Día 12: Lo que se llama un día de
vacaciones tirado a la basura. Nos levantamos bien temprano con Paolo y preparamos
las mochilas para salir a desayunar, dejamos las cosas en la habitación y
salimos al bar que íbamos todos los días. Esperamos nuestro bus de línea luego
y este llegó con un retraso de 20 minutos, que aquí en Tailandia, no es nada
fuera de lo normal. El bus iba lleno y no había lugares casi. Gente que venía
desde Chiang Mai e iba hasta Sapong y Mae Hong Son, como nosotros. Como pudimos
nos ubicamos, Paolo en un asiento y yo en un balde en el pasillo bien al lado
de la puerta trasera, que como iba abierta yo estaba atento a no volar por el
camino en alguna de las cientas de curvas a lo largo de la ruta. Todo era
divertido dentro de todo y estaba fresco con un paisaje muy bonito de la
montaña. Descargamos gente en Sapong luego de un control policial en el cual
solo piden documentación a los nativos de Tailandia y cuando estábamos en el
tramo final se largó una lluvia torrencial. Al llegar a Mae Hong Son el agua
caía incesantemente y decidimos bajarnos en la terminal, primero para estar al
resguardo y segundo para poder averiguar el horario de salida de los colectivos
a Bangkok para el día siguiente, ya que la idea era estar solo una noche en la
ciudad. Siendo las 15.15 hs y viendo que todo estaba lleno para los días
siguientes, que no estábamos cerca del centro y que llovía, pagamos una mini
van (B150) y nos volvimos a Pai. Aquí más de lo mismo, pero siempre lindo como
los días anteriores, una cena con frutas frescas (B40) para alimentarse bien y
no de porquerías chatarras, un buen té de limón helado (B25) y una buena charla
de amigos, paseo por la feria y de nuevo a dormir que mañana a las 7.00 hs
tenemos la mini van a Chiang Mai.
Día 13: Como costó levantarse por
favor. El anterior había sido un día movido pero con viajes perdidos. Este
también terminaría siendo lo mismo desgraciadamente pero en fin es lo que hay
que hacer para ir a descansar un poco a las islas y conocer las hermosas
playas. Después de levantarnos, fuimos hasta la terminal de buses donde
tomaríamos el transporte para llegar a Chiang Mai. Como siempre esas mini vans
son tan pequeñas que agradecemos que los thais y los pasajeros gringos son
flaquitos. Viajamos apretados, incómodos, con calor y encima debíamos bajar las
762 curvas del camino entre Pai y Chiang Mai. A los cabezazos de dormidos veníamos
todos, pero para variar, algo me tenía que suceder. Al lado mio venía una
pareja española que parecía hacía rato no se bañaban. Me parece bárbaro que no
lo hagan si están solos, pero si viajan, por respeto a los demás podrían
hacerlo. Hicimos una parada donde respiré aire puro y compré algunas obleas
para comer ya que nada había desayunado. Cuando llegamos a Chiang Mai, Paolo
compró el boleto para ir a Sukkhotai así que me despedí de él. Mientras yo
tenía que buscar un lugar para cambiar dinero, ya que a pesar de haberlo
intentado, las restricciones impuestas a nuestro dinero en el país no me lo
permitieron. La solución fue pagar un tuk tuk ida y vuelta (B160) hasta el
centro y cambiar algo de plata. Regresé y compré mi boleto para regresar a la
capital luego de 10 días en el norte de Tailandia. Próximo objetivo: playas e
islas. El viaje no fue malo. Tenía aire acondicionado al menos y la verdad que
contra los 40ºC que hacían afuera estaba genial. Además dormí como un condenado
cuando no parábamos a comprar y estirar las piernas. De noche llegamos a la
estación norte de Bangkok y apenas bajé fui a buscar información sobre como
viajar al sur. Me dijeron que los buses salían desde la estación cerca del
centro, así que lo que decidí fue descansar una noche cerca de la Th Khao San y
ver tarifas para ir hasta Krabi. Alquilé una cama en el “25 Dormitory” cerca de
Th Rambuttri, zona de bares, comedores y negocios en el barrio de Bamglamphu y
dejé mi equipaje. Antes de dormirme me fui a ver la movida nocturna, la cual es
enorme y me comí un buen phad tai de huevo (B30). Lleno de extranjeros, entre
las cuales encontré dos señoras de Rosario y escuche algunos más que hablaban
de Argentina. Como se extraña cuando uno está lejos, a veces para valorar las
cosas hay que tenerlas lejos parece, familia, amigos, ciudad, juntadas, etc. En
fin, hay que seguir disfrutando.
Día 14: Para comenzar el día
quería darme un pequeño gusto, por eso fui a llamar a mi familia. Nada mejor
que poder escucharlos en más de dos semanas. Uno teniendo una computadora puede
traspasar los límites de distancia, pero me hacía falta escucharlos más que
escribirme con ellos. Es por eso que a pesar de no poder hablar con mi
hermanita Avril, hablar con mis padres me dio toda la fuerza que se necesita para
poder continuar por el sueño mio y el de ellos. Ya mucho mejor gracias a eso,
decidí salir a afrontar el día pesadísimo que me esperaba con un calor
insoportable (39ºC). Fui a comprar mi boleto a Krabi y lo más económico fue a
420B haciendo escala en Surat Thani en un negocio de una familia judía parecía
por los carteles en hebreo. Desayune un yogurth con muesli y frutas frescas y
me vine a hibernar a la habitación con aire. Luego pensándolo bien decidí que
tenía que ir directo a Ko Phi Phi, pero cuando fui a cambiar el pasaje me
dijeron que el precio de 600B publicado estaba mal y que salía 800B. Como no
tenía ganas de quejarme a defensa del consumidor en Tailandia, decidí dejar
todo como estaba y continuar igual. Aprovechando que estaba afuera, y que había
juntado tal coraje, me lancé por las avenidas grandes ya que desde lejos
divisaba el Monumento a la Democracia y quería tomar unas fotos. Una vez
llegado y luego de haber pasado cientos de puestos de comida, billetes de
lotería (otro aspecto que me llamó la atención de la capital) y de frutas y
jugos, saqué mis fotos continué caminando en busca del Monte Dorado. Cuando
llegué no entré ya que me llamó la atención otro templo similar al Wat Pho pero
con otro edificio blanco y decoración marrón. Era imponente y la exhibición que
en el había era interesante. Igualmente lo mejor fue poder subir una escalera
caracol de 4 pisos para tener una increíble vista de la ciudad. Ya debajo
compré las infaltables rodajas de ananá para no morir de calor y de camino por la
Th Khao San regateé un poco para poder comprarme una musculosa amarilla con el
logo de la cerveza Chang (100B). A esperar para tomar el bus luego de una
refrescante ducha en el dormitorio, por el cual pagué 100B más para poder
utilizar la pieza por la tarde. Cuando fui al lugar de encuentro para ir a
buscar el transfer un chico me esperaba para llevarme hasta el otro lado de la
calle, lo que si el camino era bastante particular. Pasamos por un pasillo
largo abandonado, por un gimnasio donde los extranjeros practicaban muay thai
(kickboxing tailandés) y por otros pasillos llenos de perros comiendo hasta que
finalmente llegamos a destino. El bus recién salía a las 18.30 hs y faltaba una hora completa, por eso fui a un 7
Eleven y compré un poco de café helado, unos bastones dulces de pan y un
sándwich de jamón y queso por unos 60B. Ya mientras esperaba comenzaron a
llegar gran cantidad de gringos que iban para el lado de las islas. Algunos a
Ko Lanta, Ko Samui, Ko Phi Phi y otros como yo a Krabi, entre ellos un
canadiense realmente simpático llamado Rob. Hablando un poco pegamos buena onda
para estar unos días viajando juntos en las islas. El viaje se hizo largo y
durante el mismo pusieron la película de Titanic. Después de una parada para
baños y comida continuamos. Por suerte tenía dos asientos para mi solo por lo
que pude descansar un poco y con el aire acondicionado del cole funcionando muy
bien hasta tuve que taparme con las mantas de Doraemón que nos daban.
Día 15: Bien temprano llegamos a
Surat Thani donde nos derivaron en diferentes vans por destino. Luego de un
viaje estrepitoso por la velocidad en la que íbamos y el estado deplorable de
la ruta llegamos al acceso de Krabi. Ahí llegaba nuestro ticket, por lo que
ahora debíamos decidir donde ir. Con Rob habíamos visto varias opciones para
alojarnos y la que más nos interesaba era la de parar en Railay, cerca de Krabi
solo accediendo por botes largos a motor. Consultamos cuanto nos salía eso y
nos dijeron que el trasnfer hasta el puerto y el cruce en bote eran 200B más,
pero debíamos esperar una hora más sentados. Cuando pasó esa hora, un alemán
que se nos había sumado fue a decirles que nos lleven, ya que acá tienen la
costumbre de esperar que hayan suficientes personas para arrancar el viaje.
Gracias a la insistencia nos llevaron hasta el puerto pero ahí también éramos
solo siete personas para cruzar, una pareja canadiense más mi amigo, el alemán,
una mamá thai con su nene y yo. Nuevamente pagamos 20B para no esperar más y
finalmente nos cruzaron. Ir llegando a la península y ver todas las formaciones
rocosas en la bahía era algo de película realmente, no pensaba que eso pudiera
existir, y estar ahí fue verdaderamente shockeante. Ya debajo los tres
comenzamos a buscar alojamiento del lado este de la isla y tras tres intentos
fallidos encontramos algo con Rob en el medio de la jungla por así decirlo. Era
un bungalow con dos colchones, ducha y baño propio, y fuera una hamaca
paraguaya y sillas para descansar por un precio razonable para dos personas
(400B). Igualmente comenzábamos a notar que nos encontrábamos en un sitio más
turístico y por lo tanto con precios más altos que los lugares anteriores.
Decidimos tomar la habitación rápido para dejar afuera al alemán que ya se
estaba poniendo bastante pesado realmente. Ya duchado decidimos salir a comer
algo ya que ni siquiera habíamos desayunado. Fue así que comenzamos a buscar
precios y terminamos en el lado oeste de la isla que incluso era más caro en
todo lo que es servicios. Volvimos a comer del lado este y luego preparamos las
cosas para salir a pasear en kayak. Rentamos uno para los dos (300B) y nos
lanzamos al mar de Andaman. Las aguas turquesas con el fondo maravilloso
convertía todo en un sueño. Uno no dimensiona estar remando en esas aguas con
playas de arenas coralinas mientras en las altas rocas los turistas practican
escalada. Sinceramente eso parecía el paraíso, o mejor dicho, lo era. Fueron
una hora o más, no lo sé, que estuvimos remando hasta alcanzar las playas de
Ton Sai, donde se queda la mayoría de los mochileros. Mientras paseaba por la
pequeña playa una familia de monos pasaba por el jardín para trepar por los
árboles en ese lugar maravilloso. Ya de nuevo en el kayak decidimos ir para la
cueva de Hat Phra Nang, pero cuando estábamos por llegar una tormenta enorme
que solo terminó siendo algunas gotas de lluvia nos corrió a devolver el bote
ya que el mar comenzaba a moverse demasiado y estaba realmente picante.
Volvimos al bungalow luego de la travesía y bajamos a tomar un café helado
(50B) con un panqueque enorme de chocolate (60B). ya sin lluvia, era un buen
momento para caminar un poco y decidimos atravesar la península nuevamente para
ver el atardecer que decían que valía la pena. El lado oeste continuaba genial
mientras que el este, donde nosotros nos alojábamos había quedado seco por
decirlo de una forma, porque la marea había bajado y los botes estaban varados
en la tierra. Volviendo al lado oeste, la gente jugaba al futbol, tomaba fotos,
caminaba y Rob decidió salir a caminar para llegar a la otra playa por el lado
de la selva escalando un poco pero esta vez decidí quedarme en la arena
disfrutando del viento fresco. Ya en cueros me tiré e hice una pequeña siesta
teniendo como testigo ese paisaje y la gente que pasaba alrededor sin siquiera molestarse.
Aquí el tiempo no parece pasar nunca y cuando me di cuenta estaba solo en esa
playa con las rocas ahí, el mar turquesa y tarareando la canción “Loco” de
Andrés Calamaro, y realmente a veces pienso como dice él, “soy un loco que se
dio cuenta que el tiempo es muy poco”, porque no alcanzaría una vida para
describir todo lo que sentía en ese momento. Cada día descubro más y me
sorprendo aún más de todo lo que puedo vivir, gracias a mi familia
principalmente, a mis amigos que también son mi soporte y a lo que laburo a
diario para ahorrar cada peso, es por eso y por mucho más que disfruto todo
esto. Tratando de sacar la mejor foto y tener la mejor postal para todos
aquellos que no pueden estar donde hoy me toca estar a mí. Por la noche comimos
en el restaurante del lugar donde estamos alojados, “Rapala Resort”, que se
especializa en comida india y fue cuando probé mi primer plato indio
recomendado por Rob. Era un “Butter Chicken” (85B), es decir una especie de
pollo a la manteca en un curry rojo de muy buen sabor y un poco picante, y para
acompañar un “Naan Malena” (40B) o pan indio parecido a un panqueque pero
grueso y mas duro, no como un creppe. Me sorprendí porque no pensé que ese
estilo de comida sea tan rico, siempre encerrado a la tradicional comida de los
argentinos, carnes varias asadas, y platos derivados de la cocina italiana o de
otros países europeos. Eso sí, Rob pidió uno que todavía me arde la boca de
acordarme cuando probé un poquito. Después de la cena para relajarnos jugamos
unos pools en un bar cercano y me vine a acostar porque me esperaba un día
excelente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario