, poco confiable y muy
roto pero que con un poco de cuidado logramos pasar para llegar a la parte
reconstruída. Sucede que hace unos años, una inundación del río que divide la
ciudad se llevó gran cantidad de sitios de alojamiento y provocó un gran
desastre en este lugar. Hoy en día todo está mejor, con una arquitectura de
bungalows más altos y un estilo muy hippie, lo que se nota en la vida nocturna,
con gente cantando en las calles, bares con música y fiestas, artesanías por
doquier, y los jardines producidos y con muchas flores. Cansados de caminar y
con nuevo alojamiento visto para el próximo día nos sentamos a tomar un buen
café (B25). Ya con más energía seguimos conociendo la localidad y llegamos a un
mercado de verduras y pescado pasando por una colorida callecita con otros
tantos negocios. Nuevamente el encanto de todos los mercados asiáticos. Ahí
compramos unos waffles con chocolate por B15, contra los B45 que salen en el
sector turístico. Aquí sabiendo moverse se puede ahorrar mucha más plata.
Planificando nuestra estadía consultamos el precio del alquiler de las mountain
bikes (bicicletas todo terreno) y por muy poco dinero (B70) podíamos rentar una
para recorrer los atractivos cercanos (entre 6 y 9 km). Volvimos a la pieza y
posterior a la ducha salimos buscando comer una pasta que habíamos visto en un
lugar (B40) pero en el lugar nadie nos había atendido así que recaímos en un
lugar de comida thai y al pad thai (B40) con una Chang grande consiguiendo el
mejor precio del mercado (B60). Volvimos al lugar del café para bajar la pasta
y volvimos a recorrer el centro donde descubrimos un espectáculo de música
estilo yankee pero muy ameno. Ya de nuevo en la habitación siguiendo al Negro
de mis amores estoy en la pieza escribiendo las últimas palabras del día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario