domingo, 29 de abril de 2012

Viajando al sur!

Como perdí algunos días por los viajes entre ciudades publico algunos más para los que quieran leer. Besos y abrazos!!


Día 12: Lo que se llama un día de vacaciones tirado a la basura. Nos levantamos bien temprano con Paolo y preparamos las mochilas para salir a desayunar, dejamos las cosas en la habitación y salimos al bar que íbamos todos los días. Esperamos nuestro bus de línea luego y este llegó con un retraso de 20 minutos, que aquí en Tailandia, no es nada fuera de lo normal. El bus iba lleno y no había lugares casi. Gente que venía desde Chiang Mai e iba hasta Sapong y Mae Hong Son, como nosotros. Como pudimos nos ubicamos, Paolo en un asiento y yo en un balde en el pasillo bien al lado de la puerta trasera, que como iba abierta yo estaba atento a no volar por el camino en alguna de las cientas de curvas a lo largo de la ruta. Todo era divertido dentro de todo y estaba fresco con un paisaje muy bonito de la montaña. Descargamos gente en Sapong luego de un control policial en el cual solo piden documentación a los nativos de Tailandia y cuando estábamos en el tramo final se largó una lluvia torrencial. Al llegar a Mae Hong Son el agua caía incesantemente y decidimos bajarnos en la terminal, primero para estar al resguardo y segundo para poder averiguar el horario de salida de los colectivos a Bangkok para el día siguiente, ya que la idea era estar solo una noche en la ciudad. Siendo las 15.15 hs y viendo que todo estaba lleno para los días siguientes, que no estábamos cerca del centro y que llovía, pagamos una mini van (B150) y nos volvimos a Pai. Aquí más de lo mismo, pero siempre lindo como los días anteriores, una cena con frutas frescas (B40) para alimentarse bien y no de porquerías chatarras, un buen té de limón helado (B25) y una buena charla de amigos, paseo por la feria y de nuevo a dormir que mañana a las 7.00 hs tenemos la mini van a Chiang Mai.


Día 13: Como costó levantarse por favor. El anterior había sido un día movido pero con viajes perdidos. Este también terminaría siendo lo mismo desgraciadamente pero en fin es lo que hay que hacer para ir a descansar un poco a las islas y conocer las hermosas playas. Después de levantarnos, fuimos hasta la terminal de buses donde tomaríamos el transporte para llegar a Chiang Mai. Como siempre esas mini vans son tan pequeñas que agradecemos que los thais y los pasajeros gringos son flaquitos. Viajamos apretados, incómodos, con calor y encima debíamos bajar las 762 curvas del camino entre Pai y Chiang Mai. A los cabezazos de dormidos veníamos todos, pero para variar, algo me tenía que suceder. Al lado mio venía una pareja española que parecía hacía rato no se bañaban. Me parece bárbaro que no lo hagan si están solos, pero si viajan, por respeto a los demás podrían hacerlo. Hicimos una parada donde respiré aire puro y compré algunas obleas para comer ya que nada había desayunado. Cuando llegamos a Chiang Mai, Paolo compró el boleto para ir a Sukkhotai así que me despedí de él. Mientras yo tenía que buscar un lugar para cambiar dinero, ya que a pesar de haberlo intentado, las restricciones impuestas a nuestro dinero en el país no me lo permitieron. La solución fue pagar un tuk tuk ida y vuelta (B160) hasta el centro y cambiar algo de plata. Regresé y compré mi boleto para regresar a la capital luego de 10 días en el norte de Tailandia. Próximo objetivo: playas e islas. El viaje no fue malo. Tenía aire acondicionado al menos y la verdad que contra los 40ºC que hacían afuera estaba genial. Además dormí como un condenado cuando no parábamos a comprar y estirar las piernas. De noche llegamos a la estación norte de Bangkok y apenas bajé fui a buscar información sobre como viajar al sur. Me dijeron que los buses salían desde la estación cerca del centro, así que lo que decidí fue descansar una noche cerca de la Th Khao San y ver tarifas para ir hasta Krabi. Alquilé una cama en el “25 Dormitory” cerca de Th Rambuttri, zona de bares, comedores y negocios en el barrio de Bamglamphu y dejé mi equipaje. Antes de dormirme me fui a ver la movida nocturna, la cual es enorme y me comí un buen phad tai de huevo (B30). Lleno de extranjeros, entre las cuales encontré dos señoras de Rosario y escuche algunos más que hablaban de Argentina. Como se extraña cuando uno está lejos, a veces para valorar las cosas hay que tenerlas lejos parece, familia, amigos, ciudad, juntadas, etc. En fin, hay que seguir disfrutando.


Día 14: Para comenzar el día quería darme un pequeño gusto, por eso fui a llamar a mi familia. Nada mejor que poder escucharlos en más de dos semanas. Uno teniendo una computadora puede traspasar los límites de distancia, pero me hacía falta escucharlos más que escribirme con ellos. Es por eso que a pesar de no poder hablar con mi hermanita Avril, hablar con mis padres me dio toda la fuerza que se necesita para poder continuar por el sueño mio y el de ellos. Ya mucho mejor gracias a eso, decidí salir a afrontar el día pesadísimo que me esperaba con un calor insoportable (39ºC). Fui a comprar mi boleto a Krabi y lo más económico fue a 420B haciendo escala en Surat Thani en un negocio de una familia judía parecía por los carteles en hebreo. Desayune un yogurth con muesli y frutas frescas y me vine a hibernar a la habitación con aire. Luego pensándolo bien decidí que tenía que ir directo a Ko Phi Phi, pero cuando fui a cambiar el pasaje me dijeron que el precio de 600B publicado estaba mal y que salía 800B. Como no tenía ganas de quejarme a defensa del consumidor en Tailandia, decidí dejar todo como estaba y continuar igual. Aprovechando que estaba afuera, y que había juntado tal coraje, me lancé por las avenidas grandes ya que desde lejos divisaba el Monumento a la Democracia y quería tomar unas fotos. Una vez llegado y luego de haber pasado cientos de puestos de comida, billetes de lotería (otro aspecto que me llamó la atención de la capital) y de frutas y jugos, saqué mis fotos continué caminando en busca del Monte Dorado. Cuando llegué no entré ya que me llamó la atención otro templo similar al Wat Pho pero con otro edificio blanco y decoración marrón. Era imponente y la exhibición que en el había era interesante. Igualmente lo mejor fue poder subir una escalera caracol de 4 pisos para tener una increíble vista de la ciudad. Ya debajo compré las infaltables rodajas de ananá para no morir de calor y de camino por la Th Khao San regateé un poco para poder comprarme una musculosa amarilla con el logo de la cerveza Chang (100B). A esperar para tomar el bus luego de una refrescante ducha en el dormitorio, por el cual pagué 100B más para poder utilizar la pieza por la tarde. Cuando fui al lugar de encuentro para ir a buscar el transfer un chico me esperaba para llevarme hasta el otro lado de la calle, lo que si el camino era bastante particular. Pasamos por un pasillo largo abandonado, por un gimnasio donde los extranjeros practicaban muay thai (kickboxing tailandés) y por otros pasillos llenos de perros comiendo hasta que finalmente llegamos a destino. El bus recién salía a las 18.30 hs y  faltaba una hora completa, por eso fui a un 7 Eleven y compré un poco de café helado, unos bastones dulces de pan y un sándwich de jamón y queso por unos 60B. Ya mientras esperaba comenzaron a llegar gran cantidad de gringos que iban para el lado de las islas. Algunos a Ko Lanta, Ko Samui, Ko Phi Phi y otros como yo a Krabi, entre ellos un canadiense realmente simpático llamado Rob. Hablando un poco pegamos buena onda para estar unos días viajando juntos en las islas. El viaje se hizo largo y durante el mismo pusieron la película de Titanic. Después de una parada para baños y comida continuamos. Por suerte tenía dos asientos para mi solo por lo que pude descansar un poco y con el aire acondicionado del cole funcionando muy bien hasta tuve que taparme con las mantas de Doraemón que nos daban.



Día 15: Bien temprano llegamos a Surat Thani donde nos derivaron en diferentes vans por destino. Luego de un viaje estrepitoso por la velocidad en la que íbamos y el estado deplorable de la ruta llegamos al acceso de Krabi. Ahí llegaba nuestro ticket, por lo que ahora debíamos decidir donde ir. Con Rob habíamos visto varias opciones para alojarnos y la que más nos interesaba era la de parar en Railay, cerca de Krabi solo accediendo por botes largos a motor. Consultamos cuanto nos salía eso y nos dijeron que el trasnfer hasta el puerto y el cruce en bote eran 200B más, pero debíamos esperar una hora más sentados. Cuando pasó esa hora, un alemán que se nos había sumado fue a decirles que nos lleven, ya que acá tienen la costumbre de esperar que hayan suficientes personas para arrancar el viaje. Gracias a la insistencia nos llevaron hasta el puerto pero ahí también éramos solo siete personas para cruzar, una pareja canadiense más mi amigo, el alemán, una mamá thai con su nene y yo. Nuevamente pagamos 20B para no esperar más y finalmente nos cruzaron. Ir llegando a la península y ver todas las formaciones rocosas en la bahía era algo de película realmente, no pensaba que eso pudiera existir, y estar ahí fue verdaderamente shockeante. Ya debajo los tres comenzamos a buscar alojamiento del lado este de la isla y tras tres intentos fallidos encontramos algo con Rob en el medio de la jungla por así decirlo. Era un bungalow con dos colchones, ducha y baño propio, y fuera una hamaca paraguaya y sillas para descansar por un precio razonable para dos personas (400B). Igualmente comenzábamos a notar que nos encontrábamos en un sitio más turístico y por lo tanto con precios más altos que los lugares anteriores. Decidimos tomar la habitación rápido para dejar afuera al alemán que ya se estaba poniendo bastante pesado realmente. Ya duchado decidimos salir a comer algo ya que ni siquiera habíamos desayunado. Fue así que comenzamos a buscar precios y terminamos en el lado oeste de la isla que incluso era más caro en todo lo que es servicios. Volvimos a comer del lado este y luego preparamos las cosas para salir a pasear en kayak. Rentamos uno para los dos (300B) y nos lanzamos al mar de Andaman. Las aguas turquesas con el fondo maravilloso convertía todo en un sueño. Uno no dimensiona estar remando en esas aguas con playas de arenas coralinas mientras en las altas rocas los turistas practican escalada. Sinceramente eso parecía el paraíso, o mejor dicho, lo era. Fueron una hora o más, no lo sé, que estuvimos remando hasta alcanzar las playas de Ton Sai, donde se queda la mayoría de los mochileros. Mientras paseaba por la pequeña playa una familia de monos pasaba por el jardín para trepar por los árboles en ese lugar maravilloso. Ya de nuevo en el kayak decidimos ir para la cueva de Hat Phra Nang, pero cuando estábamos por llegar una tormenta enorme que solo terminó siendo algunas gotas de lluvia nos corrió a devolver el bote ya que el mar comenzaba a moverse demasiado y estaba realmente picante. Volvimos al bungalow luego de la travesía y bajamos a tomar un café helado (50B) con un panqueque enorme de chocolate (60B). ya sin lluvia, era un buen momento para caminar un poco y decidimos atravesar la península nuevamente para ver el atardecer que decían que valía la pena. El lado oeste continuaba genial mientras que el este, donde nosotros nos alojábamos había quedado seco por decirlo de una forma, porque la marea había bajado y los botes estaban varados en la tierra. Volviendo al lado oeste, la gente jugaba al futbol, tomaba fotos, caminaba y Rob decidió salir a caminar para llegar a la otra playa por el lado de la selva escalando un poco pero esta vez decidí quedarme en la arena disfrutando del viento fresco. Ya en cueros me tiré e hice una pequeña siesta teniendo como testigo ese paisaje y la gente que pasaba alrededor sin siquiera molestarse. Aquí el tiempo no parece pasar nunca y cuando me di cuenta estaba solo en esa playa con las rocas ahí, el mar turquesa y tarareando la canción “Loco” de Andrés Calamaro, y realmente a veces pienso como dice él, “soy un loco que se dio cuenta que el tiempo es muy poco”, porque no alcanzaría una vida para describir todo lo que sentía en ese momento. Cada día descubro más y me sorprendo aún más de todo lo que puedo vivir, gracias a mi familia principalmente, a mis amigos que también son mi soporte y a lo que laburo a diario para ahorrar cada peso, es por eso y por mucho más que disfruto todo esto. Tratando de sacar la mejor foto y tener la mejor postal para todos aquellos que no pueden estar donde hoy me toca estar a mí. Por la noche comimos en el restaurante del lugar donde estamos alojados, “Rapala Resort”, que se especializa en comida india y fue cuando probé mi primer plato indio recomendado por Rob. Era un “Butter Chicken” (85B), es decir una especie de pollo a la manteca en un curry rojo de muy buen sabor y un poco picante, y para acompañar un “Naan Malena” (40B) o pan indio parecido a un panqueque pero grueso y mas duro, no como un creppe. Me sorprendí porque no pensé que ese estilo de comida sea tan rico, siempre encerrado a la tradicional comida de los argentinos, carnes varias asadas, y platos derivados de la cocina italiana o de otros países europeos. Eso sí, Rob pidió uno que todavía me arde la boca de acordarme cuando probé un poquito. Después de la cena para relajarnos jugamos unos pools en un bar cercano y me vine a acostar porque me esperaba un día excelente.



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